LA NUEVA ESPAÑA 19-09-07 ¿La Bauhaus astur?
CELSA DÍAZ
Está a punto de clausurarse la segunda fase de la exposición «Extensiones-Anclajes», organizada por Laboral Centro de Arte y Creación Industrial, y cuyas sedes (una distinta para cada artista) están ubicadas en su mayoría en el occidente asturiano (Cornellana, Figueras, Cudillero, La Caridad, Grado y Candás). En el lugar desde el que escribo no estamos acostumbrados a que las instancias oficiales se acuerden de nosotros para nada (si exceptuamos los permisos para poner aerogeneradores a diestro y siniestro y abrir minas de oro), así que esta elección supone una agradable sorpresa.
Por supuesto, mis gallinas, con Elvira a la cabeza, no quisieron perderse el acontecimiento cultural, pero para mi sorpresa regresaron un tanto cabizbajas y decepcionadas.
-Dejando a un lado la calidad de las obras, las exposiciones son más de lo mismo -me cloquea melancólicamente Elvira-; ya sabes, pintura, fotografía, vídeo, instalaciones, etcétera, de artistas asturianos que el comisario de la muestra, Francisco Crabiffosse, califica de transterrados, utilizando el término acuñado por José Gaos.
- ¿YÉ?
-La triste sensación que me queda después de tanta expectación es que siguen siendo transterrados en su propia tierra. Se ha cumplido con el cupo local para contentar a los próximos, pero sin ningún criterio que avale tal elección. ¿Que en Asturias no hay artistas que manejen el discurso tecnológico que quiere ser la enseña del nuevo centro de arte? Pues qué le vamos a hacer. Esto no tiene nada que ver con los proyectos que la gallina de Rosina Gómez-Baeza, de la cual soy íntima, no paró de publicitarme con su continuo cacareo. «Es todo supervanguardista y ultratecnológico -decía-, nunca se ha visto nada igual, nos vamos a poner a la cabeza del futuro. La Bauhaus astur». Y todo ello trufado de anglicismos que hacen las delicias de la posmodernidad más esnob.
-Quizá sea porque tienen que relacionarse con gallitos austriacos, que pintan mucho en todo este montaje
-Ya, pero se me atascan los huevos pensando que estamos imbuidos de tal grado de estupidez que para que todo sea más sofisticado hay que acudir sin necesidad al idioma del imperio. A ver si al final el castellano se vuelve un idioma agonizante, como el asturiano. ¡Quién vería a los detractores de este mesarse barbas y cabellos (el que los tuviera) por la marginación a la que está sometido el rico idioma de nuestros ancestros y la pérdida cultural que supone!
-No exageres, Elvirita, que estoy empezando a pensar que eres un poco agorera.
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