17 julio, 2008

LA NUEVA ESPAÑA 17-07-08 Noventa años de carajitos

La Casa del Profesor de Salas celebra sus nueve décadas con una exposición basada en los primeros pasos del próspero negocio familiar

La exposición recoge las vajillas de los primeros años del negocio. e. peláez

Elena PELÁEZ Salas
La Casa del Profesor de Salas cumple nueve décadas. El restaurante y café posteriormente reconvertido en confitería y conocido por los famosos carajitos del profesor fue fundado en 1918. Noventa años después las actuales propietarias del establecimiento han organizado una exposición, una mirada atrás que se centra fundamentalmente en aquella primera etapa del negocio aunque no olvida las últimas décadas. La muestra se acompañará el próximo sábado, jornada central de las celebraciones, con la actuación del grupo musical «La latin van».
La Casa del Profesor abrió sus puertas noventa años atrás en un edificio próximo a la Casa Consistorial. Pepín, el profesor, regentaba el negocio, un restaurante con un recinto en la parte trasera en la que se celebraban banquetes. En 1969 se transformó en bar y en 1976 la Casa del Profesor se trasladaba a una nueva ubicación, a unos metros de la anterior. Actualmente la cuarta generación de descendientes del fundador, Carmen y Teresa De Aspe Llavona, están al frente del establecimiento que tuvo anteriormente tras la barra a Falín y Carmina, hijos del primer propietario del negocio, y a su sobrina Marichu Llavona, madre de las actuales responsables.
Por aquel primer local pasó en 1945 Concha Piquer. «Se dirigía con su compañía a Vigo a embarcar y pararon a comer. Me acuerdo hasta del vestido que llevaba puesto», aseguró Marichu Llavona. Unos años después recalaría la orquesta sinfónica de Stuttggart. Y visitó aquel establecimiento, pero también el nuevo, el escritor Camilo José Cela. «Fue una de las personas que más promocionó los carajitos del profesor, de ellos habló en su libro "Diccionario secreto"», dijo Marichu Llavona.
Los carajitos son el producto estrella de la confitería. Son muchos los que en sus visitas no abandonan Salas sin comprar el famoso dulce que se elabora con avellana, clara de huevo y azúcar y que se vende en paquetes de doce. Aunque, como afirmó Carmen De Aspe, en los últimos cuatro años el establecimiento ha apostado también por una variante, un producto más pequeño en envases de tres unidades, que se utiliza como regalo de boda. La idea partió de un encargo de un joven salense que para su boda, que se celebraría en Canarias, pretendía ofrecer como regalo una pequeña muestra de este dulce. Desde entonces han recibido numerosas peticiones.
El nombre de «carajitos del profesor» se debe a un vecino de Malleza, que había emigrado a América, que un día al entrar en el establecimiento le pidió a Falín «un carajo de esos».