LA NUEVA ESPAÑA 15-02-08 Territorio
Luis Arias
Hay una luz más que gozosa tan pronto rompe la amanecida. No resplandece, no deslumbra. Tampoco ciega, ni siquiera obnubila. Vendría a ser un destello apenas perceptible. Es el río que despierta. Es el Narcea al saberse visible. Es el principal reclamo de estas vegas y valles, también en lo estético.
Hay tardes que dejan al irse una ambición de claridad que no cesa, potenciando que tras el crepúsculo, en plena noche, puedan ser vistas tan distintas montañas en formas y tamaños que configuran un singular mosaico cuya contemplación puede dar paso a emociones estéticas verdaderamente irrenunciables.
Hay, en estos parajes del bajo Narcea y del bajo Nalón, tesoros paisajísticos que están ahí para ser protegidos. Por eso no puedo no suscribir el contenido de la carta que publica en este periódico don José Luis Suárez Rodríguez dando la voz de alarma en torno al destrozo que pueden causar los parques eólicos si prosigue la tendencia a ocupar la mayor parte de nuestras sierras con ellos. Por eso, cuando se habla de suelo industrial, espero que se tenga una sensibilidad mínima para no poner en peligro un río como el Narcea. Por eso, algo que en principio parece una buena noticia, es decir, que los ayuntamientos asturianos puedan incrementar sus ingresos por instalaciones de este tipo, amenaza con volverse inquietante si lo que prima es el afán recaudatorio.
Territorio. Territorio salense y praviano. Bajo Narcea y bajo Nalón. Quienes están encargados temporalmente de administrarlos conviene que no pierdan de vista que no tienen derecho a poner en riesgo una herencia de siglos que es de todos.
Son pocas las cosas que harían remover huesos en las tumbas y que, a día de hoy, tienen capacidad para alterar altamente la epidermis. Ésta es una de ellas. Acaso la principal.
Volvemos de nuevo a la voluntad de una geografía y a la geografía de una voluntad, a aquello que la memoria colectiva decidió consagrar. Unamuno lo llamó la intrahistoria. No lo destrocen. No nos destrocen. No somos ni queremos la escombrera de la ciudad astur. No somos ni queremos ser el pedrero de las grandes obras. No nos destripen las montañas. No nos coronen con parques eólicos todas y cada una de nuestras sierras. No nos conviertan el Narcea en el Nora.
Gracias.
Hay una luz más que gozosa tan pronto rompe la amanecida. No resplandece, no deslumbra. Tampoco ciega, ni siquiera obnubila. Vendría a ser un destello apenas perceptible. Es el río que despierta. Es el Narcea al saberse visible. Es el principal reclamo de estas vegas y valles, también en lo estético.
Hay tardes que dejan al irse una ambición de claridad que no cesa, potenciando que tras el crepúsculo, en plena noche, puedan ser vistas tan distintas montañas en formas y tamaños que configuran un singular mosaico cuya contemplación puede dar paso a emociones estéticas verdaderamente irrenunciables.
Hay, en estos parajes del bajo Narcea y del bajo Nalón, tesoros paisajísticos que están ahí para ser protegidos. Por eso no puedo no suscribir el contenido de la carta que publica en este periódico don José Luis Suárez Rodríguez dando la voz de alarma en torno al destrozo que pueden causar los parques eólicos si prosigue la tendencia a ocupar la mayor parte de nuestras sierras con ellos. Por eso, cuando se habla de suelo industrial, espero que se tenga una sensibilidad mínima para no poner en peligro un río como el Narcea. Por eso, algo que en principio parece una buena noticia, es decir, que los ayuntamientos asturianos puedan incrementar sus ingresos por instalaciones de este tipo, amenaza con volverse inquietante si lo que prima es el afán recaudatorio.
Territorio. Territorio salense y praviano. Bajo Narcea y bajo Nalón. Quienes están encargados temporalmente de administrarlos conviene que no pierdan de vista que no tienen derecho a poner en riesgo una herencia de siglos que es de todos.
Son pocas las cosas que harían remover huesos en las tumbas y que, a día de hoy, tienen capacidad para alterar altamente la epidermis. Ésta es una de ellas. Acaso la principal.
Volvemos de nuevo a la voluntad de una geografía y a la geografía de una voluntad, a aquello que la memoria colectiva decidió consagrar. Unamuno lo llamó la intrahistoria. No lo destrocen. No nos destrocen. No somos ni queremos la escombrera de la ciudad astur. No somos ni queremos ser el pedrero de las grandes obras. No nos destripen las montañas. No nos coronen con parques eólicos todas y cada una de nuestras sierras. No nos conviertan el Narcea en el Nora.
Gracias.
1 Comments:
Comentario de Joaquín Arce en el blog de Luis Arias: http://blogs.lne.es/luisarias/.
La amenaza sobre las vegas del Narcea por los polígonos industriales es
muy cierta, ya está en marcha y muy grave.
El mayor problema de nuestros ríos, hoy, es la avaricia de los
ayuntamientos y los especuladores en relación a esas ricas vegas que han
permanecido siglos sin urbanizar ni ocupar por costrucciones, defendidas por
las crecidas y utilizadas para cultivos agrícolas ecológicos.
Y una vez que las ocupan, el daño ya es cas irreversible
Tenemos que luchar todos por la defensa de las vegas y que permanezcan
para siempre como espacios para el cultivo ecológico (algo que volverá
a ser muy necesario en el futuro, con la crisis alimentaria y
energética global), la naturaleza, el disfrute y la laminación periódica de las
crecidas de nuestro maravilloso río Narcea.
Salud
Puede ver todos los comentarios de esta entrada aquí:
http://blogs.lne.es/luisarias/2008/02/15/territorio/#comments
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