11 abril, 2008

LA NUEVA ESPAÑA 11-04-08 Un loft para Renata

CELSA DÍAZ ALONSO
Ante la sorprendida mirada de unas cuantas aves que dormitan al escaso sol de marzo, cruza el gallinero a todo lo que dan sus patas y alas. Sin la menor consideración a la privacidad y a los importantes asuntos que allí se discuten abre la puerta donde están reunidos los altos representantes de los gallineros de Paraxes.
-¡Quiero un loft!
-¡Renata! -increpa Fermín asistido por toda su aura de autoridad- ¡Haz el favor de salir de aquí inmediatamente!
-¡Quiero un loft! ¡Lo necesito, es más, lo exijo!
Todos los allí reunidos se miran, haciendo estentóreos gestos que dan a entender a las claras que no confían demasiado en la salud mental de la pobre gallina.
-En su defecto, también me conformaría con un cubo de la innovación -dice ya más calmada. -
Pero...
-He asistido a la presentación de la isla sobre el río en los terrenos del antiguo basurero. ¡Es maravillooooso! Y claro, teniendo en cuenta mi sensibilidad artística...
-Ya, ya, Renata. Es que ahora estamos en otras cosas de alto calado político.
-¿Qué puede haber más importante que mi loft?
-La financiación de nuestro gallinero está en peligro -dice con aplomo Fermín-. Los catalanes de El Prat de la vecina intentan llevarse parte de nuestra ración de grano.
-Pues donde ya era abundante...
-Nosotros estamos abiertos al consenso -continúa inmutable-, pero defenderemos nuestros criterios con firmeza y rotundidad.
-Somos respetuosos con las discrepancias -apostilla Ramiro-, pero los intereses de este gallinero son prioritarios.
-Por supuesto, siempre desde la serenidad.
-Claro, claro...
-Entonces, ¿también peligra mi loft? -replica alarmada Renata.
-¡Pues claro que sí! -interviene Osgual, que hasta entonces no había abierto el pico- Nosotros apoyamos este ilusionante proyecto, pero ¿y la financiación? ¿Y las plusvalías? ¿Cuál es el tiempo real de desarrollo? Que luego Fermín acaba atribuyéndose todas las medallas.
-Mira que eres cargante, Osgual. Siempre metiendo cizaña para acabar apuntándote al carro. -Por cierto, ¿dónde hay que apuntarse para el viaje africano?
Esta cuestión desata tal entusiasmo entre los presentes que todos se olvidan de la financiación, el megaproyecto urbanístico, y hasta de la pobre Renata.
-¿Qué tiempo hace en Angola?
-¿Vas a llevar las bermudas?
-¿Qué tal se come en Sudáfrica?
-¿Qué funda de cresta me pondré en la recepción con el gallo de Mandela?
Renata, muerta de envidia, pregunta tímidamente.
-¿Yo puedo ir?
-¿Eres vicepresidenta o subsecretaria de algo?
-No...
-Entonces, no puedes ir. ¡Hala! A cerrar la sesión que hay que ir a hacer las maletas.
-¡Bieeeen!