29 agosto, 2008

LA NUEVA ESPAÑA 29-08-08 Hábiles estrategias



-Jacinto, te necesito.
-Siempre a tus órdenes, Fermín.
-Mira, me he enterado de que nuestro concejo vecino está muy exaltado, y que le llueven las críticas a mi buen amigo el alcalde de Salas -ya sabes que entre los mandatarios siempre hay buena sintonía-. El PP está publicando calumnias en revistuelas de escasa calidad, y algunos articulistas andan por ahí cuestionando su gestión.
-¿Seguro que son calumnias? Yo tenía entendido...
-¡Jacinto, que lo tuyo es la pluma y no la sacrificada y nunca bien reconocida tarea de gobernar! Sabes que hay muchas coincidencias en nuestro estilo, y si hay algo que criticar son apenas cuatro tonterías. El caso es que veo yo a Osgual muy envalentonado, y Ramiro anda por ahí demasiado sonriente. Tampoco me fío ni una pluma de Elvira, ni de ese otro gallo tan prolífico, Mortimer, que les dan mucha cancha en ese diario local que...
-Fermín, tú sabes que yo soy un acérrimo defensor de la libertad de expresión, por supuesto siempre dentro de unos límites.
-A eso me refería, a los límites. El caso es que quería tener un texto salido de tu florida pluma -podría hacerlo yo mismo, bien sabes que mi prosa es excelente, pero estoy ahora mismo ocupado con otros asuntillos- para argumentar cualquier ataque que provenga de esa gandaya.
-Claro, claro. Será un honor.
-Empecemos. Primero está la cuestión de las obras del camino al gallinero de la vecina. Nada, algún pequeño retrasillo por una petición que hice. Unos ligeros cambios para poder salir más directo. ¡Yo necesito desplazamientos rápidos! Y Osgual y cuatro gatos más andan fastidiándome con protestas absurdas.
-Podemos argumentar que la culpa es suya. Que esas críticas no hacen más que dilatar en el tiempo un proyecto que posee todas las garantías democráticas.
-Eso ya lo arguye mi colega, y creo que no cuela. Tú vete pensando en algo, que más tarde volveremos sobre ello. El siguiente punto de confrontación es la huerta. Yo había empezado a dejarla preciosa, al estilo jardín urbano. Hice cortar unos añejos manzanos que estorbaban para una fastuosa avenida. Un poquito de hormigón, y todas las hortalizas a gritar como locas. Faltó tiempo para que algunas gallinas empezaran a acusarme de ciertas cosas de las que prefiero no acordarme.
-Nada, nada. Eso se arregla comprando unos olivos centenarios, que ahora están muy de moda. Hago una emotiva oda sobre ellos al estilo ciprés de Silos y andando.
-Podría ser... Déjame que lo piense. El caso es que no andamos demasiado bien de presupuesto. -Con lo que nos hemos ahorrado con las fiestas, para algo habrá.
-¡Imposible! Siempre hay gastos extras. Sin ir más lejos, la rehabilitación de nuestras nuevas oficinas se está disparando.
-¡Hombre, qué casualidad! Igual que en Salas.
-¡Jacinto, no fastidies! Te quiero aquí para dar soluciones, no para ponérmelo más difícil. Se nos acusa de no tener interés alguno por asuntos culturales.
-Igual que a tu amigo, que parece que le importó un bledo ser el primer edil de territorio que fuera la cuna de don Fernando Valdés y que cuando cortaron el grifo estatal para la rehabilitación del monasterio de Cornellana no dijo ni mu.
-Vamos a dejarlo, Jacinto. Creo que no has captado el espíritu que me anima. Lo mejor va a ser hacer otro book con unas fotos mías delante de las obras, para que el pueblo llano compruebe que sigo trabajando por su bienestar.
-¿Me dejarás hacer los textos, verdad?