17 septiembre, 2009

LA NUEVA ESPAÑA 17-09-09 Eólicos, referéndum y bañadores de colores


Sueños soberanistas en Paraxes
CELSA DÍAZ ALONSO
A Fermín no le ha hecho ninguna gracia que lo hayan ninguneado de esta manera. Todito el occidente astur lleno de ese oro energético en forma de ventilador, desparramado alrededor de sus dominios sin poder siquiera sentir la suave brisa provocada por las enormes aspas o escuchar el susurro que produce el continuo movimiento. Chuuum, chuuuum, chuuuum. Era el sonido del dinero fresco.
Aunque Paraxes se define como república independiente, de facto no lo es tanto, ya que su economía no sólo depende del grano y otras delicatesen proporcionadas por la que suscribe, sino que ayudas y subvenciones llegan desde el Paraíso Natural fronterizo para alivio de la economía avícola. Pero esta vez sus hasta ahora valedores se habían olvidado de él.
Una parte importante de la población gallinácea suspiraba aliviada con la noticia, aunque bien sabían que ésta era una tregua circunstancial; que alguna subestación eléctrica se tendrían que comer por culpa de la sinrazón de su gobernante, y que la pequeña república sería cruzada por cables de Norte a Sur y de Este a Oeste. Pero al gallito de la quintana sólo le preocupaba el golpe sufrido a su liderazgo. Y bien hacía. Mientras se lamentaba, una facción de su equipo habitual murmuraba y conspiraba contra su persona. «Es un mindundi. Ya no se le considera en los ámbitos políticos». Estos comentarios y otros parecidos se oían entre algunos de los que hasta entonces habían sido sus colaboradores más estrechos.
Animado por los resultados obtenidos en el gallinero de Arenys de Munt, y teniendo muy presente su ascendencia por parte de abuela, catalana del Prat de pura cepa, a Jacinto se le subió a la cresta la vena independentista, sobre todo recordando las humillaciones a las que había sido sometido por Fermín.
-¡Vamos a escindirnos de Paraxes! ¡Nos convertiremos en estado independiente!
-¡Referéndum! ¡Referéndum! -cacareaban los habitantes del sector más occidental del gallinero, cuya peculiar idiosincrasia les hacía abrigar desde siempre sueños de soberanía.
Jacinto estaba exultante. Sus deseos estaban a un paso de cumplirse. No quería ser gallo de la quintana, no. Se convertiría en el sosías de aquel gran hombre de Estado, su ídolo vital. Sería ministro de Información y Turismo (aunque también le tentaba aquello de Educación y Descanso).
Admiraba la decisión de don Manuel en los momentos de peligro; su valeroso chapuzón en Palomares era el momento más extraordinario de su imaginario político. Ya se veía estrenando un elegante bañador de colores para introducirse en las procelosas aguas del río Paraxes en momentos de zozobra ambiental. Pero? un momento ¿Cuáles eran los peligros habituales en el río Paraxes? ¿No eran los vertidos de orines? Se lo pensó mejor, quizá eso de la independencia requiriese demasiados sacrificios. Además, pensó, al igual que Pedro Solbes, ya estaba mayor para el protagonismo político.

http://www.lne.es/opinion/2009/09/17/eolicos-referendum-banadores-colores/809451.html