26 febrero, 2011

LA NUEVA ESPAÑA 26-02-11 Activista de pueblo

De cómo algunos candidatos a concejales autotitulan sus biografías para impactar al personal







JOSÉ DE ARANGO
En la lista de candidatos de una determinada formación política para las elecciones municipales de mayo en un concejo del centro de Asturias figura un aspirante a ser concejal que despacha su historial con estas palabras: «Activista de pueblo». Y otro, de municipio limítrofe con el primero, exhibe estos méritos: «Coordinador de la comisión de festejos». Hay otras perlas estos días en los periódicos, pero esas dos son ya de por sí lo suficientemente clarificadoras sobre lo que algunos entienden por poseer los méritos suficientes como para que el personal -los vecinos votantes- acuda en masa a dejar en la urna la papeleta para que el personaje en cuestión sea premiado con el cargo de concejal ante tan brillante e impactante historial. Sería un error para el pueblo que estuviese desaprovechado.

El activista vecinal no explica si lleva un montón de años organizando y trabajando por su pueblo en materia de estaferias, si ha tenido o tiene algún cargo en una asociación de vecinos o si es el que prepara los palos y el trapo de la pancarta reivindicativa a la hora de montar una manifestación de lo que sea. Todas esas son tareas muy dignas, muy encomiables, muy necesarias en el movimiento vecinal y son también muy sacrificadas y en cambio muy poco reconocidas.

Lo que sorprende es que hasta ahora siempre tras el nombre del candidato a concejal venía el del pueblo donde vive e inmediatamente después sus títulos académicos y sus profesiones. Es decir, médico, maestro, ganadero, albañil y así. Pero eso de activista de pueblo resulta un tanto desconocido y hasta un poco sospechoso de que el aspirante a concejal no posee ni estudios, ni oficio ni beneficio. De tener algo de eso, lo concretaría sobe todo para intentar impresionar.

En cuanto a lo de coordinador de una comisión de festejos de un pueblo que no tiene precisamente mucha fama en esto de los jolgorios veraniegos, pues hay que sospechar que su historial va paralelo al del activista vecinal. Si la fiesta la paga el ayuntamiento de turno el único mérito es haber utilizado un teléfono para llamar a un representante de orquestas. Se paga con dinero público que ya se sabe que no es de nadie, según sentencia en firme de un famoso político. Otra cosa muy distinta es organizar una fiesta en un pueblo y tener que ir casa por casa pidiendo a los vecinos y recibiendo, a veces, un portazo en el trasero si no te apartas pronto. Con la que está cayendo es probable que los «títulos» esgrimidos por el activista de pueblo y el coordinador de la comisión de festejos sean historiales que no están llamados a alcanzar mucho éxito en las urnas. Claro que se podrá argumentar que cada cual escribe su historia personal como mejor le parece. Y si cuela? pues eso, al sillón municipal durante cuatro años. Y hasta podrán sacar pecho.

http://www.lne.es/occidente/2011/02/26/activista-pueblo/1038882.html