12 mayo, 2006

EL COMERCIO DIGITAL 12-05-06 «¿Y el teléfono pa cuando?»


El único vecino de Busfrío, en Cudillero, lleva cinco años reclamando a Telefónica la instalación de un teléfono en su casa

DANIEL FERNÁNDEZ/BUSFRÍO

INDIGNADO Cesáreo Rubio comprueba en un teléfono móvil que en su pueblo no hay cobertura. / D. F.

En Cudillero y en Salas, el teléfono más famoso es el de Cesáreo Rubio Martínez. No porque sea de última generación, ni porque a través de él ofrezca consejos a quienes se lo piden. Ni mucho menos. Es famoso simplemente porque no lo tiene. «Cesáreo, el teléfono pa cuando», le pregunta siempre que le ven sus amigos. Él siempre da la misma respuesta: «Estoy harto de llamar a Telefónica para que me lo pongan, pero ni caso. Es una vergüenza».
Cesáreo, de 70 años, es el único habitante de Busfrío, una braña vaqueira en plena sierra de los Vientos, que delimita los concejos de Salas, Cudillero y Valdés. Hace cinco años que inició su cruzada. En aquella época vivía con su madre, una anciana enferma a la que él cuidaba. «Mi madre estaba en la cama postrada y yo me encargaba de ella. Me di cuenta de que era necesario tener un teléfono fijo para casos de emergencia, ya que el móvil tampoco funciona porque no hay cobertura. Fue entonces cuando lo solicité», relata.
Se puso en contacto con Telefónica y envió todas las solicitudes. Pero pasaron los años y no obtuvo respuesta alguna. En 2003 falleció su madre y volvió a ponerse en contacto con la compañía. El resultado fue el mismo: silencio total.

Terminal TRAC
En enero del pasado año, Cesáreo recibió una carta de Telefónica en la que le comunicaban que, finalmente, el ansiado teléfono le había sido concedido, una terminal TRAC, un aparato inalámbrico y cuyas ondas se transmiten por radio. Previamente, debía de ponerse en contacto con la compañía para, en el plazo de un mes, confirmar que deseaba la terminal. «Mira que son... Me dicen que les llame. ¿Pero cómo lo voy a hacer si no tengo teléfono!», pensó.
Encontró la solución en una cabina. «Llamé, pero nunca pude hablar con una persona, sino con una máquina. Me decían que pulsara no sé cuántos números, y lo hice», explica.
Al cabo de un mes, concertaron una cita con él técnicos de la compañía para instalarle el teléfono. Él no podía contener su alegría, pero su gozo se quedó en un pozo. Tras cuatro años de larga espera por el ansiado teléfono, los empleados le dijeron que no podía hacer uso del TRAC porque en su casa no había cobertura. Pero los mismos técnicos le informaron que podía solicitar que le instalaran un teléfono digital. Y así lo hizo.

Un error
La última comunicación que recibió de Telefónica es que la concesión de teléfono inalámbrico «había sido un error» y que, por tanto, se quedaba sin sel aparato.
«No hacen más que engañar», se queja este vecino de Busfrío. Para él, el teléfono no es un capricho sino «una necesidad de supervivencia. Aquí nieva, estoy sólo... ¿Qué hago si me pasa algo?». Tanto su médico de cabecera como el propio Ayuntamiento de Cudillero se han puesto en contacto con Telefónica para que solucione la situación.
En estos momentos, Cesáreo Rubio tiene que caminar casi dos kilómetros para acceder al teléfono más próximo en su casa. Es el del bar del pueblo de La Solana. «Si no me lo ponen, no me quedará más remedio que abandonar mi pueblo. Pero, de momento, no me doy por vencido. Esta es mi casa y aquí es donde soy feliz. Mientras yo pueda, Telefónica no me echará de mi pueblo», dice, enfadado.