04 febrero, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 04-02-07 Sobre el futuro de la industria láctea asturiana (En homenaje a Lin Balsera)

JUAN VELARDE FUERTES
Estamos en un momento muy delicado de la economía asturiana. Por muchas vueltas que se dé a las estadísticas, éstas nos muestran un balance que ofrece un alto pasivo al que urge compensar con una superación en todos los terrenos. Esto es lo que quiere decir una política de reforma de las estructuras productivas. La inmensa mayor parte de las del Principado tiene defectos importantes que conviene subsanar, con urgencia además. En Economía bien se enseña que, si se producen los que Myrdal llamaba procesos de causación acumulativa negativos, de pronto pueden convertirse en irreversibles realidades de crisis sin salida.
Uno de esos aspectos es el ganadero, y derivado de él, la industria láctea. Es una opción de los primeros tiempos de la Revolución Industrial en el Principado. Véase sobre esto lo que se dice en la «Memoria de la Junta de Calificación de los productos de la Industria Española remitidas a la Exposición pública de 1827, presentada al Rey Nuestro Señor por mano de su Secretario de Estado y del Despacho universal de Hacienda, el Excmo. Sr. D. Luis López Ballesteros» (Imprenta de D. L. Amarita, Madrid, 1828). Ahora, en relación con este sector, disponemos del documento «Consideraciones y propuestas sobre Capsa, Clas y su desarrollo futuro», fechado en octubre de 2006, y del que son autores dos personas que, además de su competencia personal, son conocidas por su preocupación por la evolución de la realidad asturiana: Álvaro Cuervo, el catedrático de Economía de la Empresa que cuando era profesor en la Universidad de Oviedo, en un discurso de inauguración del curso académico, acertó a mostrarnos la equivocación de la apuesta a favor del Sector Público empresarial, y Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, que fue sin duda alguna, al contemplarle con perspectiva histórica, un buen presidente de nuestra comunidad autónoma.
Constituye la primera frase que debemos tener en cuenta de este trabajo una de la «Introducción» que no debe olvidarse en ningún momento: «Una hipotética situación crítica de Clas y de Capsa tendría consecuencias gravísimas no sólo para estas empresas, sino para todo el sector agrario de Asturias -cuya columna vertebral sigue siendo la producción láctea- y, por extensión, para el medio rural de la región y para la economía del conjunto regional».
La segunda que tener presente los asturianos es que «Capsa es hoy la empresa líder en el sector lácteo español... De toda la leche que precisa Capsa, un 36,3% (2005) se la suministra Clas, entidad formada en su totalidad por productores de leche asturianos. Estas ventas de leche líquida de Clas a Capsa suponen el 53,2% (2005) de la producción lechera de Asturias... Vista en perspectiva histórica la realidad actual a la que se ha llegado a partir de la estructura de producción láctea atomizada y del marco de total indefensión del ganadero que dominaba en sus orígenes, supone una obra colosal, y tal vez el factor de transformación más potente que haya tenido el campo asturiano en tiempos recientes».
Pero ahora es necesario continuar la historia, no creer que ante el futuro cabe, sencillamente, repetirla. Aparecen así novedades. Clas es una sociedad agraria de transformación (SAT), socio mayoritario tanto de Capsa, como de Asturiana de Servicios Agropecuarios (ASA), importante sobre todo en el sector de los piensos; también socio de Semagi y Ascar. En 1993 tenía Clas 6.164 socios activos, número que va reduciéndose porque también en el campo minifundista asturiano aparecen las economías de escala. En 2006, los socios activos son 1.788, pero 233 ganaderos aportan el 40,5% de la leche y «el aprovisionamiento futuro de Clas podía descansar sobre una base de 200-250 ganaderos». Automáticamente, surge la existencia de una serie de realidades que tienen que resolverse: 1) Problemas jurídicos derivados de los estatutos de Clas, en relación con el real decreto 1776/1981, de 3 de agosto, respecto a las SAT, que pone de manifiesto que la situación «en términos de legalidad resulta insostenible, o, lo que es lo mismo, que resulta necesario y urgente proceder a su readecuación a la normativa en vigor, so pena (...) de que la actual (...) pudiera incluso dar lugar a la disolución de la SAT»; 2) La cuestión de los socios excedentes, así como el valor real del capital que les corresponde en la relación Clas-Capsa, porque en ésta existen, como minoritarios, otros socios, encabezados por el grupo Bongrain, Caja de Ahorros de Asturias y Caja Rural de Asturias; 3) Relacionado con esto se encuentra la necesidad, convendría decir más bien que la urgencia, de ampliar Capsa para, con fusiones con otras empresas, lograr dimensiones competitivas dentro del marco de un mercado, el lácteo, que en la Unión Europea tiene dimensiones superiores a las de Capsa para ser empresa óptima, así como reorganizar muy a fondo su realidad productiva, en todos y cada uno de los diversos bienes que lanza al mercado, mercado que debe pensarse en proporciones muy grandes, porque, efectivamente, «la posición de Capsa no se defiende desde Asturias, sino con presencia creciente en los mercados españoles para poder pensar en la internacionalización», o sea, que «sólo desde el exterior es defendible la posición futura de Capsa y Clas»; 4) En realidad, Capsa es una «empresa cautiva» de Clas y, por tanto, los socios de ésta pueden tener la tentación de considerar conveniente subidas fuertes de precios de la leche que Clas vende a Capsa, sin tener en cuenta que esto sólo puede hacerse en el marco de las «empresas cautivas» cuando éstas dominan el mercado, cosa que ni de lejos sucede en este caso; por lo que: a) El hundimiento de Capsa conllevaría, hoy, el de Clas, y b) Clas depende cada vez más de los beneficios de Capsa, todo lo cual subyace en esta opinión del documento de Cuervo-Silva: «Creemos que Clas debería ser capaz de afrontar sus gastos de explotación con sus ingresos de explotación, evitando toda prima adicional del precio de la leche ahorrado a los socios activos que se nutre del dividendo de Capsa o del precio del arriendo de las marcas», por lo que «los beneficios y otros ingresos procedentes de Capsa deben adquirir su propio perfil y no diluirse en el precio de la leche»; 5) Se necesita, ante el futuro «el desarrollo de la marca», porque sólo así es posible gozar de un mayor dominio del mercado; 6) El progreso en I+D+i es necesario «para mantener la tensión del mercado y desarrollar acuerdos de colaboración con centros de investigación para preparar productos de nueva generación»; 7) Finalmente, debe estarse muy atento a la evolución de la política agrícola común, que, por fuerza, va a alterarse con rapidez, y repercutir, como es lógico, en nuestra ganadería.
En LA NUEVA ESPAÑA, con un editorial, se colocó en un muy primer lugar de preocupación de los asturianos esta realidad, porque si se quiebra, sería grande el desastre para el campo regional, y de ahí al resto de la economía del Principado. Por lo señalado y por lo que se ha leído y oído hasta ahora, ese riesgo existe y sólo se liquidará si el mundo rural asturiano muestra la misma solidaridad y espíritu inteligente que en la «guerra de la leche».
Creo que quienes decidan no atreverse a efectuar los cambios que precisa, evidentemente, el conjunto Clas-Capsa deberían irse a nuestra inmortal novela, «La Regenta», de Clarín, y en su tercera edición buscar un magnífico prólogo escrito por Benito Pérez Galdós. En él encontrarán este consejo: «Levántate y anda, tu naturaleza es fuerte; el miedo la engaña, imponiéndole la desconfianza de sí misma». Quien no se atreve en el terreno económico, quien no tiene en cuenta lo de la destrucción creadora de Schumpeter en su famosa obra «Capitalism, Socialism and Democracy» (Harper, 1942) -que concretamente afecta a la organización empresarial- fracasará. En el mundo empresarial perece, al petrificarse, quien es conservador. ¡Qué pena que ocurriese eso en algo que surgió por atreverse, con mucho riesgo, además, los ganaderos asturianos y no osar ahora sus herederos!