21 febrero, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 21-02-07 La obligación de los políticos y el acertado editorial

En el acertado editorial que su periódico publicó el domingo leo una frase tan brillante y certeza como ésta con respecto al proyecto de la losa de Santullano: «Tales antecedentes incitan al escepticismo, pero, a la vez, exigen que, de una vez por todas, los políticos actúen de forma responsable y cumplan, ante todo, con su obligación de resolver los problemas que preocupan a los ciudadanos». No sabe usted cómo me complace que un periódico como LA NUEVA ESPAÑA tenga la lucidez y la valentía de reconocer que los políticos tienen la obligación de resolver los problemas que preocupan a los ciudadanos. Cuando en su periódico estaban escribiendo el editorial del domingo, mi familia estaba viviendo la enésima inundación de la casa en la que vive. Se podrá imaginar usted la zozobra que embarga a unos padres con dos hijos pequeños cuyo hogar se ha convertido en un embalse de agua, lodo y basura. El fuerte viento y la lluvia persistente que sufrió el concejo de Salas desde la noche del viernes a la madrugada del domingo convirtió la carretera nacional 634 en un río paralelo al Nonaya. Con motivo de las obras de la futura autovía Salas-La Espina el entorno de mi vivienda es un escenario en el que proliferan los movimientos de tierras, caminos provisionales y taludes que obstaculizan el normal drenaje de las aguas en días de intensas lluvias como los pasados. Como digo, no es la primera vez que sufrimos la entrada de agua en la casa. Como en ocasiones anteriores, denunciamos los daños a las autoridades locales, regionales y nacionales, pero sin encontrar apoyo en ellas. Ni la Policía Local, ni la Guardia Civil se dignaron prestarnos socorro. Ni siquiera la justicia nos ha prestado ayuda, ya que la denuncia presentada el año pasado fue sobreseída por no considerar delito que las obras provoquen inundaciones en las viviendas adyacentes a las mismas. Me pregunto de qué sirven los grandes carteles en los que se ruega a los vecinos que disculpen las molestias por las obras cuando, como en este caso, no sólo se trata de molestias, sino de daños materiales y morales, unos daños que se vienen repitiendo desde que empezó la construcción de la autopista y que, al parecer, tenemos que soportar sin que las autoridades competentes lo eviten y sin que nos presten auxilio.
Por eso, cuando leí la frase que antes he citado tomada de su periódico, me dije: pues voy a denunciar los hechos por medio de una carta al director de LA NUEVA ESPAÑA, para que cuando la lean, a las autoridades que han hecho, y siguen haciendo, oídos sordos ante el problema, les salgan los colores a la cara, si es que tienen la sensibilidad que deben tener, y cumplan su obligación: «resolver los problemas que preocupan a los ciudadanos».
Inés Rodríguez Menéndez
Salas