10 mayo, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 10-05-07 Programa, programa, programa



LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES
El panorama que se puede contemplar en la presente jornada desde el alto de la Cabruñana es espectacular. Sin nubes viajeras en el cielo. Sin niebla que sube a bocanadas desde el fondo de los valles. El verde tiene una fuerza lujuriosa. A lo lejos, en algunas cumbres, parques eólicos, cuya contemplación produce placeres cuasi orgiásticos en algún vate de nuestro más acá entusiasta del progreso.
Pronto, muy pronto, estos parajes estarán muy próximos al centro de todas las Asturias. Resulta curioso recordar que, según consta en las hemerotecas, hubo quien consideró innecesaria la autovía entre Oviedo y La Espina. ¡Ay, la memoria, esa "ciega abeja de amargura", según el poeta!
De la fertilidad de estas vegas nadie duda. Del encanto de estos parajes, dieron cuenta muchos ilustres visitantes, Jovellanos, entre ellos. Siendo así, uno se pregunta, sin ánimo de incurrir en el viejo costismo regeneracionista, por qué las autoridades competentes no intentan arbitrar una serie de medidas para que la explotación de estos campos obtenga el rendimiento que potencialmente está en condiciones de dar. Acostumbrados estamos a que en la política general se hable poco del campo. Pero ya es el colmo que tampoco parezca existir para los políticos locales.
Más allá del viejo sueño de un «Bienvenido Mister Marshall» en forma de gran industria que venga a instalarse por aquí, quimera que viene a recordar aquel ácido verso de Ángel González («Te llaman porvenir porque no vienes nunca»), sería de exigir que en los programas de los candidatos que concurren a las alcaldías de estos parajes figurase algo acerca de las políticas agrarias. ¿O se da por hecho ya que estas vegas no deben ser explotadas? Si es así, téngase al menos el valor de declararlo.
El actual alcalde de Salas, que esperará revalidar su mayoría absoluta, en la llamada «memoria de gestión» que depositó en nuestros buzones, habla de las potencialidades de futuro de este municipio, al tiempo que, con su prosa plateresca, nos demuestra a todos que, entre sus saberes, no se encuentra ciertamente el conocimiento sobre Filosofía del Derecho, ni tampoco acerca de Derecho Constitucional. Pero no nos aclara si ve alguna potencialidad en los feraces campos de estas comarcas.
Por su parte, el actual primer edil de Belmonte de Miranda, además de declararse librepensador, cosa que no sólo me debió sorprender a mí, se refiere al futuro minero. A este respecto, hay algo que me vengo preguntando desde hace meses. Y es si la multinacional minera que abandonó sus instalaciones en Belmonte y en Salas cumplió las condiciones del convenio que hizo con la Administración acerca de la restauración del entorno donde se ubicó una vez que terminase sus explotaciones. ¿Alguna autoridad política podría informarnos sobre el particular?
Se habla de polígonos industriales. Convendría saber a qué tipo de empresas se refieren y, sobre todo, informarnos acerca de los puestos de trabajo que se dirimen. Se habla, y también se escribe, con prosa plateresca, del salmón, es decir, del río Narcea. ¿Piensa acometerse pronto el saneamiento en los pueblos ribereños? Esto último no me cansaré de preguntarlo.
Alguien escribió que lo más confuso de todo era el crepúsculo de un ciclo histórico, puesto que podríamos estar hablando tanto del fin de un período, pero también de la aurora de algo que está emergiendo. Seguro que todos nos decantamos por esto último.
Y esa aurora, perdón por la perogrullada, tiene que partir de lo mejor que tenemos. Es un lujo pasear a orillas del Narcea y poder seguir disfrutando -todavía- de la vida que hay en este río, de truchas que se ceban, de salmones que suben, de aguas casi garcilasianas. El futuro de estas comarcas pasa en parte muy importante por la garantía de seguir contando con este tesoro natural y paisajístico que es el río Narcea.
El futuro de estas comarcas pasa también por las excelencias de los productos que aquí se cultivan. Déjenme, por una vez, ser, consciente y voluntariamente, pueblerino. Pongo por ejemplo las fabas de Lanio. ¿Hay políticas para favorecer éste y otros cultivos?
¿De qué habla el señor Areces cuando se refiere a la ruralidad, tal y como hizo recientemente en Pravia?
Miren, hay unas comarcas en Asturias, las del bajo Narcea, que en muy poco tiempo estarán a un paso del centro neurálgico de esta tierra. Por ellas pasa un río que aún tiene vida bajo sus aguas. Sus vegas son muy productivas. Su paisaje se conserva aún en condiciones más que aceptables.
Aún así, necesita ayuda para que el descenso demográfico no siga incrementándose. La mejora en las comunicaciones es un factor de primer orden, pero no el único. Y, más allá de las palabras que nada dicen, oriéntese y ayúdese a los pocos que quedan que puedan estar interesados en cultivar sus tierras; favorézcase la creación de empresas que, por pequeñas que sean, nunca estarán de más.
Y, sobre todo, presérvese el mejor tesoro que tenemos. Se llama río Narcea. Se apellida valles y vegas. Y, en su pedigrí, está la reserva de un paisaje que no debe ser destrozado.
El Narcea todavía no es el Nora.