LA NUEVA ESPAÑA 03-10-07 El gallinero está de fiesta
CELSA DÍAZ ALONSO
-¡Que no, que me dejes en paz! ¡No quiero saber nada de nada! -oía el alterado cacareo de Elvira contestando a la gallina Consuelo.
-¿Pero qué ala se te ha roto?
-Ahí vamos, a las alas. Mira el lamentable estado en el que se encuentra mi, hasta ahora, espléndido plumaje.
-Pecando de sincera, siento decirte que hace mucho tiempo que no te distingues precisamente por tu gallardo aspecto.
-Ya lo sé -hipó Elvira con gesto lacrimoso-. Es a causa de esos inútiles vitalicios que pueblan nuestro gallinero. Culpa suya es que mi cresta esté de un rosáceo decolorado y mis plumas parezcan escarpias. Ya me lo dijeron mis buenas amigas de Lanio: «Elvira, con esa pinta, no puedes acudir a las fiestas de tu gallinero, vas a ser muy criticada». Así que desde este momento hasta que se apague la última bombilla verbenera no quiero que nadie me venga a hacer mala sangre con las historias de siempre.
Ante el escándalo que montaba, chillando cada vez más irritada, acudió un grupo de gallinas para enterarse a qué se debía semejante alboroto, y una de ellas se fijó en la pequeña maleta que Elvira tenía entre las patas.
-¿Te vas? -cacarearon apuradas y con visible alarma-. ¿Dónde vas a estar mejor que en este gallinero? Además, ahora que se acercan nuestras fiestas, las mejores de todo Paraxes.
-Se me ocurren mil motivos para irme, pero no se trata ahora de eso, sino de recuperar mi lozanía juvenil (sin risitas, eh). Me voy a un spa y a ponerme en manos de mi psicoesteta.
-¡Atiza! -cacareaba Clotilde envidiosona.
-¡Vaya nivelazo! -murmuraba Domitila en un corrillo en el que dominaban los gestos de sorpresa, mientras las gallinas más prácticas la conminaban a quedarse para ayudar en la preparación del magno evento.
-No, no, está todo en manos de los jovenzuelos, que lo están haciendo de maravilla: la gallina Ursulina, los gallitos Agustín, Miguelín y Borjita y el pollito Dieguito, ayudados por algunas hortalizas adultas. Todo va sobre ruedas.
-Y qué pasa con Jacinto, ¿vendrá por aquí para después glosar las fiestas con su verbo florido?
-Puff ¡Ya empezamos a fastidiar!
-Vale, vale. No te alteres, que te estás empezando a poner morada, y eso no lo arregla ni el mejor estilista.
-Creo que te va a venir bien relajarte en unos baños de espuma -pronosticaba la gallina Remedios con sonrisilla burlona- y a la vuelta seguro que hasta bailas una pieza con Fermín.
En este punto de la conversación me retiré discretamente, antes de que la situación fuera a mayores. Nada ocurrió. Elvira está relajándose en las aguas termales de un coqueto balneario y llama todos los días para ver si todo va bien con los preparativos. Asegura que su psicoesteta está haciendo milagros. «Bueno -aclara con retintín- milagros no porque parte de muy buen material», y me insiste en que invite a todas las gallinas, gallos, legumbres y hortalizas a que suban la cuesta, que en nuestro gallinero empieza la fiesta.
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