06 marzo, 2008

LA NUEVA ESPAÑA 06-03-08 Fermín, arquitectura y Prozac


CELSA DÍAZ ALONSO

En mi paseo matutino por el gallinero noté a Fermín bastante desmejorado. Estaba alicaído, su funda de cresta no combinaba en absoluto con su plumaje, e incluso estaba encajada con tan poco estilo que parecía un repollo. Preocupada por el anómalo aspecto del gallito más postinero del contorno, pregunté al grupo habitual de volátiles, sospechando que quizás algo tendrían que ver. -¿Nosotras? ¡Quita, quita!
-¿Estará enfermo? ¡A ver si tiene la gripe aviar! -la perspectiva de una epidemia en toda regla no me hacía maldita la gracia. Me acerqué en seguida a la esquina en la que estaba acurrucado, seguido de una corte de gallináceas interesadas en saber a qué había que atenerse en caso de grave achaque.
-¿Qué te pasa Fermín? -interrogué en un tono zalamero.
-Soy un don nadie, un mindundi.
-¿¿¿???
-Soy el hazmerreír de los mandatarios de todo el orbe. No puedo exponer al mundo ningún hito urbanístico que perpetúe mi memoria, porque vosotros, mis súbditos...
-Ciudadanos, Fermín, ciudadanos.
-¡Y ciudadanas! -apostilló apresuradamente Consuelo.
-Bueno, eso. Vosotros, que deberíais apoyarme, no hacéis más que contradecirme, y echar por tierra todos mis proyectos. Sniff.
-Es que son demenciales.
-Más demenciales son los de los gallineros del centro astur y nadie dice nada.
-¡Que sí, Fermín! Alguno incluso se ha echado atrás. Y los que se mantienen, ¿qué me dices? Tanto bombo y platillo para acabar siendo un Corte Inglés.
-¿Y lo de la isla con palacio empresarial, eh? -replica acalorado recobrando sus naturales modos, con un alivio considerable por mi parte- ¡Y hala!, aplausos para el caballerete.
-Que no Fermín, que esa es una patochada electoral -esperemos-. Además ya te hemos consentido un nuevo gallinero presidencial y dos rotondas.
-Pero eso lo hace todo el mundo. No tiene ninguna particularidad.
-¡Te dejamos forrar la panera de colorines para que pueda ser comparada con el Guggenheim!
-Eso ya lo van a hacer en un gallinero de la costa.
-Chico, es que nada te vale.
-Mejor trabajabas en cosas positivas que mejoraran la calidad de vida en nuestro entorno rural. Al fin y al cabo es tu mundo
-Elvira, siempre, la voz de la conciencia.
-Pero si vivís como marqueses.
-¡Yo me he caído otra vez en el mismo agujero del camino! -replicó rápidamente Etelvina- ¡A ver si se asfalta de una vez!
-¡Los transportes públicos no existen!
-¡Nuestras amigas de Cangas del Narcea van a tener que empollar huevos sin anestesia epidural, y no rechista nadie!
-Ahí no puedo decir nada, no me compete. Además, la disciplina de partido...
-¿Y el famoso plan de desarrollo rural?
-¡Lo que ya entiendo es lo de fijar población! -intervino Renata un poco colorada por el esfuerzo de haber llegado a alguna de sus conclusiones-. Consiste en quitar servicios a ciertas zonas para que no vaya a ellas ni el tato y no aumenten los habitantes. Los que viven allí la van palmando y con la disculpa de que son pocos, eso que nos ahorramos.
-¡Caramba, Renata! Te habrá costado...
-Y así -continuó la aludida embalada en su discurso y sin hacer caso a la guasa de los comentarios- vía libre para parques eólicos, canteras, minas, subestaciones eléctricas y otras lindezas por el estilo.
-Renata, definitivamente eres un genio.
Mi propósito de animar a Fermín no sólo fue un rotundo fracaso, gracias sustancialmente a la inestimable ayuda con la que conté, sino que lo sumió en un estado depresivo-primaveral del que me va a costar hacerle salir.