27 noviembre, 2009

LA NUEVA ESPAÑA 27-11-09 Escuche, doña Belén, escuche


Carta abierta a la viceconsejera de Medio Ambiente
LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES
Esta tarde, doña Belén, mientras iba de camino a Lanio desde Pravia, bajo un cielo con nubes sueltas y desgajadas, grises y rojizas, con un avión que dejaba a su paso una anémica estela blanquecina, bajo esa luz del atardecer que nos invita al recogimiento, contemplaba también la soberbia belleza del tono ocre de los castañedos sobre el valle y no pude no preguntarme si en algún momento pasó por su cabeza plantearse hasta dónde, hasta cuándo y hasta qué extremo se conceden ustedes margen para seguir dando palos de ciego en sus incesantes inventos encaminados teóricamente a preservar la presencia del salmón en nuestros ríos.
Recordaba esta tarde, doña Belén, sus últimas declaraciones en LA NUEVA ESPAÑA, en donde buscaba usted una equidistancia que, se lo digo con todo el respeto, es falaz. No es de rigor enfrentar a ecologistas y pescadores. Mire, estos últimos son los primeros en desear que los ríos tengan vida y estén cuidados. No son depredadores que quieren acabar con todo, sino gentes que suspiran por ver los ríos en buenas condiciones y llenos de peces. Y, en cuanto a los ecologistas, ya está bien de utilizarlos como el muñeco de pimpampum que se lleva los golpes de todos. A una persona de su formación y conocimientos no necesito recordarle que el movimiento ecologista surgió en un mundo en el que «las condiciones objetivas» (¡con perdón!) lo exigían.
Puede haber pescadores poco cuidadosos y también ecologistas con exceso de celo. Pero lo que hace la excepción es confirmar la regla y no convertirse en generalidad. Insisto en que unos y otros, ecologistas y pescadores, desean lo mejor para nuestros ríos. Esbozar un discurso de enfrentamiento entre ambos colectivos, poniéndose usted en un punto medio que escenifique el equilibrio, resulta marrullero y demagógico.
Dicho esto, doña Belén, hay cosas que sigo sin entender en su política y en sus declaraciones. Por ejemplo, ya que hablamos de desvelos por el buen estado de los ríos, tenga la generosidad de explicarme por qué hay pueblos ribereños, éste en donde vivo sin ir más lejos, llamado Lanio, que continúan sin saneamiento. Tenga la bondad de explicarme también cuándo se piensa acometer la salida de las aguas residuales a su destino de forma que no contaminen los ríos. Y, ya de paso, me gustaría mucho saber si se piensan tomar decisiones para estudiar las causas que ennegrecen tanto las orillas del Narcea.
Porque, mire usted, doña Belén, partiendo de la base de que usted forma parte de un Gobierno de izquierdas (ji, ji, ji), quiero creer que ante todo están los intereses generales, que ustedes se afanan y se desvelan con el propósito de que todas las empresas cumplan las normativas medioambientales. Porque la izquierda plural y transformadora no puede ni debe tener otros objetivos que no sean el bienestar común.
Escuche, doña Belén, se lo ruego. ¿De verdad considera usted que lo más importante para preservar la presencia del salmón en nuestros ríos es restringir la temporada de pesca y reducir los cotos? ¿No habría otras medidas a adoptar?
Mire, para empezar, una mujer como usted, demócrata de pro, debería, entre otras cosas, negociar con los colectivos de pescadores y, de paso, escucharlos también a ellos, que, insisto, son en su inmensa mayoría los primeros interesados en que el salmón no desaparezca de nuestros ríos. ¿Es concebible, doña Belén, un pescador sin peces que capturar? ¿No cree que debería tratar con mayor consideración a los pescadores, intentar al menos que se sientan y se sepan escuchados?
Escuche, doña Belén, hay un convencimiento generalizado en el que coinciden casi todas las partes implicadas, espero que usted también. Un convencimiento que, como suele suceder en estos casos, es de Perogrullo. El tal convencimiento es que el estado de la cuestión, preocupante a decir verdad, no puede obedecer a una sola causa. Pues bien, ¿por qué no poner sobre la mesa todas las posibles causas y acto seguido plantear los correspondientes enfoques para abordarlas y atajarlas?
Es triste, muy triste, sospechar que ustedes sólo están dispuestos a adoptar medidas restrictivas contra la pesca del salmón. No voy a negarle que pueden, en parte, resultar inevitables, pero nunca serán suficientes.
Dicho esto, añadamos algo más. ¿No le parece que sería muy triste y desolador llegar a la conclusión de que, en primer término, no tienen voluntad de hacer las inversiones medioambientales necesarias, entre ellas, los saneamientos de los pueblos ribereños, y que, en segundo lugar, no están ustedes por la labor de exigir el cumplimiento de la normativa medioambiental a las empresas en cuyo proceso pueden estar implicados los ríos, empezando por la regulación de los cauces y siguiendo con los vertidos que pudieran existir?
Escuche, doña Belén. La cosa es seria, muy seria, y exige políticas rigurosas en su acepción más amplia.
Y es que, mire, hay sitios en Asturias, entre ellos los pueblos ribereños del bajo Narcea, en los que, a pesar de la fertilidad de sus vegas, el abandono y la despoblación son alarmantes. Añada usted a ello que el río Narcea, históricamente tan rico en truchas, anguilas y salmones, cada vez tiene menos vida.
¿Qué nos queda, doña Belén? ¿Qué nos cabe esperar de una izquierda gobernante que no protege nada de esto y que, eso sí, no deja de dar su visto bueno a invasiones eólicas?
¿Puede haber despropósito mayor? Las vegas, sin cultivar. El Narcea, sin apenas peces. Sólo florecen la maleza en los campos y los eólicos en las crestas de las montañas.
¿Existe para ustedes algo que pudiera llamarse políticas conservacionistas?
¿Aceptaría que la invitase a leer lo que Jovellanos consigna en sus Diarios acerca de estas tierras del bajo Narcea por las que viajó camino de Belmonte?
¿Sería para usted excesiva molestia informarnos acerca de las políticas medioambientales que tienen para estas comarcas, si las hubiere?
* http://blogs.lne.es/luisarias/

http://www.lne.es/opinion/2009/11/27/escuche-dona-belen-escuche-br/839820.html

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿A cuántos personajillos de éstos habría que ponerles el rótulo de "persona non grata"?

5:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Sì, claro y rotundo, además de bien escrito. Lo que cabe preguntarse es si servirá de algo.

12:52 p. m.  

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