27 noviembre, 2009

LA NUEVA ESPAÑA 27-11-09 Noticias recién horneadas en Salas

Javier Llanio, a la derecha, recoge los periódicos en el estanco de Ricardo Garrido, en Salas.
Llanio entrega el pan a Sonia Suárez, de «La Peñuca».
Parroquianos, en «Casa Bayón», en Mallecina. ignacio pulido

El panadero Javier Llanio mantiene viva la tradición del reparto del pan junto al periódico l A diario recorre más de 100 kilómetros con su furgoneta por los pueblos del concejo

Salas, Ignacio PULIDO
Las noticias y el pan llegan al mismo tiempo a muchos hogares de Salas. Desde hace décadas, la distribución de los periódicos convive con el reparto diario de los panaderos, que se han convertido en improvisados difusores de la actualidad más ferviente a través de las serpenteantes carreteras del concejo. Javier Llanio es un panadero salense que reparte el periódico desde hace unos quince años. Su familia ha elaborado pan durante cuatro décadas. Todos los días, Llanio se levanta a las seis de la madrugada. Su función es la de repartir el género por numerosos pueblos de Salas y Pravia, a lo largo de una ruta de unos ciento diez kilómetros.
Cada día, Llanio acude a su panadería, donde recoge las barras y los bollos que serán repartidos por los pueblos. Acto seguido, se dirige con su furgoneta hasta el estanco de Ricardo Garrido, sito en la calle de la Pola, donde le son entregados todos los periódicos solicitados por los vecinos de pueblos como Mallecina, Malleza o La Barraca. «Todo comenzó cuando la gente me solicitaba que les llevase el periódico. Lo que al principio era un hecho alejado ahora se ha convertido en una costumbre y todas las mañanas reparto unos veinte ejemplares, fundamentalmente de LA NUEVA ESPAÑA», señala Llanio.
Tras iniciar su jornada, Llanio se traslada al volante de su furgoneta blanca hasta Cornellana, desde donde parte hacía Soto de los Infantes. Una vez allí, vuelve a la capital del concejo para iniciar su camino dirección a la zona del alto Aranguín, sita en las proximidades del límite entre Pravia y el municipio salense. «Tengo el horario bastante calculado. Suelo finalizar en torno al mediodía», explica Llanio, que es ayudado por otro compañero a primeras horas de la mañana.
«Son muchos los vecinos que preguntan por el periódico antes que por el pan. A veces, la prensa llega tarde al estanco y yo no puedo esperar para iniciar mi ruta. No es la primera vez que mis clientes se enfadan por no llevarles el diario», sonríe Llanio mientras el reloj roza el mediodía. En el bar «Casa Bayón», en Mallecina, los parroquianos disfrutan de una pinta de vino mientras charlan. Esta es una de las noventa paradas que realiza el panadero al cabo de la mañana.
Acto seguido, y tras dejar su mercancía, Llanio prosigue con su marcha y se detiene de nuevo a unos centenares de metros, en «Casa Manolo», negocio ubicado en La Arquera. «La gente me paga a diario el periódico. Tan sólo los bares y los restaurantes pagan a la semana o al mes». Tras detenerse en La Barraca, acude a Villamondriz, su penúltima parada en «La Peñuca» de Vegafriosa, antes de culminar su particular odisea. Allí tan sólo entrega un par de barras de pan. «Aquí es el panadero de El Valle quien nos hace llegar el periódico. Es un servicio indispensable. Si no fuera por ellos tendríamos que bajar todos los días a buscar el diario a Pravia, con el incordio que eso supone», explica Sonia Suárez, gerente de «La Peñuca».
Y es que el reparto de la prensa está vinculado a la distribución del pan, desde hace décadas, en muchos pueblos de Asturias. «Cuando era un crío recuerdo como el panadero traía las barras y los periódicos con una mula. En una ocasión la nieve nos dejo aislados durante dieciocho días y a su regreso, el panadero hizo acto de presencia con todos los ejemplares atrasados», recuerda José de Arango, presidente de la asociación vecinal «Los Picos».

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