13 abril, 2010

LA NUEVA ESPAÑA 13-04-10 La importancia de las formas

Empieza a ser imprescindible reclamar una mayor participación de los ciudadanos en la vida pública






CELSA DÍAZ ALONSO
El 9 de abril hizo doscientos veintiséis años que nació en Tuña, en este occidente astur, Rafael del Riego, protagonista en la promulgación de la mítica Constitución de 1812. ¿Alguno de nuestros prohombres haría un paréntesis en sus pequeñas miserias partidistas y recordaría el espíritu que movió aquellas circunstancias históricas? ¿En caso de estar al corriente de la efeméride, pasaría por su caletre algo más que un evento deportivo en el que un tañedor de trompeta australiano interpretó con desbordada pasión la marcha dedicada al militar a modo de himno patrio para enfado de unos y cachondeo de otros?

Mucho me extraña. La experiencia no nos permite ser tan ingenuos. Hace demasiado tiempo, convertido ya en fuerza de costumbre, que la Administración pública no se rige por estos principios. Convencidos están nuestros políticos de que una vez introducidas las papeletas en las urnas y ganadas las elecciones, queda otorgada la «barra libre» para los siguientes cuatro años. En sus inmediatos planes no tiene cabida la gestión consensuada o la consideración de opiniones divergentes. Conmigo o contra mí, ése es el lema que impera. Se gobierna en base a los intereses del partido e incluso, como la actualidad nos muestra cada cierto tiempo, por pecuniarios provechos particulares. La ciudadanía queda marginada de cualquier intervención en la vida pública.
Actitudes y declaraciones que demuestran este estado de las cosas son el pan nuestro de cada día. La vida municipal, la más cercana al ciudadano y con mayores posibilidades de constituir este germen democrático, está enfangada por maneras despóticas y caciquiles, sobre todo en aquellos ayuntamientos cuyos gobernantes llevan tantos años en la poltrona que sólo aspiran a jubilarse en un puesto que parece procurar grandes satisfacciones, a la vista de cómo se puede llegar a perder los papeles por conservarlo.
En Salas pronto tendremos un polígono industrial ocupando la vega más extensa y fértil del Narcea, pobre río que bastante tiene ya encima (y debajo). Muchos colectivos y particulares consideran una pérdida ambiental, paisajística e incluso económica su implantación, sobre todo si tenemos en cuenta la cercanía de otros equipamientos de semejantes características, existentes o en proyecto, y la facilidad de comunicación con los mismos resuelta gracias a la autovía a La Espina (si algún día nuestros ojitos llegan a verla o nuestros neumáticos a hollarla, aunque si don José Blanco dice que para el 2011?, je, je). Nunca hasta el momento el Consistorio se hizo eco de estas opiniones, ni trató de explicar públicamente por qué esta ubicación es la idónea, limitándose a la descalificación de los sectores en desacuerdo. Curioso será cuando frente a este bosque de chapa y hormigón aparezca en toda su rutilante luminosidad la denominada Casa del Río, museo de una vida fluvial que agoniza y a la que hay que acabar construyendo hogares de acogida. Ejemplar paradoja.

http://www.lne.es/opinion/2010/04/13/importancia-formas-br/899919.html