LA NUEVA ESPAÑA 29-03-11 El desayuno de los jabalíes
Llegan a las caserías buscando los riegos de las primeras patatas
Tengo que preguntarle este fin de semana a mi amigo Josenín el de Tablao, que vive cerca de la frontera entre los concejos de Salas y Valdés, al borde mismo de la ruta de Gallinero a Arcallana, si trató adecuadamente a los cuatro jabalíes que iban el otro día, muy avanzada la madrugada, a paso ligero, por el camino que llega a casa de este vecino que ya compró las patatas de siembra y que puede que no llegue a recoger, como dicen por aquí, ni la simiente.
La patrulla de los cuatro jabalíes, con uno al frente que de ser cazado hubiese tirado a tope de la romana, no tuvo ningún inconveniente en cruzar la carretera comarcal -no hay pasos de cebra y todo es libre- a dos palmos de los faros del coche, iban contoneándose porque el buen piso facilitaba la excursión, y por la velocidad a la que avanzaban daba la impresión de que lo suyo es ya más el territorio asfaltado que el monte lleno de maleza que eso estorba mucho. No vacilaban ni un instante, bien seguros del camino que les llevaba justo hasta la antojana de la casería de Josenín, donde seguramente encontrarían algo aprovechable.
Como era sábado por la noche puede ocurrir que Josenín el de Tablao hubiese llegado tarde a casa porque es familia de salir el fin de semana a cualquier fiesta cercana y estuviesen todos sumidos en el más profundo sueño. En casa barrunto que tienen que tener siempre buen material para el desayuno, porque los veo comprar sobaos pasiegos y corbatas de Unquera en Casa Claudio. Y como Josenín y los suyos son de esas personas que lo dan todo a quien llega a su hogar, me temo que su hospitalidad no discriminase a esas horas intempestivas y no dudasen en dar un buen desayuno a los ilustres e intocables visitantes.
De poder establecer un convenio con los cuatro jabalíes seguro que Josenín hubiese firmado el dar el desayuno a sus visitantes durante toda la campaña a cambio de que no le arranquen las patatas, las fabas y el maíz. Ya no sirven para nada los palos con trapos o plásticos, los «espantuyos» y demás engaños porque hasta las cercas electrificadas resultan inútiles ante estos especializados jabalíes que saben que cualquier rama que caiga sobre los cables intercepta la corriente y ellos, los depredadores de los sembrados, no necesitan ni alicates para cortar el alambre. Y ahora, por si eso fuese poco, venimos escuchando a los políticos, ya en plena tabarra electoral, pontificar sobre lo necesario que es el fijar población en las aldeas. Pero la población ya está fijada. La de los jabalíes, claro. Y con plenas garantías. Son intocables. Por tierra, mar y aire.
http://www.lne.es/occidente/2011/03/29/desayuno-jabalies/1052638.html
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