LA NUEVA ESPAÑA 10-12-11 Comer en Salas
El gochu asturcelta es el protagonista estos días en todo el concejo
Por los pueblos del concejo están en plena matanza del gochu -con perdón-, pero esto, como casi todo en la aldea, va a menos porque la población está muy envejecida y los médicos avisan con frecuencia que los chorizos, las morcillas, el adobo y los jamones es mejor contemplarlos en fotografía en colores si es que hay por el medio colesterol, hipertensión y todos esos achaques que hace unas décadas eran desconocidos o porque la ciencia médica no había avanzado lo suficiente o porque al paisano de pueblo no lo tumbaba ni un carbayo en día de ventolera.
Y por la villa salense, por Cornellana, La Arquera y Malleza están los hosteleros esta semana con unas jornadas gastronómicas que tienen al gochu asturcelta como protagonista principal. Hay menús para todos los gustos y carteras, que esto último, con la que está cayendo, es fundamental. Participan con menús de veinte euros cuatro establecimientos de Salas, Malleza y La Arquera. Cinco de la villa y de Cornellana lo hacen con menús de quince euros y luego hay otros tantos que te ofrecen una tapa y una copa de vino por tres euros y medio. Esto comenzó el día de la Constitución y acaba mañana.
Lo del gochu asturcelta está de moda. Los criadores incluso tienen una asociación que se encarga de informar sobre las bondades de una raza que dicen tira muy bien de la romana y es muy bondadosa si se le cuida adecuadamente. El gochu es muy agradecido y, aunque no tenga buena prensa en cuanto a sus aptitudes para valorar el alimento, ya que se dice que le vale todo, está demostrado que le priva la harina de maíz -o de lo que sea, que ahí no distingue mucho-, las panoyas que viertan leche aún -muy tiernas y dóciles al paladar-, castañas, si son peladas mucho mejor, y una buena cama seca porque no es cuestión de dormir la siesta en una pocilga inmunda. Y el gochu, bien cuidado y mimado, te recompensará ahora por la fiesta de la matanza.
Otra de las ventajas que ofrece el gochu, ahora que nos brean a impuestos, es que no hay que declararlo. Pasaron a la historia aquellos tiempos en los que había que llamar al pesador oficial del Ayuntamiento y pagar un arbitrio a tanto el kilo. San Martín es prácticamente la única fiesta que hay en los pueblos que no necesita permisos, no hay que pagar a la Sociedad de Autores, tampoco precisa de contratar orquesta y el mismo día que se mata el gochu ya se puede hacer sopa con el hígado. Si nadie se pone enfermo, el gochu está sano sanísimo. Es una lástima que a quienes vamos para mayores sólo se nos permita contemplar al gochu por encima del cuarterón inferior de la puerta del cubil. O, en todo caso, esperar a un premio de consolación y que nos den una finísima lámina como prueba del jamón. Eso sí, vuelta y vuelta para que suelte la grasa. Y se nos vigila para que no mojemos unas migajas de pan en el plato. ¡Manda carallo!
http://www.lne.es/occidente/2011/12/10/comer-salas/1168882.html
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