LA NUEVA ESPAÑA 24-01-06 El Supremo confirma la condena de 20 años al asesino de una joven en Mallecina (Salas)
Antonio D. F. L. acuchilló hasta diez veces a Rocío Pereira, con quien salió 4 años, «aumentando de forma muy considerable su dolor», según el fallo
Oviedo, Idoya RONZÓN
El Tribunal Supremo ha confirmado íntegramente la condena de veinte años de prisión impuesta por el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) al asesino de la joven Rocío Pereira Arrojo, de 21 años, apuñalada el 18 de septiembre de 2003 por el que había sido su compañero sentimental durante cuatro años. El alto tribunal rechazó así todos los argumentos planteados por la defensa del agresor, dando por válidos los esgrimidos por la acusación particular, representada por el abogado José Carlos Botas en nombre de la familia de la víctima. Antonio D. F. L., que doblaba en edad a Rocío, fue condenado por un delito de asesinato con ensañamiento, con la atenuante de trastorno mental.
El hombre había iniciado la relación con Rocío Pereira Arrojo cuatro años antes del crimen, cuando la joven era menor de edad -tenía 17 años-. La pareja no había llegado a convivir, ya que Antonio D. F. L. «era una persona violenta» e incluso «le había pegado en algunas ocasiones, concretamente un puñetazo a finales del mes de julio de 2003», según refleja la sentencia. También la había amenazado «diciéndole que como la pillara con otro se acordaría de él y que si no era para él no era para nadie».
A pesar de ello, Rocío decidió acabar con la relación, aunque durante un tiempo «le siguió planchando la ropa debido al autoritarismo de él», explica el fallo. Pero el hombre no aceptó nunca la ruptura y «pretendía imponer, incluso por la fuerza, la continuidad de la relación». Así, la seguía continuamente, la llamaba por teléfono y la amenazaba. En definitiva, apostilla la sentencia, trataba de «atemorizarla y presionarla por todos los medios a su alcance». Finalmente, «decidió acabar con la vida de Rocío y, además, haciéndole cuanto más daño pudiese».
El 18 de septiembre de 2003, con la excusa de la ropa planchada, logró citarse con ella, sobre las once de la mañana. En realidad, según la sentencia, «lo que había determinado era acabar con su vida». Ambos se encontraron en la carretera entre Mallecina y Salas, una vía poco frecuentada. Al verse, Antonio D. F. L. comenzó a golpearla con un objeto romo y contundente, ante lo que la joven intentó subirse de nuevo al coche, sin conseguirlo. Presa del pánico, echó a correr por la carretera en dirección a Pravia, hasta que fue alcanzada por el hombre, que la seguía con un cuchillo en la mano, de 15 centímetros de longitud y tres centímetros de anchura de hoja. Rocío recibió una primera cuchillada en la espalda, «quedando anuladas completamente sus posibilidades de defensa», subraya la sentencia. Antonio D. F. L. continuó asestando hasta diez puñaladas «al cuerpo indefenso de Rocío», de las cuales al menos cuatro fueron mortales de necesidad. El fallo asegura que las cuchilladas fueron «de tal contundencia y entidad» que aumentaron «de forma muy considerable el dolor» de la joven.
Tras matarla, Antonio intentó ocultar el cuerpo de Rocío para fugarse, arrastrándolo hasta donde se encontraba el coche de ella, a unos 28 metros de distancia. No obstante, la presencia fortuita de una testigo, M. L. F. C., le hizo cambiar de estrategia y solicitar asistencia médica, por miedo a que la mujer lo hubiera reconocido.
Antonio D. F. L. fue juzgado por un jurado popular y, ya en la sentencia del TSJA, la Sala de lo Civil y lo Penal destacó la «eficaz actuación procesal» del letrado de la acusación particular, «merced a la cual se han acogido prácticamente todas sus peticiones». Además de la pena de prisión, el hombre fue condenado a indemnizar a los padres de la joven en 120.000 euros.
Oviedo, Idoya RONZÓN
El Tribunal Supremo ha confirmado íntegramente la condena de veinte años de prisión impuesta por el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) al asesino de la joven Rocío Pereira Arrojo, de 21 años, apuñalada el 18 de septiembre de 2003 por el que había sido su compañero sentimental durante cuatro años. El alto tribunal rechazó así todos los argumentos planteados por la defensa del agresor, dando por válidos los esgrimidos por la acusación particular, representada por el abogado José Carlos Botas en nombre de la familia de la víctima. Antonio D. F. L., que doblaba en edad a Rocío, fue condenado por un delito de asesinato con ensañamiento, con la atenuante de trastorno mental.
El hombre había iniciado la relación con Rocío Pereira Arrojo cuatro años antes del crimen, cuando la joven era menor de edad -tenía 17 años-. La pareja no había llegado a convivir, ya que Antonio D. F. L. «era una persona violenta» e incluso «le había pegado en algunas ocasiones, concretamente un puñetazo a finales del mes de julio de 2003», según refleja la sentencia. También la había amenazado «diciéndole que como la pillara con otro se acordaría de él y que si no era para él no era para nadie».
A pesar de ello, Rocío decidió acabar con la relación, aunque durante un tiempo «le siguió planchando la ropa debido al autoritarismo de él», explica el fallo. Pero el hombre no aceptó nunca la ruptura y «pretendía imponer, incluso por la fuerza, la continuidad de la relación». Así, la seguía continuamente, la llamaba por teléfono y la amenazaba. En definitiva, apostilla la sentencia, trataba de «atemorizarla y presionarla por todos los medios a su alcance». Finalmente, «decidió acabar con la vida de Rocío y, además, haciéndole cuanto más daño pudiese».
El 18 de septiembre de 2003, con la excusa de la ropa planchada, logró citarse con ella, sobre las once de la mañana. En realidad, según la sentencia, «lo que había determinado era acabar con su vida». Ambos se encontraron en la carretera entre Mallecina y Salas, una vía poco frecuentada. Al verse, Antonio D. F. L. comenzó a golpearla con un objeto romo y contundente, ante lo que la joven intentó subirse de nuevo al coche, sin conseguirlo. Presa del pánico, echó a correr por la carretera en dirección a Pravia, hasta que fue alcanzada por el hombre, que la seguía con un cuchillo en la mano, de 15 centímetros de longitud y tres centímetros de anchura de hoja. Rocío recibió una primera cuchillada en la espalda, «quedando anuladas completamente sus posibilidades de defensa», subraya la sentencia. Antonio D. F. L. continuó asestando hasta diez puñaladas «al cuerpo indefenso de Rocío», de las cuales al menos cuatro fueron mortales de necesidad. El fallo asegura que las cuchilladas fueron «de tal contundencia y entidad» que aumentaron «de forma muy considerable el dolor» de la joven.
Tras matarla, Antonio intentó ocultar el cuerpo de Rocío para fugarse, arrastrándolo hasta donde se encontraba el coche de ella, a unos 28 metros de distancia. No obstante, la presencia fortuita de una testigo, M. L. F. C., le hizo cambiar de estrategia y solicitar asistencia médica, por miedo a que la mujer lo hubiera reconocido.
Antonio D. F. L. fue juzgado por un jurado popular y, ya en la sentencia del TSJA, la Sala de lo Civil y lo Penal destacó la «eficaz actuación procesal» del letrado de la acusación particular, «merced a la cual se han acogido prácticamente todas sus peticiones». Además de la pena de prisión, el hombre fue condenado a indemnizar a los padres de la joven en 120.000 euros.
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