LA NUEVA ESPAÑA 28-06-06 Las ocho décadas de un maestro
El profesor Juan Velarde fue homenajeado por sorpresa en Madrid por su familia, amigos y discípulos, entre ellos Sabino Fernández Campo, Manuel Fraga y Ramón Tamames
El profesor Velarde es felicitado por el conde Latores, Sabino F. Campo.
Madrid, Iñaki ETXARRI
Los ojos se le humedecieron en varias ocasiones a lo largo de la velada. Sobre todo cuando sus nietos fueron pasando uno tras otro por la mesa presidencial, que compartía junto a su mujer Alicia, para decirle: «Te queremos mucho porque eres el mejor abuelo del mundo».
El homenaje sorpresa que le prepararon sus amigos y sus familiares más allegados -allí estaban su esposa, su hermana Maximina, sus hijos Miguel, Alicia y Paloma, y sus siete nietos-, la víspera de su ochenta aniversario fue, en palabras del propio Juan Velarde, «el mejor regalo de cumpleaños que podía tener y, junto con el momento en el que recibí el Premio Príncipe de Asturias en 1992, la noche más importante de mi vida».
El profesor, nacido en Salas el 27 de junio de 1927, se preguntaba: «¿Y ahora, qué me queda?», cuestión a la que, parafraseando a Pío Baroja, el mismo se contestaba: «Doblar la esquina del camino con dignidad».
En los históricos salones de la Sociedad Gran Peña, en la Gran Vía madrileña, se vivió una noche entrañable entre amigos y discípulos de Velarde. Gran Peña es un club privado al que ha pertenecido, a lo largo de su historia, lo más granado de la aristocracia española y de la cúpula militar, y que también contó entre sus socios, por ejemplo, al líder derechista José Calvo Sotelo, muerto en los albores de la guerra civil y al que se recuerda, junto al resto de los socios «muertos por España» en una gran bajo relieve que preside la escalera central del edificio.
Fue un homenaje que sus amigos idearon el pasado verano en los cursos de verano de La Granda y que organizó, con el mayor sigilo, el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, Emilio de Diego. Cuando el homenajeado abrió el gran portón de madera que daba paso al salón y las sesenta personas que allí le esperaban prorrumpieron en un cálido y prolongado aplauso, la sorpresa y la emoción se dibujaron en el rostro octogenario del Premio Príncipe de Asturias. A partir de ahí todo fueron abrazos, parabienes y alabanzas.
Y es que, como el propio Juan Velarde no se cansó de decir, allí estaban «todos» sus amigos. Manuel Fraga, la ex ministra de Medio Ambiente y actual presidenta de la Asamblea de Madrid, Elvira Rodríguez, la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de la Energía, Maite Costa, Ramón Tamames, El presidente del Instituto de Estudios Económicos, Juan Iranzo, los condes de Latores, Sabino Fernández Campo y su esposa María Teresa Álvarez, el historiador portugués y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias en 1995, Joaquín Veríssimo, el alcalde de Las Rozas, Bonifacio de Santiago, o representantes del mundo de la Universidad, como Fabián Estapé o Joaquín Fuster. Todos ellos con la intención de rendir tributo a su amigo y a un hombre que, como lo definió Manuel Fraga, es «uno de los principales estudiosos de la economía que ha dado este país y uno de los padres del que se denominó milagro económico español». Otros, como el ex banquero Ángel Sánchez Asiain, Marcelino Oreja o Jaime Mayor Oreja no pudieron asistir y mandaron sus adhesiones.
Ramón Tamames, que dijo conocer a Juan Velarde «desde 1960, por lo que mi relación con Juan ya va para medio siglo», tiempo en el que «hemos tenido nuestras pequeñas diferencias, pero que hemos sabido resolverlas amigablemente» explicaba que en el profesor asturiano se «resume la economía española del siglo XX».
En el homenaje estuvieron también quienes se consideran sus «discípulos», como Juan Iranzo, para el que Velarde es «un maestro de economistas, un gran divulgador de la economía y un servidor público que, durante toda su vida, ha tratado de promover el crecimiento de la economía. Una parte fundamental del bienestar que en estos momentos disfrutamos se lo debemos al profesor Velarde». En este mismo grupo de discípulos se incluyó la ex ministra Elvira Rodríquez, que coincidió con él en su etapa al frente del Tribunal de Cuentas, y que lo calificó como «un hombre enciclopédico, que siempre saca conclusiones acertadísimas y es capaz además de prever lo que ocurrirá en el futuro». Para Sabino Fernández Campo, el martes se rendía tributo a un «hombre estupendo, un economista fenomenal, una gran persona y que además, es mi amigo».
Todas estas opiniones sobre Juan Velarde de quienes han convivido con él a lo largo de sus ochenta años se plasmaron en un «Liber amicorum» que le regalaron a los postres de la cena los organizadores del homenaje. Una ceremonia por la que, como el mismo Juan Velarde sentenció en sus palabras de agradecimiento, «mereció la pena» todo lo que hice en la vida. «Nunca lo olvidaré», terminó, otra vez con los ojos brillantes y la emoción aflorando en su rostro.
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