LA NUEVA ESPAÑA 19-03-10 La Geología no tiene la culpa
Las verdaderas razones de los retrasos en la Autovía a La Espina
PROFESOR DE GEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
En relación a las grandes obras lineales que se ejecutan en Asturias son cada vez más habituales titulares de prensa como los que siguen: «La autovía entre Salas y La Espina encadena su cuarto retraso, LA NUEVA ESPAÑA, 14-08-2009); «Un argayo obliga a retrasar a primavera la apertura del tramo Grado-Doriga» (LNE, 7-11-2009); «El tramo Grado-Doriga acabará en abril a falta de rematar su enlace con el Corredor del Narcea, tras el argayo que obligó a cambiar su ubicación» (LNE, 20-02-2010). Una vez más, y quizá ya son demasiadas, los continuos retrasos en la finalización de las grandes infraestructuras se justifican con el denominado «azar geológico», creencia -casi religiosa- que los ingenuos geólogos pensábamos haber superado hace tiempo. Erramos en nuestro optimismo. La Geología, que desde hace mucho tiempo es Ciencia madura, continúa siendo para los responsables políticos la permanente y cómoda vía de escape para justificar ante el electorado diversas cuestiones que es mejor que ignore.
A uno, que se dedica a esta devaluada profesión de profesor, le cuesta cada vez más convencer a sus alumnos de que la Geología nada tiene en común con el tarot o la videncia telefónica, aunque a diario se encuentren en los medios de comunicación con acusadores titulares. En realidad, la Geología -a la que se niega presunción de inocencia- es una disciplina apoyada en sólidas bases, que dispone de numerosas herramientas para investigar y diagnosticar, al igual que en Medicina, los terrenos donde se llevan a cabo las grandes y pequeñas obras de ingeniería. Asturias es, como dijo el presidente Vicente Á. Areces en un acto institucional, un auténtico «Paraíso Geológico», dado que cuenta con unas excepcionales condiciones geológicas. Éstas, sin duda, han ayudado a aupar al primer puesto alcanzado en las encuestas nacionales por nuestra Facultad de Geología, y son responsables en gran medida del 50 aniversario, celebrado el curso pasado, de estos estudios en la Universidad de Oviedo.
Retornando al argumento de este artículo, cabe hacer una reflexión: ¿a qué se deben realmente los constantes retrasos «por causas geológicas no previsibles» en las grandes infraestructuras? La respuesta es un conglomerado de varios factores: insuficientes (intencionados o no) estudios geológico-geotécnicos previos, falta de supervisión por parte de especialistas solventes, cuestionable calidad del proyecto constructivo (bien por falta de presupuesto, de tiempo, etcétera), adjudicación de las obras con bajas económicas muy importantes, etcétera.
Estos déficits de partida suelen traducirse con el transcurso de las obras en la aparición de problemas geológicos que las dificultan, pero que nada tienen de imprevisibles si las cosas se hubiesen hecho bien desde un principio. El sentido común apunta a mejorar precisamente las fases de anteproyecto y estudios previos, pero irremediablemente esto no siempre resulta del interés de todos los que concurren en la construcción de las grandes infraestructuras.
El caso de la Autovía a La Espina representa todo un paradigma de lo anterior. El tramo denominado Grado Oeste-Doriga, según datos publicados por el propio Ministerio de Fomento, fue licitado el 1 de diciembre de 2005 con un presupuesto base de 84,35 millones de euros (M?), para abordar 4,2 km. El 24 de mayo de 2006 se adjudicó por 63,33 M?, con una baja del 24,9 % (21.02 M?), para ser construido en 26 meses. Sorprende que el proyecto inicial valore la obra en 63 M? y las empresas constructoras la ejecuten por nada menos que 20 M? menos. Todo un ahorro. La realidad es que, 5 años después, el tramo no ha entrado en servicio; ¿la causa?, oficialmente varios «argayos imprevistos» que obligan a modificar el proyecto original.
Otro ejemplo lo representa el tramo Salas-La Espina 1.ª calzada, que fue licitado en 84,2 M? para sus 12,9 km, y posteriormente adjudicado el 27 de octubre de 2004 por 20,26 M?; otro 22,8% que nos ahorramos a priori en su construcción. De nuevo, 6 años después la obra sigue sin finalizar y, ¿casualidad?, otros «imprevisibles argayos» en la salense localidad de Porciles impiden concluir la obra. ¿Les suena la historia?
Para un geólogo un argayo (denominado «deslizamiento» en su argot) es como una gripe para un profesional de la Medicina o un micrófono para un periodista radiofónico. Los deslizamientos del terreno, al igual que otros muchos «imprevistos geológicos», son objeto de trabajo diario para los que se dedican a la «videncia o tarot geológico». Los hemos estudiado, sabemos identificarlos, conocemos dónde se producen y cuáles son los factores que condicionan su comportamiento. Cierto es que siempre hay un cierto pequeño grado de incertidumbre geológica, pero en ningún caso ha de tratarse de grandes problemas (que no son ni los argayos de Doriga o Porciles) que puedan condicionar la ejecución de una obra. Raramente a un buen diagnóstico se le escapa una enfermedad evidente.
Espero con estas líneas que cuando vuelvan a leer en un titular que una obra se retrasa por un nuevo «contratiempo geológico» reflexionen sobre su veracidad o realmente esconde alguna otra incómoda circunstancia. Asimismo, confío en que algún día ese condenado y olvidado occidente asturiano, que languidece lenta pero inexorablemente como tantas veces alertó El Ferreiro, cuente pronto con esta anhelada infraestructura. Para concluir, si me lo permite y en homenaje a él, ¡haxa salú!
http://www.lne.es/opinion/2010/03/19/geologia-culpa-br/888820.html
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