11 agosto, 2006

LA NUEVA ESPAÑA 11-08-06 Folclorismo del folclore (A propósito del artículo de José Manuel Feito)

LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES

"Hay una línea trazada" es el título del artículo que don José Manuel Feito publicó en LA NUEVA ESPAÑA el 10 de agosto. Las tesis que en él defiende las suscribo al cien por cien. A mí me parece con la traída y llevada "Comarca vaqueira" se está haciendo folclorismo del folclore. De entrada, alguien tendría que explicarnos por qué no están incluidos en esas comarcas los concejos de Belmonte y Somiedo. En segundo lugar, ninguno de los municipios que configuran dicha comarca es exclusivamente vaqueiro. Partimos, pues, de dos obviedades. Ni se incluyen todos los concejos tradicionalmente vaqueiros. Ni ninguno de ellos lo es en su totalidad. Así pues, la falta de rigor es clamorosa.
Bien sabemos que los políticos no son, ni eso se espera de ellos, eruditos en el campo de la etnografía. Pero eso no justifica en modo alguno que se incurra en tamaña frivolidad. No es de recibo que se presente lo vaqueiro como un componente exótico que sirva de reclamo a los turistas. Ni tampoco parece admisible que con ese pretexto se hagan tantos periplos como si de una "tournée" se tratase para divertimento mayor de unos cuantos. Las fuentes bibliográficas más importantes están ahí. Puede que no venga mal recordarlas una vez más. Jovellanos a finales del XVIII, en su carta a Ponz, habla de los vaqueiros y de su trashumancia. Acevedo y Huelves (1849-1920), asturiano de Boal, publicó en 1893 el ensayo Los vaqueiros de alzada en Asturias, libro que está muy en la óptica del celtismo, como es propio de la época, si bien la pasión que se pone en este estudio no deja indiferente a nadie. El teósofo extremeño Mario Roso de Luna (1872-1931), escribió un libro delirante que tiene por título La leyenda del tesoro de los lagos de Somiedo. (Recomiendo vivamente la lectura del prólogo que Juan Cueto Alas escribió a la edición que editó de este libro Silverio Cañada). Juan Antonio Cabezas (1900-1993), nacido en Peruyes (Cangas de Onís), es el autor de la novela La Montaña Rebelde (1960), donde se relata la historia ubicada en territorio vaqueiro en un contexto tan dramático como la guerra civil, que se llevó al cine en 1971. Novela, a decir verdad, fallida literariamente. Del lado del rigor está Adolfo García Martínez con su libro Los vaqueiros de alzada de Asturias. Un estudio histórico antropológico (1988). Sus investigaciones arrojan concluyentes resultados que desmienten las teorías más extravagantes que se fueron difundiendo sobre el mundo vaqueiro.
Bien está que se promocione en lo posible la geografía asturiana donde tuvo y tiene ubicación la cultura vaqueira. Bien está que todos los concejos implicados, con muchos problemas comunes, hagan sinergia en un afán de superación imprescindible. Bien está que se tenga presente la marginalidad sufrida tradicionalmente por el mundo vaqueiro. Pero no parece muy adecuado hacer de ello un mero divertimento, delimitando los territorios de forma arbitraria e incluso caprichosa.
Así pues, bueno sería para empezar que se explicasen claramente los criterios que se siguieron para la actual delimitación. Y no estaría mal tampoco que en su caso se rectificase haciendo de un lado las inclusiones obligadas y, de otro, las matizaciones necesarias.
En cualquier caso, me agradó sobremanera el artículo de don José Manuel Feito. Escribir columnas de opinión en un periódico es, además de otras cosas, tener en cuenta a los lectores, y no, como sucede en ocasiones, hacer de panegiristas blandos buscando parabienes y favores de quienes están obligados a responder de sus actos en tanto gestores de la vida pública. Glosar la belleza de un paisaje, exaltar los encantos de unas comarcas, etc., no debe implicar la incursión en bucolismos de pacotilla con frases hechas sin otra impedimenta detrás que los lugares comunes y la adulación ñoña y lastimosamente rastrera.
Gracias por su afán de rigor, don José Manuel.