08 noviembre, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 08-11-07 Febriles preparativos


CELSA DÍAZ ALONSO
Un numeroso grupo de aves y hortalizas están organizando un viaje a Madrid para el próximo fin de semana. No quieren perderse la nueva ampliación del Museo del Prado realizada por Moneo, ni la exposición de pintura española del XIX comisariada por el asturiano Javier Barón.
En un principio Elvira quería llevar el coche, argumentando que si había ido hasta Vigo, bien podría llegar hasta Madrid. Caras demudadas y expresiones de terror me hicieron reaccionar a tiempo.
-Lo siento, Elvira, para este fin de semana necesito el coche. Además, sois demasiados. ¿No sería mejor que alquilarais un microbús?
-¡Eso, eso! ¡Un microbús!
-¡Es perfecto! ¡Qué idea más brillante!
Se sucedieron las declaraciones en ese tono, y las consiguientes caras de alivio hicieron sospechar algo a Elvira.
-Tanto entusiasmo por un microbús no me parece muy normal -me dijo mientras ponía la punta de su ala en la sien y le daba vueltas alternativamente a derecha e izquierda.
-Ya sabes. Lo de las excursiones siempre tiene un puntillo hortera que las hace muy graciosas. Seguro que acabáis cantando durante el viaje.
-Cantaremos el «Asturias, patria querida», que para eso hay cuatro asturianos entre los artífices del proyecto que ha convertido este museo en uno de los mejores del mundo mundial, y uno de ellos, Arango, con raíces en Paraxes, que no es moco de pavo.
-¿Qué pasa con nuestros mocos? -espetó vehemente el pavo Manolo- ¿Algún problema?
-¡Quia! Muy al contrario.
-¡Ah, bueno!
-Por cierto, no sé si sabéis que el mejor gallo del corral del abuelo del tal Arango era primo quinto por línea materna de mi bisabuela Margarita -terció como sin darle importancia Renata.
-Claro, claro. Faltaba másÉ ¿Y cómo dices que fue esa decadencia genética?
-¡Estúpidas! Os corroe la envidia porque yo vengo de buena familia -gimoteó alejándose ofendida.
Hay una actividad febril en huerta y gallinero preparando equipajes, informándose de precios para transporte y estancia, etcétera. Estoy intentando convencer a las fabas (creo que infructuosamente) de que no abandonen la huerta en plena maduración, pero argumentan que son expertas en arte y por tanto, en esta ocasión, imprescindibles. Las únicas que no se apuntaron al viaje son las acelgas, a las que sólo les gusta el monólogo asturiano bien salpicado de humor rural.
Espero que lo pasen bien y no se metan en líos, aunque me temo que me quedaré sin la cosecha de fabas de este año.