26 diciembre, 2008

LA NUEVA ESPAÑA 26-12-08 Los deliciosos coñinos y carajitos de Asturias

La repostería local tiene especialidades con denominaciones muy curiosas

ALBERTO DEL RÍO LEGAZPI
En octubre de 2008 la Junta General del Principado, declaró a la gastronomía asturiana como bien de interés cultural. Noticia excelente.
Pero al hilo de esto, yo creo que se publicitan demasiado fabada, mariscos y quesos en detrimento de la cosa pastelera, que por trascender lo hace hasta confines geográficos. Decir carbayón es hablar de Oviedo como marañuelas de Luanco, mayormente. En tiempos, hablar del queso de almendra de Galé te situaba en Avilés.
Todos saben que los carajitos son de Salas, pero son pocos los que están al tanto de los coñinos ovetenses.
No cabe duda de que estamos ante la ignorada confitería erótica asturiana.
Camilo José Cela, ya escribió largo y tendido sobre el carajito, dulzura de avellana, yema de huevo y azúcar. Los fetén los fabricaba, en Salas, Pepín el Profesor, fascinante personaje que aparte de confitero y dueño del bar, era corresponsal de periódicos, funerario cuando se prestase, cantor en bodas y funerales e intérprete al órgano. Le sucedió su hijo Rafael Fernández, más conocido por Falo (estaba de madre que Falín hiciera carajitos, claro). Sin salirse de éste párrafo junten palabras: carajitos, Falo y órgano? Esa conjunción sexual debió excitar, literariamente por supuesto, a nuestro Nobel.
El curioso nombre de este pastel se lo puso uno de Malleza emigrado a Cuba, porque en principio se les conocía como macarrones, pero el emigrante fue un día al bar y le dijo al Profesor: «¡Ponme un carajo de esos!». Y le quedó carajito, al pastel.
A Cela le hubiera encantado saber de los coñinos asturianos, en esta región de coñones. En su «Enciclopedia del erotismo», escribe sobre unos pasteles típicos de Cuéllar (Segovia) llamados coñitos por su forma alargada con una rajita en el centro. Y los data como de 1913. Los ingredientes son: mantequilla fresca, azúcar, harina. Y dos huevos, claro.
A mi me lo descubrió, en este periódico, José A. Fidalgo, y creo que algo le tengo leído a Gracia Noriega. Fidalgo averiguó que la confitura ovetense data más o menos de aquella fecha. Lo de coñinos es bautizo popular, en función de la forma, como los de Cuéllar. El confitero de San Juan le explicó que la gente, sobre todo las señoras, evita esa denominación, y recurre a frases insinuantes o a «sonrisas picarescas», cuando no a disculpas de complicidad, a la hora de solicitarlos.
O sea que teníamos inventada la confitería erótica y no nos habíamos enterado. Pastelitos macho y pastelitos hembra.
Nunca tal cosa se vio en España. Que venga la ministra de Igualdad y levante acta.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Este Alberto del Rio es uno de los cachondos más ingeniosos que conozco.

11:15 a. m.  

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