20 abril, 2010

LA NUEVA ESPAÑA 20-04-10 El regreso de Elvira

La vida en Paraxes recupera su ritmo habitual






CELSA DÍAZ ALONSO

Elvira ha roto al fin el mutismo en el que la había sumido una serie de desafortunadas coincidencias. A las noticias de la expropiación forzosa del gallinero de Grandas de Salime con la consiguiente expulsión de sus habitantes y el brutal asesinato a patadas de cientos de congéneres en una granja de Valladolid se unían las declaraciones de López Otín y de algún concejalucho sin escrúpulos negando la capacidad comunicativa gallinácea. «De los politicastros me lo puedo creer todo», sollozaba descompuesta, «pero don Carlos? ¡Ay!». Durante días y días paseó alrededor del gallinero, sumida en sus tristes meditaciones, de las que sólo salía para mirar con odio a algún pinzón cebra que pasaba por casualidad. «¡Pajarraco asqueroso! ¡Qué sabrás tú de las excelencias del lenguaje articulado!». Y tras estos exabruptos reanudaba sus solitarios paseos.
Pero, por fin, esta semana volvió a ser ella misma.
-Mira, mira. Los componentes de «The Beatles» pueden ya descansar en paz, tanto los vivos como los muertos. El Vaticano los ha absuelto de sus tremebundos pecados: una vida disoluta que los condujo a lanzar misteriosos mensajes satánicos al mundo.
-¡Atiza!
-Las aves de corral sabemos que la defensa a ultranza de verdades absolutas tiene un pequeño defectillo: no considera que quizás al perdonado le importe una higa esta indulgencia. Tengo cierta curiosidad por saber qué habrán pensado los señores McCartney y Starr, que Lennon y Harrison poco tienen ya que decir al respecto.
-También sabéis bien las aves de corral que esta actitud de perdonavidas no es exclusiva de las religiones. En la crónica civil la bravuconería está a la orden del día. Y, una vez más, es la mal llamada «clase política» la que se lleva la palma?
-¡Huy! Qué me vas a decir a mí que tengo que aguantar a Fermín un día sí y otro también? Pero debe de ser aún más duro para vosotros, los humanos. Topar de continuo con personajes que, descubiertas sus vergüenzas, no sólo no achantan, sino que muestran un amago de orgullito por haber sido los más listos del gallinero, tiene que ser muy fastidioso. Corruptelas por allí, dictadorzuelos por allá devuelven al espectáculo patrio las maneras caciquiles que hacían a don Miguel de Unamuno hablar de «la gran timba nacional». ¿De qué ha servido para la salud política el paso de los años? ¿Qué fue de la voluntad de regeneración que acompañó vuestras primeras andaduras democráticas de finales del siglo XX? ¿Cómo se llegó al sentimiento de impunidad y desvergüenza del que hace gala cualquier político imputado por una u otra causa?
Elvira siguió así durante largo rato. Tenía que recuperar el tiempo perdido. Creo que la prefería calladita.

http://www.lne.es/opinion/2010/04/20/regreso-elvira/903452.html