LA NUEVA ESPAÑA 16-03-08 Cuando el salmón es leyenda
Hubo un tiempo en que la modernidad y el progreso en Asturias entraban, como los salmones, río arriba. Estoy hablando de aquellos indianos con sus proyectos innovadores, construyendo escuelas y potenciando en nuestras principales ciudades mejores condiciones de vida. Hubo un tiempo en que en esta ruta del salmón que arranca en Cornellana, y termina muy cerca del que fue uno de los principales pozos salmoneros de Asturias, tuvo como uno de sus principales atractivos el mágico pez que se vino convirtiendo, como dirían los petulantes, en un bien escaso.
En esta Asturias de los parques temáticos, mordazmente descrita por Gregorio Morán en los artículos que dedicó a nuestra tierra hace unos meses, cada vez es más frecuente hacer del fantasma y del ausente objeto museístico, depositando la leyenda viva en una hornacina para disfrute mayor del visitante.
Los salmones no volverán masivamente como las golondrinas becquerianas cada primavera. Y, aun así, se podrían poner en práctica políticas tendentes a mejorar las condiciones de los ríos que siempre favorecerían, si no su aumento, sí al menos una lucha contra la paulatina disminución de este mágico pez en nuestros ríos. Estaríamos hablando, verbigracia, del saneamiento en los pueblos ribereños, que no ha llegado aún a gran parte de ellos, y que, por mucho que nuestra vivaz consejera doña Belén Fernández lo anuncie a bombo y platillo, es el hecho de que tales obras no sólo no han comenzado, sino que ni siquiera conocemos al detalle las fechas concretas de su realización. ¿Le supondría un esfuerzo ímprobo a nuestra Consejera concretar el cuándo de estas obras? ¿Están los ayuntamientos implicados apremiando para que esto se lleve a cabo?
Sería sarcástico que se dedicasen los medios necesarios a aulas temáticas y a museos sobre el salmón y que, sin embargo, no se adopten las medidas medioambientales que son más necesarias que nunca, y no sólo por lo que a la pesca se refiere, sino también por el respeto a los ciudadanos que aún viven en los pueblos, que pagan los impuestos establecidos y que, sin embargo, no cuentan con unos servicios imprescindibles para un país que pertenece al primer mundo en el siglo XXI.
Declaraciones de amor al río, a los paisajes astures, a nuestra envidiable naturaleza. Eso que no falte. Discursos que ensalzan todas las leyendas de aquello que se amortaja y diseca. Todo ello es huero y hasta demagógico si no va acompañado de políticas presentes para alcanzar el futuro en condiciones mínimas.
¿Qué discurso político hay con respecto a la naturaleza asturiana, más allá de reclamos turísticos y propagandísticos? La loa al pasado, la nostalgia de lo mejor que hemos tenido, al tiempo que se echan en falta políticas para el presente. Se debería reflexionar muy seriamente sobre ello. El mejor homenaje que se puede hacer al pasado es luchar para que las generaciones futuras sigan disfrutando del legado que hemos recibido, y ese legado, en el caso de los ríos, tiene que ir mucho más allá de lo museístico, tiene que volcarse en el cuidado y mantenimiento de lo que hemos recibido. ¿De veras se está haciendo eso? ¿De veras las políticas que se aprueban van en esa dirección?Cuando el salmón es leyenda. Es mucho más fácil hacer recordatorios, libros de fotos antiguas sobre lo que fue una de nuestras mayores riquezas y atractivos. Se trataría, sobre todo, de medidas medioambientales para que el mágico pez no desaparezca, o que, en el mejor de los casos, su presencia no pase de lo testimonial. Consta que hay asociaciones que luchan por ello. Pero lo básico es que las instituciones se impliquen, más allá de los discursos de prosa plateresca, más allá de los topicazos al uso. Las cifras de capturas de salmón de hace décadas son irrecuperables, pero ello no significa que no se pueda hacer más de lo que se viene llevando a cabo.
En esta Asturias de los parques temáticos, mordazmente descrita por Gregorio Morán en los artículos que dedicó a nuestra tierra hace unos meses, cada vez es más frecuente hacer del fantasma y del ausente objeto museístico, depositando la leyenda viva en una hornacina para disfrute mayor del visitante.
Los salmones no volverán masivamente como las golondrinas becquerianas cada primavera. Y, aun así, se podrían poner en práctica políticas tendentes a mejorar las condiciones de los ríos que siempre favorecerían, si no su aumento, sí al menos una lucha contra la paulatina disminución de este mágico pez en nuestros ríos. Estaríamos hablando, verbigracia, del saneamiento en los pueblos ribereños, que no ha llegado aún a gran parte de ellos, y que, por mucho que nuestra vivaz consejera doña Belén Fernández lo anuncie a bombo y platillo, es el hecho de que tales obras no sólo no han comenzado, sino que ni siquiera conocemos al detalle las fechas concretas de su realización. ¿Le supondría un esfuerzo ímprobo a nuestra Consejera concretar el cuándo de estas obras? ¿Están los ayuntamientos implicados apremiando para que esto se lleve a cabo?
Sería sarcástico que se dedicasen los medios necesarios a aulas temáticas y a museos sobre el salmón y que, sin embargo, no se adopten las medidas medioambientales que son más necesarias que nunca, y no sólo por lo que a la pesca se refiere, sino también por el respeto a los ciudadanos que aún viven en los pueblos, que pagan los impuestos establecidos y que, sin embargo, no cuentan con unos servicios imprescindibles para un país que pertenece al primer mundo en el siglo XXI.
Declaraciones de amor al río, a los paisajes astures, a nuestra envidiable naturaleza. Eso que no falte. Discursos que ensalzan todas las leyendas de aquello que se amortaja y diseca. Todo ello es huero y hasta demagógico si no va acompañado de políticas presentes para alcanzar el futuro en condiciones mínimas.
¿Qué discurso político hay con respecto a la naturaleza asturiana, más allá de reclamos turísticos y propagandísticos? La loa al pasado, la nostalgia de lo mejor que hemos tenido, al tiempo que se echan en falta políticas para el presente. Se debería reflexionar muy seriamente sobre ello. El mejor homenaje que se puede hacer al pasado es luchar para que las generaciones futuras sigan disfrutando del legado que hemos recibido, y ese legado, en el caso de los ríos, tiene que ir mucho más allá de lo museístico, tiene que volcarse en el cuidado y mantenimiento de lo que hemos recibido. ¿De veras se está haciendo eso? ¿De veras las políticas que se aprueban van en esa dirección?Cuando el salmón es leyenda. Es mucho más fácil hacer recordatorios, libros de fotos antiguas sobre lo que fue una de nuestras mayores riquezas y atractivos. Se trataría, sobre todo, de medidas medioambientales para que el mágico pez no desaparezca, o que, en el mejor de los casos, su presencia no pase de lo testimonial. Consta que hay asociaciones que luchan por ello. Pero lo básico es que las instituciones se impliquen, más allá de los discursos de prosa plateresca, más allá de los topicazos al uso. Las cifras de capturas de salmón de hace décadas son irrecuperables, pero ello no significa que no se pueda hacer más de lo que se viene llevando a cabo.
Cuando el salmón es leyenda. A los ruteros habría que mostrarles, para empezar, una senda limpia y cuidada. Y, para seguir, unas medidas medioambientales que pusiesen de relieve el cuidado del río. ¿A qué se espera, doña Belén? ¿Es de recibo que muchos de los pueblos ribereños del Narcea no sólo estén sin saneamiento, sino que además no se sepa cuándo se va a acometer?
Como las familias que fueron poderosas y ahora sólo cuentan con ensoñaciones de un pasado glorioso en el que no tuvieron arte ni parte sus actuales herederos, el presente de Asturias rinde aparente culto a lo mejor de su pasado y no asienta los peldaños de su futuro que son, obligatoriamente, el cuidado y el mimo de lo mejor que hemos recibido.
Todo lo demás es palabrería. ¿Dónde está la apuesta de futuro por ese mágico pez que entró río arriba en nuestras comarcas? Abandono de un presente que sólo tiende a embalsamar el pasado.
Como las familias que fueron poderosas y ahora sólo cuentan con ensoñaciones de un pasado glorioso en el que no tuvieron arte ni parte sus actuales herederos, el presente de Asturias rinde aparente culto a lo mejor de su pasado y no asienta los peldaños de su futuro que son, obligatoriamente, el cuidado y el mimo de lo mejor que hemos recibido.
Todo lo demás es palabrería. ¿Dónde está la apuesta de futuro por ese mágico pez que entró río arriba en nuestras comarcas? Abandono de un presente que sólo tiende a embalsamar el pasado.
Mala burra, diríamos y decimos aquí.
2 Comments:
¿Alguien tiene la esperanza de que las instancias oficiales municipalesy autonómicas se pronuncien con respecto al saneamiento de los pueblos ribereños del Nareca?
Ja, ja, ja.
Que un Ayuntamiento como el de Salas, que cuando es noticia política suele ser por sus atropellos mediambientales, diga preocuparse por el cuidado del río es insultante, insultante hasta más no poder.
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