LA NUEVA ESPAÑA 26-02-06 Río Narcea Gold Mines cierra las minas cuando el oro alcanza su precio record
Los trabajadores aseguran que no existen razones técnicas ni económicas para que la compañía haya anunciado la clausura del yacimiento
Oviedo, María ALONSO
Río Narcea Gold Mines ha decidido echar el cierre a sus instalaciones en Asturias en un momento en el que el oro está viviendo su récord histórico. El pasado 15 de febrero la onza se cotizaba a 572 dólares, lo que representa más del doble del precio (252,80 dólares) que se llegó a pagar por cada onza en julio de 1999. De hecho, el valor de la onza de oro se ha disparado a su máximo de los últimos 24 años y cuando el oro brilla más que nunca la empresa ha decidido presentar el cierre esgrimiendo cuestiones económicas, así como la negativa del Principado a permitirles el inicio de una nueva explotación en Salave (Tapia).
Los trabajadores aseguran que la situación de las explotaciones asturianas es buena, que hay reservas para funcionar, al menos, tres años más, así como que las condiciones técnicas de la explotación no han variado tanto en los últimos tiempos como para determinar que ahora sacar oro sea menos rentable, sobre todo teniendo en cuenta el alto precio que está alcanzado la onza. Como telón de fondo, la compañía ha presentado un contencioso contra el Principado por la denegación de las licencias para la mina de Salave, el nuevo gran yacimiento que la empresa tenía previsto explotar en Tapia de Casariego y que atesora, según ellos, reservas de oro valoradas en 600 millones. En su argumentación, la compañía utilizará el cierre de dos explotaciones, la de Salas y la de Belmonte, cuya viabilidad depende, según Río Narcea, de la mina de Salave. El resultado es que esperan una compensación millonaria muy por encima de los 500 millones de pesetas de la condena que recibió el Ayuntamiento de Quirós por el cierre de una mina en su concejo. La empresa está segura de ganar en la lucha con el Principado y señala las graves pérdidas que la decisión del Gobierno regional ha supuesto para ella.
En todo caso, Asturias afronta el cierre de sus minas de oro y el nuevo final de la fiebre por el metal que ha vivido la región en los últimos veinte años. Las exploraciones en el «cinturón del oro» asturiano que confluyen en la zona de Salas y Belmonte se iniciaron en 1985. Las primeras prospecciones las llevó a cabo la compañía Angloamerican Corporation (ACC), que llegó a perforar 20.750 metros por medio de 193 sondeos de investigación e incluso abrió una galería de 400 metros en Carlés. En 1988, AAC y Hullas de Coto Cortés iniciaron los primeros trabajos en la zona sur del cinturón. En 1991 el plan de viabilidad ya estaba culminado: había oro suficiente y su explotación podía ser rentable.
A mediados de 1994 la agrupación de las distintas empresas que habían participado en los orígenes del proyecto se transforma y aparece Río Narcea Gold Mines. La mina de El Valle consigue todos los permisos en 1996, y en 1998 sale el primer lingote asturiano tras el oro de los romanos. Casi dieciocho siglos después de que el Imperio romano cesara en la explotación aurífera de la zona. Desde entonces hasta ahora han pasado ocho años en los que el laboreo minero ha cambiado radicalmente la fisonomía de El Valle y Carlés. Belmonte se queda sin las ilusiones doradas de un proyecto del que en 1995 se decía que duraría décadas. En ese momento, cuando la empresa luchaba por conseguir el visto bueno de la instalación, se aseguraba que cada corta tendría una vida útil estimada que podía alcanzar los 20 o 30 años, y que sólo con las reservas detectadas en ese momento en el complejo de El Valle-Boinás y en Carlés la actividad estaba garantizada para una década. Al final, esta ha sido la fecha de caducidad de la explotación. Hasta el momento, la empresa ha sacado de las entrañas del occidente 34 toneladas de oro, de unas reservas que en mayo de 1996 se estimaban en 4,4 millones de toneladas.
El plan de cierre de la empresa canadiense todavía no está claro. En la Consejería de Medio Ambiente del Principado aseguran que, a pesar del anuncio realizado por la compañía, no existe una comunicación oficial de las intenciones de Río Narcea y de los proyectos que tiene para echar el cierre a sus dos explotaciones en Asturias. Lo único que la compañía ha asegurado hasta el momento es que el cierre será paulatino y que el proceso se prolongará hasta finales de este año. En ese momento, diez años después del inicio de la explotación, la extracción de oro de las entrañas de Belmonte y de Salas habrá terminado. La localidad de El Valle no existirá, devorada por el laboreo minero, y aquellos que hace diez años dejaron sus casas a cambio de una alternativa de vida para ellos y sus hijos podrán volver. Eso sí, les será difícil reconocer el lugar. Todo habrá cambiado.
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EL PLAN DE RESTAURACIÓN PREVEÍA UN LAGO Y UN PARQUE MINERO
Oviedo, María ALONSO
En mayo de 1996 el proyecto de explotación de Belmonte y el plan de restauración estaban en información pública. En el documento se perfilaba el futuro de la zona cuando la empresa decidiera echar el cierre. El amplio informe reconocía que la explotación causaría «impactos severos» en el entorno, como la alteración geomorfológica y la afección a las aguas superficiales y a la vegetación autóctona, pero, más allá de eso, el documento dibujaba el futuro de la zona como si de un parque se tratase. De hecho, una laguna y una especie de parque minero eran las obras estrellas del plan.
La intención de la empresa era crear un gran lago en la corta de El Valle. Algo que será complicado de acometer teniendo en cuenta que donde iba a ir una laguna ahora hay una balsa de lodos a la que le falta el permiso ambiental para ponerse en marcha pero en la que ya se está vertiendo , según Medio Ambiente, el líquido sobredrenante de la vieja balsa ya llena.
La creación de un parque minero que relacionaría la antigua minería aurífera de los romanos con las modernas extracciones era una de las propuestas más ambiciosas del plan de restauración de la mina de oro de Belmonte. La existencia en la zona de antiguas cortas de la época romana, de las que eran visibles incluso las redes de canales, formaría parte del parque. Además, las cortas de Boinás se rellenarían con estériles y se revegetarían con plantaciones autóctonas.
Según fuentes de la empresa, actualmente todavía no está claro el proceso de restauración que se va a acometer en la zona, ni tampoco el dinero que se va a invertir en ello. En todo caso, la compañía espera no invertir más de siete millones de euros en el plan de cierre. En ese dinero habría que incluir la indemnización para los 212 trabajadores de la empresa. A una parte de ellos se les ofrecerá la posibilidad de irse a la mina que Río Narcea tiene en Mauritania, pero, según fuentes del comité de empresa, «se lo podrían plantear, como mucho, a unas cuarenta personas». Los trabajadores de la compañía llevan, según las mismas fuentes, una media de ocho años en la empresa. Teniendo en cuenta el alto coste laboral que representarán estos despidos, distintos grupos ecologistas apuntan la necesidad de «vigilar» por que todo el proceso se realice, «al menos», según lo previsto inicialmente.
La Consejería de Industria no se ha quedado al margen de ello y, además de anunciar una investigación sobre las ayudas percibidas por la empresa durante los años que ha estado en Asturias, también estará pendiente del plan de restauración de Belmonte y de Salas. El consejero de Industria, Graciano Torre, señaló que su departamento estará «vigilante» para que la empresa cumpla con lo firmado en el expediente de apertura de la mina en relación a la restauración medioambiental de la zona explotada. Por ahora, lo único que se sabe de las intenciones de la empresa en relación con el cierre de las minas es el proyecto de clausura de la balsa que contienen los lodos contaminantes generados por el tratamiento del mineral. Unos lodos con cianuro que quedarán en Belmonte como testigo de lo que durante diez años ha sido la explotación de oro en una zona de alto valor ecológico situada en la cuenca del río Narcea.