30 diciembre, 2006

LA NUEVA ESPAÑA 30-12-06 Se acabó lo que daba el oro


Rio Narcea cerró ayer sus explotaciones de Belmonte y Salas. Los trabajadores tienen la esperanza de que Kinbauri compre las instalaciones

Foto de familia de todos los trabajadores de Rio Narcea Gold Mines, con la planta de El Valle (Belmonte) al fondo.

Boinás (Belmonte), V. DÍAZ PEÑAS
Se acabó lo que daba el oro. La empresa Rio Narcea Gold Mines (RNGM), con explotaciones en Boinás (Belmonte) y Carlés (Salas), echó ayer el cierre definitivo a sus explotaciones auríferas. Las máquinas dejaron de funcionar y los trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo cuando el reloj marcaba las doce del mediodía. Salvo diez trabajadores que permanecerán en Rio Narcea Gold Mines realizando labores de mantenimiento en las plantas, la mayor parte de los 161 trabajadores a los que afectó el expediente de regulación de empleo de la empresa ya están en el paro, a la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo que, a ser posible, no les hagan abandonar sus lugares de origen. Algo de lo que, desgraciadamente, afirman, se sabe mucho en esta región.
Y es que la zona donde hasta ayer funcionaba la empresa aurífera es una zona rural, con pequeños pueblos y donde apenas hay otra alternativa de empleo. En este sentido se pronunciaron la mayoría de los trabajadores durante la «celebración» de una comida de despedida, preguntándose adónde irá a parar un número tan importante de personas y, por tanto, de familias en una zona en la que no hay más empresas importantes que la que ayer echaba el cierre.
«No nos queda otra cosa que la construcción, la poca ganadería que todavía queda o trabajar en el monte o con el oso. Eso o marcharnos a la ciudad», comentaban Kuki y Llamera, que llevaban ocho y cuatro años respectivamente trabajando para Rio Narcea Gold Mines en las instalaciones del cinturón del Narcea.
Y si vuelve el fantasma de la emigración a la zona, los pueblos se morirán, esta vez sin apenas una pequeña ilusión por renacer. Así, al menos, piensa Sandra Álvarez: «Aquí no hay ahora nada de nada. Estamos en un sitio apartado donde apenas hay opciones de trabajo. Nos tendremos que marchar a la ciudad o donde sea y dejar los pueblos vacíos. Se irá la gente joven de la zona y quedaremos los viejos solos en nuestros pueblos natales». Una situación dramática para la mayoría y más acrecentada para todos aquellos que a sabiendas de su contrato indefinido se metieron en una hipoteca que pagar. Unos gastos que el paro difícilmente podrá sufragar.
Todo ello sin contar con la amistad y el compañerismo que han surgido a través de los años entre la plantilla de Rio Narcea y con el vacío que deja siempre el no estar ocupado en nada. Una situación que para muchos de los trabajadores presentes en la comida de despedida de la empresa fue tolerada por los políticos regionales y municipales, que dejaron cerrar lo que a su entender era una de las más importantes empresas de Asturias. Por ello se espera ahora que actúen en la medida de lo posible para que esta comarca pueda resurgir con la única opción que ven viable en estos momentos, que no es otra que la compra de las instalaciones del cinturón del Narcea por la empresa aurífera canadiense Kinbauri Gold Corporation.
En este sentido, el que hasta ayer fue el presidente del comité de empresa de Rio Narcea, Alfredo Varela, señaló que sigue habiendo interés en esta posible venta por ambas partes. Uno quiere comprar y el otro quiere vender, lo que falta es un acuerdo definitivo que debería llegar en los tres primeros meses de 2007. Varela apuntó que la empresa canadiense debería dar a Rio Narcea una señal económica que certificara su interés en la compra en el mes de enero. Algo que seguramente se llegue a hacer ya que, como apuntó, Kinbauri Gold Corporation quiere seguir adelante, pues «apuestan y creen en el proyecto del cinturón del Narcea». De momento se desconoce por parte de los ex trabajadores de la empresa aurífera qué valor tendrá el proyecto. Un proyecto que, aseguran, seguiría siendo rentable y necesario para la zona porque en las instalaciones asturianas, afirman, todavía queda oro para explotar y en reservas, y los puestos de trabajo serían la salvación para muchos.
La pega a esta posible venta es que Kinbauri no es una empresa tan grande como la que ayer cerró sus puertas y no se sabe aún la capacidad que podría tener para llevar a cabo un proyecto de explotación de las instalaciones de El Valle. Además, antes de ponerse manos a la obra los canadienses deberían realizar estudios y sondeos en la zona, por lo que al menos en un año no se podrían reiniciar los trabajos en la mina de oro. Lo que sí que está claro es que RNGM cerró y que, como se apuntó ayer, no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.