02 diciembre, 2009

LA NUEVA ESPAÑA 02-12-09 De la guerra al amor en Malleza

Paulino López, único superviviente de la Guerra Civil del pueblo salense, rememora el paso por la localidad del general Aranda, que estableció su cuartel en un hotel hoy dedicado a bodas

Paulino López. ignacio pulido

Malleza (Salas), Ignacio PULIDO
El palacio del Conde de Toreno, en Malleza (Salas) abandonó hace setenta años las armas para entregarse al amor. El que fuera cuartel del general Antonio Aranda Mata durante la Guerra Civil es hoy un lujoso hotel donde decenas de parejas contraen matrimonio tras los mismos muros que en su día escondieron algunas de las más importantes decisiones para el devenir del Principado.
De aquello quedan testigos. Paulino López (94 años) es el único superviviente de la quinta del 36 que reside en Malleza. Con 21años fue testigo de la llegada de columnas gallegas al pueblo. «Los nacionales se enfrentaron con los republicanos en unos combates acaecidos entre las sierras de Gallinero y La Estrada. Al final, las columnas gallegas se vieron obligadas a retroceder», explica López, el cual subraya que «hubo heridos y muertos que quedaron por el monte. Los vecinos tuvieron que sacarlos de allí y trasladarlos hasta San Martín de Luiña». Según López, apenas tres semanas después, las tropas franquistas volvieron a atacar, está vez desde La Espina y Gallinero. «En la segunda intentona coparon a las fuerzas republicanas», matiza López, que recuerda la llegada de Aranda tras la ruptura del cerco ovetense.
«El general llegó acompañado por su escolta, a la que llamaban la "Jarca". Yo no llegué a verlo en persona. Tras la llegada de los nacionales me incorporaron a filas y me trasladaron a La Coruña y después a África, donde me integraron en la 152.ª División, una fuerza de choque», afirma López. Otros vecinos de los alrededores recuerdan que la tropa de Aranda construyó un pequeño estanque en el Aranguín, a su paso por Villarín, donde el general se bañaba. Asimismo, el general, natural de Leganés, ocupó también el inmueble que hoy día alberga a la residencia de ancianos «San Roque».
En una reciente visita, la hija del general, María Luisa Aranda, reveló a los actuales propietarios detalles sobre la vida cotidiana en el palacio durante la estancia de Aranda. «El general poseía una osa llamada Úrsula en la panera», señala José María Osborne Ybarra. Supuestamente, Aranda instaló su despacho en la habitación más alta del palacio. La alcoba, que aún conserva el suelo de madera de la época, es hoy el lecho de amor de las decenas de parejas que se casan en el hotel
palacio Conde Toreno. «Empleamos el torreón como cuarto de los novios. Es el más apartado y tiene una terraza con una vista preciosa», afirman Cecilia Osborne Ybarra y su hijo Salvador Basagoiti, miembros de la familia propietaria del palacio. Lo que en su día fue el despacho donde se adoptaron algunas de las decisiones más trascendentales para el devenir del frente Norte es hoy un lugar dedicado pura y exclusivamente al romance.
El palacio fue erigido en el siglo XVI por Fernando de Malleza, sobrino del arzobispo Valdés Salas. La hacienda permaneció vinculada a su familia hasta que en el siglo XVII Isabel de Malleza y Miranda contrajo matrimonio con su primo Fernando de Doriga y Malleza. Su hija, Emilia de Doriga y Malleza, se casaría a su vez con Fernando Queipo de Llano, quedando la propiedad vinculada a este linaje. En pleno siglo XIX, el solar fue propiedad del político José María Queipo de Llano y fue heredado por su hija, la condesa de Casares. Posteriormente serían Diego y Francisco de Borja Zuleta de los Reales quienes ostentasen el disfrute del edificio hasta principios de los años sesenta. Tras permanecer durante años en estado de semiabandono, el inmueble fue adquirido por Manuel Robledo. Hace tres años, el palacio fue comprado por la familia Osborne Ybarra Pérez de Guzmán, que lo ha remodelado profundamente.
A lo largo de su dilatada historia, el palacio del Conde de Toreno ha sido escenario de muchos otros acontecimientos bélicos. Durante la Guerra de Independencia, las tropas napoleónicas ocuparon el lugar bajo el mando del mariscal Ney. «Los franceses saquearon la iglesia y profanaron la tumba de los sobrinos de Valdés Salas», señala José María Osborne-Ybarra mientras muestra las huellas de tal acontecimiento, una lápida rota por la mitad. Apenas unos ciento treinta años más tarde, el palacio padeció los desórdenes de los primeros días de la Guerra Civil. En su iglesia aún se conservan dos imágenes, una de San Antonio y otra de San Francisco, mutiladas. «Estuvieron a punto de ser calcinadas en la nave de la iglesia, cuyo suelo carbonizado aún indica el lugar donde fue realizada la pira», subraya José María Osborne Ybarra.

http://www.lne.es/occidente/2009/12/02/guerra-amor-malleza/842191.html