EL COMERCIO 20-07-08 Noventa años de dulce magisterio
La Casa del Profesor de Salas, famosa por sus carajitos, que llegaron a degustar Camilo José Cela y Concha Piquer, cumple nueve décadas como referente de la repostería asturiana
Marichu Llavona, con unos carajitos que representan el número de años que ha cumplido el local. / D. F.
Marichu Llavona, con unos carajitos que representan el número de años que ha cumplido el local. / D. F.
DANIEL FERNÁNDEZ SALAS
Es dulce, muy dulce, y es una de las grandes referencias de la repostería de Asturias. Son los famosos carajitos del profesor, una especie de galleta de avellana que acaba de cumplir noventa años. Los mismos que tienen los hornos en los que nacieron: la Casa del Profesor, un paraíso dulce fundado en 1918 por Pepín Fernández, profesor de música en la villa salense.
Noventa años son muchos. Y para celebrarlos, los actuales propietarios del establecimiento -descendientes del fundador- organizaron una exposición en la que se repasan nueve décadas de la historia de los carajitos y de Salas.
La Casa del Profesor se inauguró hace noventa años en un edifico próximo al Ayuntamiento. Al frente del negocio se encontraba Pepín, quien también ejercía de profesor de músico (de ahí viene el nombre del establecimiento). Nació como casa de comidas y de sus fogones salieron todo tipo de manjares, dulces y salados.
Posteriormente, en 1969, la Casa del Profesor se transformó en bar. En aquella época, estaba al frente del negocio Falín, hijo del fundador del negocio y, como su padre, amante de la música. En este local, se solían celebrar los bailes y, gracias a estas citas, hoy son muchos los matrimonios de Salas, Pravia y demás localidades de la redonda que se fraguaron aquí.
En 1976, la Casa del Profesor se trasladó a su ubicación actual. Marichu Llavona, sobrina de Falín, y sus hijas Carmen y Teresa de Aspe Llavona han recogido el testigo de una tradición iniciada hace noventa años. Ellas son las herederas de los secretos -conocidos por todo el mundo- del producto que ha dado fama internacional a su local y de Salas.
Porque la historia de esta villa está ligada a los carajitos. Por ello, ayer fue día de homenajes. Entre familiares y amigos, Marichu Llavona y sus hijas celebraron ayer el noventa aniversario de su negocio. Entre los asistentes se encontraba Luis Antonio Alias, colaborador del suplemento gastronómico 'El Yantar', de EL COMERCIO.
«Hoy es fiesta en una casa que es nuestra, de todos. La Casa del Profesor tiene embajadas en todos los rincones del mundo», dijo Alias, quien tuvo palabras muy emotivas para Marichu Llavona, «una cenicienta».
Marichu se encontraba ayer muy emocionada. Pero en ningún momento perdió la sonrisa y la alegría que siempre le acompaña. En el acto de homenaje a su establecimiento, repasó muchas de las anécdotas que vivió en la Casa del Profesor. Como cuando Concha Piquer comió en aquel viejo restaurante en 1945. Recordó, con emoción, a Camilo José Cela. «Fraguamos una gran amistad y fue una de las personas que más promoción hizo de los carajitos», dijo.
Finalmente, desveló, que la receta de este producto proviene de Belmonte. «La aprendió mi tía de unas señoras de ese concejo», dijo. Y el curioso nombre de esta especie de galleta de avellana se lo puso un salense de Malleza emigrado a Cuba. «Se les conocía como macarrones, pero ese señor vino un día y le dijo a mi tío: 'Pónme un carajo de esos'. Y así quedó, carajito».
Noventa años son muchos. Y para celebrarlos, los actuales propietarios del establecimiento -descendientes del fundador- organizaron una exposición en la que se repasan nueve décadas de la historia de los carajitos y de Salas.
La Casa del Profesor se inauguró hace noventa años en un edifico próximo al Ayuntamiento. Al frente del negocio se encontraba Pepín, quien también ejercía de profesor de músico (de ahí viene el nombre del establecimiento). Nació como casa de comidas y de sus fogones salieron todo tipo de manjares, dulces y salados.
Posteriormente, en 1969, la Casa del Profesor se transformó en bar. En aquella época, estaba al frente del negocio Falín, hijo del fundador del negocio y, como su padre, amante de la música. En este local, se solían celebrar los bailes y, gracias a estas citas, hoy son muchos los matrimonios de Salas, Pravia y demás localidades de la redonda que se fraguaron aquí.
En 1976, la Casa del Profesor se trasladó a su ubicación actual. Marichu Llavona, sobrina de Falín, y sus hijas Carmen y Teresa de Aspe Llavona han recogido el testigo de una tradición iniciada hace noventa años. Ellas son las herederas de los secretos -conocidos por todo el mundo- del producto que ha dado fama internacional a su local y de Salas.
Porque la historia de esta villa está ligada a los carajitos. Por ello, ayer fue día de homenajes. Entre familiares y amigos, Marichu Llavona y sus hijas celebraron ayer el noventa aniversario de su negocio. Entre los asistentes se encontraba Luis Antonio Alias, colaborador del suplemento gastronómico 'El Yantar', de EL COMERCIO.
«Hoy es fiesta en una casa que es nuestra, de todos. La Casa del Profesor tiene embajadas en todos los rincones del mundo», dijo Alias, quien tuvo palabras muy emotivas para Marichu Llavona, «una cenicienta».
Marichu se encontraba ayer muy emocionada. Pero en ningún momento perdió la sonrisa y la alegría que siempre le acompaña. En el acto de homenaje a su establecimiento, repasó muchas de las anécdotas que vivió en la Casa del Profesor. Como cuando Concha Piquer comió en aquel viejo restaurante en 1945. Recordó, con emoción, a Camilo José Cela. «Fraguamos una gran amistad y fue una de las personas que más promoción hizo de los carajitos», dijo.
Finalmente, desveló, que la receta de este producto proviene de Belmonte. «La aprendió mi tía de unas señoras de ese concejo», dijo. Y el curioso nombre de esta especie de galleta de avellana se lo puso un salense de Malleza emigrado a Cuba. «Se les conocía como macarrones, pero ese señor vino un día y le dijo a mi tío: 'Pónme un carajo de esos'. Y así quedó, carajito».