03 septiembre, 2006

LA NUEVA ESPAÑA 03-09-06 Salas, el concejo centrífugo (Asturias Siglo XXI)

TEXTO: E. LAGAR
FOTOS: MIKI LÓPEZ

El lema oficial pregona que Salas es la "puerta de Occidente", pero la llegada de la autovía de La Espina adosará a este concejo de 6.300 habitantes al centro regional, conviertiéndolo acaso en jardín de la Ciudad Astur. Salas tiene el futuro ante sí, asoma tras las excavaciones viarias. Pero antes habrá de preguntarse si está haciendo los deberes para beneficiarse de esa mejora viaria o si sigue adormecido, víctima de una estructura poblacional centrífuga, falto de un "todos a una".
La autovía de La Espina pegará el municipio al centro regional, pero aún adolece de proyectos colectivos para aprovechar una oportunidad histórica.

La mirada cadavérica de un grabado original de Alberto Giacometti es lo único que puede per­manecer impasible cuando Pauli­no Lorences habla sobre su conce­jo natal, Salas, sentado en el mullido sofá verde de su despacho verde. Concejal de Turismo del Ayuntamiento salense por el PSOE y carismático hostelero -regenta en Malleza el restaurante «Al Son del Indiano»-, Lorences resulta la más clara antagonía de la obra del pintor y escultor suizo que adora. Orondo, vital, desbor­dante, es una caja de truenos-car­cajada y ocurrencias, una fuente de declaraciones muy periodísti­cas, muy sintéticas, un chorro de titulares. Por esa maestría habrá que darle cancha para que dibuje cómo era Salas hace veinticinco años: «Éramos un concejo total­mente desvertebrado. Los de Cor­nellana eran de Grado, los de Malleza éramos de Pravia; los de La Espina, de Tineo; los de Lavio, de Valdés, y los de Salas, de nin­gún sitio. Hoy la cosa cambió. Se logró conciencia de municipio. Lo más importante que hemos conse­guido en todo este tiempo es el orgullo de ser de Salas».
Sin embargo, puestos a analizar la evolución de este concejo de 6.300 habitantes, subtitulado «la puerta del Occidente», no hay que dejarse llevar por la brillantez de Lorences, pues ya advirtió de que sólo hablaría bien de su municipio, en el que además participa del gobierno municipal del socialista José Manuel Menéndez.
Pero tiene parte de razón. Por lo visto y consultado, parece verdad que Salas es Ayuntamiento de geo­grafía centrífuga. La villa salense da cobijo a 1.619 habitantes, pero las localidades de Cornellana y La Espina, con más de 700 y 500 habitantes respectivamente cada una, rivalizan con la villa, hurtán­dole la indiscutible hegemonía capitalina que tienen otras cabece­ras comarcales. Usando terminolo­gía francesa, que seguro agradará a Lorences, pues residió en París durante dos décadas, Salas es el concejo de la cohabitación.
Pero, al contrario de Francia, en Salas no se ve mucho orgullo de nación/país/concejo, no se percibe mucha «grandeur». No parece que, en estos 25 años -y tal como sostiene Lorences- se haya logra­do un sentimiento de lucha colec­tiva, un orgullo de ser salense extendido por todos los rincones del concejo. No lo parece. O quizá sea necesario profundizar más pues, tal como apunta el concejal de Turismo, «Salas es un concejo de currantes discretos. El salense no es como el tinetense, que dice: aquí estoy yo».
Quizás esta comparación con 1a «grandeur» tinetense -allí sí que se percibe- revele otra de las cla­ves del biorritmo actual de un municipio que los salenses más benevolentes califican de «discre­to» pero quienes aspiran a la auto­crítica realista consideran «dormi­do» o «estancado». Sobre todo cuando miran al polígono tineten­se de La Curiscada y al auge que allí se está registrando, pese a que se trata de un emplazamiento industrial aún más alejado del cen­tro de Asturias. Abel Fernández Martínez, portavoz del PP en el Ayuntamiento salense, es directo: «Lo peor que le puede pasar a un pueblo es la resignación, y aquí estamos resignados. Y bien que me duele decirlo». Pone un ejem­plo: «La autovía Oviedo-La Espi­na. La Espina, Salas. Está en Salas. Y precisamente los que menos nos movimos para reivindi­carla fuimos los salenses. Se movieron más en Grado, en Tineo, en Cangas del Narcea». Este con­cejal y pequeño empresario -regenta una gestoría en la villa­ cree que una de las claves de futu­ro exige que el gobierno municipal «colabore más con los agentes sociales. Que hable con empresa­rios, asociaciones y, entre todos, buscar alternativas imaginativas».
Desde luego, si hay un momen­to de buscar esas alternativas, es éste. La demorada llegada de la autovía hasta La Espina -que aún no ha pasado de Grado en formato de doble calzada- transformará la puerta del Occidente en jardín/par­cela de la Ciudad Astur. «Pasare­mos de estar a 47 kilómetros de Oviedo por carretera nacional a 39 kilómetros por autovía. A veinte minutos del centro», resume José Manuel Menéndez, alcalde salense y un enamorado del automovilis­mo. Conduce un deportivo Nissan 350Z, de 280 caballos, que tiene reproducido a escala en la mesa de su despacho.

Hacia otra galaxia
Ahora p nunca pues, después de Grado, que ya está expuesto a la fuerza gravitatoria de la galaxia central asturiana, será Salas el que se incorpore a esta «conurbación polinucleada», como llegó a califi­carla el presidente Álvarez Areces. «Tenemos que estar preparados porque, de lo contrario, la autovía más que beneficiarnos nos va a perjudicar. La gente se nos puede escapar», advierte Manuel López García, gerente del Hotel Castillo Valdés-Salas, y uno de los empre­sarios promotores de la nueva aso­ciación de autónomos que está organizándose en este sentido.
Lo dice con conocimiento de causa. La huida poblacional es la gran enfermedad incurable. Salas, y esto es tendencia general en el medio rural, ha perdido población de forma continua desde princi­pios del siglo XX. Sólo quedan 4 de cada 10 vecinos que había en el década de 1900. Y desde 1995, se perdió el 18% de la población.
La autovía es la gran oportuni­dad. Un hito claro en el futuro cer­cano. Y al hilo de esta vía ya se engarzan proyectos que el regidor salense considera cruciales.
En el apartado industrial, están en trámite dos nuevos polígonos, uno en la vega de Cornellana -de iniciativa privada, de 245.000 metros cuadrados- y otro en la recta de Salas, de 63.000 metros. Además, se prepara un nuevo plan general. También, en el aspecto urbanístico, está próximo a arran­car el saneamiento del río Nonaya al paso por la villa salense para transformarlo de cloaca en paseo.
En definitiva, construcción e industria para buscar una alternativa de futuro a un concejo cuya economía se sustentó, y aún se sustenta, en la explotación ganade­ra, -con un total de 592 explotacio­nes, de las que 303 son de leche y el resto de carne.
Salas es el tercer concejo de mayor producción láctea de Astu­rias, después de Tineo y Valdés, con una cuota de 38.565 toneladas anuales. Pero, como en todo el medio rural, también ha acusado la reconversión ganadera, que ha supuesto la pérdida de casi el 30 por ciento de las explotaciones existentes hace ocho años. A cam­bio se ha producido la profesiona­lización de las ganaderías supervi­vientes. Sin embargo, en los últi­mos años, la caída del precio de la leche y la subida de las materias primas han llevado a muchos de esos ganaderos a la desmoraliza­ción y a buscar una salida con la diversificación, transformando en queso parte de su producción para encontrar de nuevo la rentabilidad. Tal es el caso de Alfonso López y de su socio José Luis Villar, que regentan la ganadería Joalfe, una de las mayores y más moderniza­das explotaciones del concejo que ahora fabricará queso afuega'l pitu, acogido a la denominación de origen, de la que también dis­fruta Salas.
Aparte del turismo rural, que se está beneficiando de la marca «Comarca Vaqueira», son los polí­gonos y el plan urbanístico las dos grandes apuestas sobre las que el futuro se pronunciará. Sin embargo, desde la Asociación de Amigos del Paisaje de Salas, fieles al carácter de «Pepito Grillo» que gusta de tener esta entidad presidida por Juan Menéndez Arango, hacen algunas consideraciones críticas. «El plan tiene una previsión de construcción de 3.600 viviendas. Y en este concejo, que no dispone precisamente de playa, nos parece desmesurado», indica Menéndez Arango, quien también cuestiona el impacto del polígono de Cornellana. «Se ubicará en uno de los mejores terrenos agrícolas de Asturias sin saber si hay aún demanda de instalación de empresas. Puede que acaben instalándose simples almacenes y habremos sacrificado de cualquier manera un recurso de futuro».

Suspensos

Lo que diga el futuro, ya 1o dirá. Lo que será, será. Pero, además de oportunidades, Salas tiene ante sí varias asignaturas pendientes. Materias en las que, hasta 1a fecha, va suspendiendo. Una de ellas, la más evidente, es el monasterio de Cornellana.
Los salenses -en especial los de Cornellana- se tiran de los pelos cuando ven cómo Cangas del Narcea fía parte de su futuro en el parador nacional del monasterio de Corias. Mientras, su monasterio, donde está previsto un hotel y un archivo dedicado al Camino de Santiago, avanza hacia su deterioro. La Administración central 1o mantiene enredado en trámites desde 2003, cuando concluyó la primera fase de la rehabilitación, a cargo del Principado. El Alcalde -que atribuye la paralización a la «decisión personal» de Álvarez­ Cascos- remitió en agosto una carta á la ministra de Vivienda, actual responsable del proyecto, para qué desbloquee la obra.
Y si en Cornellana se siente que nadie mira para el monasterio, con el salmón -antaño la gran fuente de ingresos por el alto nivel econó­mico de los pescadores- casi ocu­rre lo contrario. «Algo hay que hacer, hay una masificación terri­ble. Si es que el salmón ya no pasa del puente río arriba», lamenta Ángel Díez de Tejada, presidente de la asociación de pescadores Las Mestas del Narcea, un río que esta temporada ofreció 704 salmones, el líder de los caudales asturianos.
Salas tiene el futuro ahí, sur­giendo a la vista. Está en los movi­mientos de tierra de la autovía de La Espina. Pero también en los parques eólicos que ya están cam­biando su paisaje, con el de Bode­naya -14 aerogeneradores, ya en marcha- y el previsto para la zona del Pico Aguión: el mayor de Asturias, con más de un centenar de torres. La explotación del vien­to -que reportará al Ayuntamiento un 2,5 por ciento de la facturación de las eléctricas- toma el relevo de la minería del oro en Carlés, que previsiblemente cesará a feriales de año, con un controvertido abando­no. El concejo tendrá que buscarse otros sueños menos dorados.