03 septiembre, 2009

LA NUEVA ESPAÑA 03-09-09 Extrañas alianzas


De paradojas y otras contradicciones
Para Ramiro todo esto resulta desconcertante. Sabe que jamás se podrá producir una situación similar en Paraxes, porque antes «se desplomarán los montes, caerán las rocas, todas las murallas caerán por tierra» (Isaías 38, 20) de que Fermín admita que necesita de su persona para gobernar la república. Tampoco él, honrado a carta cabal, cedería a participar en la gobernabilidad por un plato de lentejas, como sus homólogos del Paraíso Natural fronterizo.
Primeramente, sus férreas convicciones se tambalearon ante la aceptación, por parte de sus correligionarios, de compartir responsabilidades con un gobierno que contradecía continuamente con palabras y con hechos unos principios que él consideraba inquebrantables. Más tarde, tras profundas meditaciones a las que le llevó la lectura de autores clásicos -por supuesto Engels y Marx (estaba fascinado desde que descubrió sus artículos sobre Asturias) o Charles Fourier (aunque un poco desencantado a estas alturas, mantenía viva la esperanza de hacer de Paraxes un falansterio modélico), sin rechazar a Bakunin o a Kropopkin- que le sirvieron para darse cuenta de los sacrificios y contradicciones en las que a veces había que caer para lograr el bien común, quedó algo más tranquilo.
Pero la situación actual sobrepasaba con creces el absurdo. Sus camaradas, que seguían gobernando en coalición, denunciaban a sus socios ante el Parlamento europeo sin despeinarse y, lo que le parecía aun más confuso, sin hacer el mínimo amago de renuncia y dimisión en los cargos ocupados en dicho gobierno. Consultó sus ahora amplias fuentes, y no encontró nada que pudiera justificar esa actitud.
Cuando Elvira se tropezó por casualidad con él, casi la arrolla. Iba cabizbajo y meditabundo, y ni siquiera parecía darse cuenta de su presencia.
-¡A ver si miras por dónde andas! -le espetó furiosa antes de darse cuenta de que poco le faltaba al pobre Ramiro para echarse a llorar. Fue así como pasó a convertirse en su paño de lágrimas y confidente por un día. Le contó todas sus dudas y contradicciones, sus esperanzas frustradas y sus sonoros fracasos. Elvira le escuchó compadecida (algo que no era muy habitual en ella cuando de la «clase política» se trataba) y procuró consolarlo a pesar de que ella misma había caído en el abatimiento.
-Lo siento, querido, el mundo está lleno de paradojas ¿Cuándo imaginaste a todo un Partido Socialista dando el dinero del pueblo a la banca, como si de un Robin Hood al revés se tratara? ¿Cómo se llegó a que el partido más curil y rancio de la historia de la democracia se haya convertido por arte de birlibirloque en el adalid de las libertades? Si un ex ultra ortodoxo comunista pierde los papeles (y alguna parte de su anatomía) para ir a fotografiarse con Brad Pitt, o si el supuesto centro de referencia cultural más vanguardista y novedoso del mundo mundial no tiene empacho en ofrecernos un musical de Broadway rancio y ñoño, desengáñate Ramiro, es el signo de los tiempos.
No me pareció ni por un momento que el humor de Ramiro mejorase; muy al contrario. Pero ya se sabe, Elvira siempre tan optimista.

http://www.lne.es/opinion/2009/09/03/extranas-alianzas/803554.html