LA NUEVA ESPAÑA 20-08-06 El tiempo detenido en Doriga
Reproducimos seguidamente parte del texto publicado por el diario La Nueva España, el día 20 de Agosto de 2006, con motivo del 70º aniversario del fusilamiento del lider del Reformismo Melquiades Álvarez. La entrevistada es Sarah Álvarez de Miranda, nieta de este famoso político.
Texto: Saúl Fernández
Fotos: María Villamuza
Sarah Álvarez de Miranda vive en Madrid y pasa los veranos en Doriga (Salas), "una aldea telúrica por la que apenas ha pasado el tiempo. El queso afuega´l pitu todavía se hace a mano", dice. La quintana de Doriga llegó a Sarah Álvarez de Miranda por vía paterna. "Mi abuelo Melquiades había comprado la "Silla del Rey", su primera casa en Oviedo, en 1911. El cerco de Oviedo se la llevó por delante: quedó en medio de los dos bandos y recibió bombazos de ambas partes". Casi como el propio Melquíades. Su madre, Matilde Álvarez, era una de las hijas del tribuno.
La casa de Doriga es enorme, una vivienda de labor reconstituida a las puertas del paraíso. Detrás de dos grandes portones ladra el perro "Pilz", que recorre sus dominios como un monarca sin descanso. A mano derecha hay una panera con la madera moldeada, una de las pocas que quedan en Asturias con dos pisos. A la izquierda, un pajar reformado en el que lucen la loza más antigua y trofeos de caza del embajador José Antonio Varela Dafonte, el esposo de la nieta del tribuno y autor de una colección singular de recuerdos: "A mi manera" (Trabe, 1999).
Dafne de la Torre Álvarez de Miranda, una de las hijas dos hijas de la escritora, esposa del embajador Fernando Valderrama, guía hasta un porche que domina una pomarada enorme. Hay una mesa de mimbre rodeada de butacas de mimbre. Ofrece sidra casera. Sarah Álvarez de Miranda habla midiendo sus palabras. Se muestra reacia para las fotos. Sabe que es la guardiana de la memoria de uno de los políticos más renombrados de España. Y lo detiene en su tiempo, igual que el tiempo se detiene en Doriga
Texto: Saúl Fernández
Fotos: María Villamuza
Sarah Álvarez de Miranda vive en Madrid y pasa los veranos en Doriga (Salas), "una aldea telúrica por la que apenas ha pasado el tiempo. El queso afuega´l pitu todavía se hace a mano", dice. La quintana de Doriga llegó a Sarah Álvarez de Miranda por vía paterna. "Mi abuelo Melquiades había comprado la "Silla del Rey", su primera casa en Oviedo, en 1911. El cerco de Oviedo se la llevó por delante: quedó en medio de los dos bandos y recibió bombazos de ambas partes". Casi como el propio Melquíades. Su madre, Matilde Álvarez, era una de las hijas del tribuno.
La casa de Doriga es enorme, una vivienda de labor reconstituida a las puertas del paraíso. Detrás de dos grandes portones ladra el perro "Pilz", que recorre sus dominios como un monarca sin descanso. A mano derecha hay una panera con la madera moldeada, una de las pocas que quedan en Asturias con dos pisos. A la izquierda, un pajar reformado en el que lucen la loza más antigua y trofeos de caza del embajador José Antonio Varela Dafonte, el esposo de la nieta del tribuno y autor de una colección singular de recuerdos: "A mi manera" (Trabe, 1999).
Dafne de la Torre Álvarez de Miranda, una de las hijas dos hijas de la escritora, esposa del embajador Fernando Valderrama, guía hasta un porche que domina una pomarada enorme. Hay una mesa de mimbre rodeada de butacas de mimbre. Ofrece sidra casera. Sarah Álvarez de Miranda habla midiendo sus palabras. Se muestra reacia para las fotos. Sabe que es la guardiana de la memoria de uno de los políticos más renombrados de España. Y lo detiene en su tiempo, igual que el tiempo se detiene en Doriga