31 agosto, 2010

LA NUEVA ESPAÑA 31-08-10 Platos rotos astures

De los recortes del Ministerio de Fomento y otros castigos







LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES «Lo más grande que el hombre ha hecho se lo debe al sentimiento doloroso de lo incompleto de su destino».
(Madame de Staël)
Unquera- Llanes o la fuerza del sino. Oviedo-La Espina o la burla que no cesa. La Autovía del Cantábrico a su paso por Asturias o la insostenible inanidad de una tierra que no tiene quien la reivindique. El peaje del Huerna o la promesa incumplida que alcanzó la vejez. La FSA o el discurso cautivo. El PP astur o el partido que once años después no se repuso de su única -y pírrica- victoria política. IU o la subcontrata política más ventajosa del arecismo. ¡Qué panorama, Dios mío, qué panorama!
¿Dónde está el Deus ex machina que nos condena a que, en materia de infraestructuras, nos cueste tanto alcanzar la transitividad que no tenemos? En lo tocante a nuestra salida a Europa, parece que siempre nos tropezaremos con el tramo Unquera-Llanes. Entre la gran ciudad astur y el suroccidente, siempre nos quedará la autovía de la Espina, cuyos tramos sin terminar, o bien están prácticamente paralizados, o bien el Ministerio del señor Blanco decidió rescindir el contrato con la empresa correspondiente, como en el caso de la segunda calzada entre Salas y la Espina. En lo que concierne a nuestra comunicación por carretera con la Meseta, estamos condenados a seguir pagando peaje, por mucho que se haya venido prometiendo que se iba a suprimir. Entre Asturias y Galicia, nos los fían cada vez más largo.
Pero aquí el personal está muy contento, claro que sí. Ahí tenemos, por ejemplo, al dirigente socialista Álvaro Cuesta que, a pesar de los pesares, le escanció un culín de sidra al señor Blanco en Villazón durante la visita del Ministro a nuestra tierra con motivo de la inauguración del tramo entre Grao y Doriga el pasado mes de julio, evento que se llevó a cabo con dos años de retraso. ¡Eso es velar por nuestros intereses y lo demás cuento! Pero aquí todos contentos, el señor Buendía está encantado con los recortes, y, dando muestras de unos recursos expresivos que hubieran asombrado al propio Quevedo, nos deleitó con una perorata futbolística. ¡Toma poder metafórico, que diría el señor Moreno! (Me refiero al «¡toma!», que no a la metáfora). Pero aquí todos contentos, don Javier Fernández, que tanto se afana y se desvela por el bienestar de los más desfavorecidos, comprende las últimas reformas del Gobierno en materia de pensiones y de reforma laboral. Pero aquí todos contentos. Don Ovidio Sánchez, tras la energía espiritual que le proporcionó su viaje a Tierra Santa, seguro que comienza el curso político dispuesto a todo, quién sabe si a perder por cuarta vez. Pero aquí todos contentos. El alcalde de Oviedo, a pesar de «Villa Magdalena» y otros asuntos no muy favorecedores de las cuentas municipales, es feliz desdiciéndose y anunciando buenas nuevas. Pero aquí todos contentos. El vibrante señor Sariego, dicharachero edil gijonés de retórica castelarina, pone su granito de harina y de arena al pan y circo del localismo astur, y así la diversión entre los unos y los otros está más que asegurada.
Platos rotos astures. Ni el arecismo que está en retirada, ni tampoco el emergente candidato socialista don Javier Fernández tienen a bien plantar cara al Gobierno a resultas de los recortes presupuestarios que está sufriendo Asturias. Sus señoritos madrileños son intocables, claro está.
Platos rotos astures. Ante ello, el PP, en lugar de disponer de un candidato con un proyecto para Asturias que avance lo que espera que el Gobierno español decida con respecto a nuestra tierra, está dando el espectáculo de proponer un candidato al que meses después desautoriza, está ofreciendo una imagen de división interna, no ya antes de gobernar, sino antes incluso de transmitir a la ciudadanía asturiana su proyecto.
Platos rotos astures. Por mucho que las grandes luminarias políticas de IU en Asturias digan estar en desacuerdo con las últimas medidas del Gobierno de Zapatero que con tamaña sumisión acata el Gobierno autonómico al que apoyan, ahí siguen en sus consejerías y sinecuras para los suyos.
¿Por qué nos cuesta tanto algo tan elemental e imprescindible como concretar lo que Asturias necesita a día de hoy? ¿Por qué hemos llegado a un escepticismo tan pasivo que, suceda lo que suceda, aceptamos convivir con la sumisión del Gobierno autonómico por una disciplina de partido que se antepone a los intereses de esta tierra? ¿Por qué nos resignamos a que el PP se comporte de modo tal que parece a aspirar a seguir estando en la oposición en vez de articular un proyecto y una candidatura que, al menos, suscite el debate político en Asturias? ¿Por qué nos hemos hecho a la idea de que la coalición de izquierdas sea poco más que una oficina de empleo para sus camaradas y anteponga eso a su programa político en el que, en teoría, tendría que existir, además de lo negociable, lo irrenunciable?
Me temo que, a propósito de la brillante afirmación de Madame de Staël que encabeza este artículo, en la Asturias de hoy el «doloroso sentimiento de lo incompleto de nuestro destino», en lugar de llevarnos a la necesidad de mejorar como sociedad, nos conduce a todo lo contrario: a un fatalismo que nos cercena y arruina.

http://www.lne.es/opinion/2010/08/31/platos-rotos-astures/961672.html