EL COMERCIO 15-10-08 Sólo Salas y Laviana tienen pactado con Medio Ambiente despejar las áreas con riesgo de riada
De los 78 alcaldes asturianos, son los únicos que han renunciando a seguir construyendo sobre corredores fluviales Los ediles dicen que firmar los convenios «permite negociar» la presión de la CHC
R. MUÑIZ GIJÓN
Un estudio que ultima la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) revela que durante las últimas décadas en Asturias se ha permitido la construcción de 4.000 edificios en zonas inundables que un día invadirán los ríos. Las construcciones ponen en riesgo a sus ocupantes pero es que además impiden que la tierra absorba el agua y crean efectos de 'presa' que agravan la potencia de las riadas. Para frenar lo que desde el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente tachan de una «nefasta política», la CHC está intentando suscribir convenios con los ayuntamientos que impidan seguir ocupando las zonas de crecida. De momento de los 78 municipios de la región, sólo Salas y Laviana han secundado la iniciativa.
Los acuerdos con la CHC recogen una serie de actuaciones que aumentan la seguridad de los habitantes de ambos concejos, pero tienen un coste para los consistorios. El día que José Manuel Menéndez y Adrián Barbón rubricaron como alcaldes de Salas y Laviana el pacto con la CHC, tuvieron que abandonar todo sueño de desarrollo urbanístico dentro de los llamados corredores fluviales.
A esa decisión llegaron empujados «por todas esas veces en las que la Confederación nos paralizaba actuaciones alegando que las queríamos hacer en zonas inundables», asegura el regidor lavianés. El organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente tiene el poder de intervenir en todo desarrollo urbanístico que pase cerca de los ríos sin que medie un convenio, lo que le convierte en un organismo contra el que han chocado muchos planes municipales.
«Al final, firmar este convenio nos permitió negociar un poco dónde está la línea y reducir las tierras que ellos veían como inundables», reconoce Adrián Barbón. «Las riadas no nos preocupan mucho, aunque alguna hay», añade un edil que dio su visto bueno a la nueva política de la CHC el pasado mes de abril. Dos semanas más Salas también se sumó.
Formas de persuasión
Si la CHC ha hecho del interés de los ediles por pactar las zonas urbanizables un mecanismo de persuasión es porque se ha marcado como objetivo en este 2008 «extender los convenios con todos los ayuntamientos donde aún podamos frenar la urbanización de las vegas». El departamento hidrográfico ha aumentado su sensibilidad a los peligros que pueden provocar las riadas en Asturias desde que asumiera la dirección Jorge Marquínez, un Doctor en Geología que ya venía estudiando el asunto desde su puesto en Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot).
Lo que ahora plantea la CHC es que «hay que convivir con las inundaciones», una filosofía que choca con todos los intentos de canalización y sometimiento de ríos practicados hasta la fecha, y de cuyos riesgos alertaban los movimientos ecologistas.
La nueva filosofía de la CHC se traduce en unos convenios donde persigue la creación de zonas que pueda invadir el río en caso de crecida. En esas explanadas, sin carreteras ni viviendas, puede esparcir su caudal y carga. Es, según Marquínez, «la única manera de garantizar la seguridad, porque las canalizaciones y el 'encajone' resultan contraproducentes».
El motivo que esgrimen es que al final, cuando un pueblo reduce el ancho del río con paredes de hormigón «lo que logra es que en momentos de avenida, el agua pase con más potencia y llegue de forma más peligrosa al siguiente núcleo». El cambio político que ahora el CHC intenta imprimir en los municipios asturianos viene además obligado por la propia Unión Europa. Tras las inundaciones que dejaron bajo las aguas a ciudades enteras de países como Alemania o Suiza, la UE ordenó todos los países que identificaran las zonas de desborde de los ríos y elaboren todas las medidas posibles para mitigar los daños.
Un estudio que ultima la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) revela que durante las últimas décadas en Asturias se ha permitido la construcción de 4.000 edificios en zonas inundables que un día invadirán los ríos. Las construcciones ponen en riesgo a sus ocupantes pero es que además impiden que la tierra absorba el agua y crean efectos de 'presa' que agravan la potencia de las riadas. Para frenar lo que desde el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente tachan de una «nefasta política», la CHC está intentando suscribir convenios con los ayuntamientos que impidan seguir ocupando las zonas de crecida. De momento de los 78 municipios de la región, sólo Salas y Laviana han secundado la iniciativa.
Los acuerdos con la CHC recogen una serie de actuaciones que aumentan la seguridad de los habitantes de ambos concejos, pero tienen un coste para los consistorios. El día que José Manuel Menéndez y Adrián Barbón rubricaron como alcaldes de Salas y Laviana el pacto con la CHC, tuvieron que abandonar todo sueño de desarrollo urbanístico dentro de los llamados corredores fluviales.
A esa decisión llegaron empujados «por todas esas veces en las que la Confederación nos paralizaba actuaciones alegando que las queríamos hacer en zonas inundables», asegura el regidor lavianés. El organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente tiene el poder de intervenir en todo desarrollo urbanístico que pase cerca de los ríos sin que medie un convenio, lo que le convierte en un organismo contra el que han chocado muchos planes municipales.
«Al final, firmar este convenio nos permitió negociar un poco dónde está la línea y reducir las tierras que ellos veían como inundables», reconoce Adrián Barbón. «Las riadas no nos preocupan mucho, aunque alguna hay», añade un edil que dio su visto bueno a la nueva política de la CHC el pasado mes de abril. Dos semanas más Salas también se sumó.
Formas de persuasión
Si la CHC ha hecho del interés de los ediles por pactar las zonas urbanizables un mecanismo de persuasión es porque se ha marcado como objetivo en este 2008 «extender los convenios con todos los ayuntamientos donde aún podamos frenar la urbanización de las vegas». El departamento hidrográfico ha aumentado su sensibilidad a los peligros que pueden provocar las riadas en Asturias desde que asumiera la dirección Jorge Marquínez, un Doctor en Geología que ya venía estudiando el asunto desde su puesto en Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot).
Lo que ahora plantea la CHC es que «hay que convivir con las inundaciones», una filosofía que choca con todos los intentos de canalización y sometimiento de ríos practicados hasta la fecha, y de cuyos riesgos alertaban los movimientos ecologistas.
La nueva filosofía de la CHC se traduce en unos convenios donde persigue la creación de zonas que pueda invadir el río en caso de crecida. En esas explanadas, sin carreteras ni viviendas, puede esparcir su caudal y carga. Es, según Marquínez, «la única manera de garantizar la seguridad, porque las canalizaciones y el 'encajone' resultan contraproducentes».
El motivo que esgrimen es que al final, cuando un pueblo reduce el ancho del río con paredes de hormigón «lo que logra es que en momentos de avenida, el agua pase con más potencia y llegue de forma más peligrosa al siguiente núcleo». El cambio político que ahora el CHC intenta imprimir en los municipios asturianos viene además obligado por la propia Unión Europa. Tras las inundaciones que dejaron bajo las aguas a ciudades enteras de países como Alemania o Suiza, la UE ordenó todos los países que identificaran las zonas de desborde de los ríos y elaboren todas las medidas posibles para mitigar los daños.