LA NUEVA ESPAÑA 31-12-09 Lo único que sé hacer para despedirte
Hermana, te has vuelto el polvo enamorado; hasta para irte has sido divina
CELSA DÍAZ ALONSO A mi hermana.
Para Carlos y Lucía.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte
Miguel Hernández
Su cuerpo dejará no su cuidado / serán ceniza, mas tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo
Siempre me parecía que tu vaso tenía más refresco cuando, domingo tras domingo, teníamos que repartirlo. Tú eras más quisquillosa y yo atizaba más fuerte; tú sabías el gran secreto de los Reyes Magos, que sólo deben saber los hermanos mayores y nunca deben revelar. Y lo revelaste. Y entre confidencias y peleas, yo rompiéndotelo todo y tú siendo una latosa, verano tras verano, pisando juntas la arena fueron creciendo nuestros pies. Y un buen día los tuyos tenían zapatos de tacón y los míos botas ¡Qué mundos tan distintos! Yo al Este, tú al Oeste. Tú falda, yo pantalones. Tú rubia y yo morena. Y velando cada una su universo nos fuimos quedando solas. Supimos que teníamos que cuidarnos, yo preguntaba por tus niños y tú leías mis artículos. Cuánto echaré de menos tu llamada de los jueves, y más por este que nunca leerás.
Como no podía ser de otra forma más tarde nos cambiamos; tú te fuiste al Oriente, yo a Occidente ¡Mira que venir con tacones a ver mis gallinas! Elvira no daba crédito. Claro que ya cuando me vine al pueblo se te pusieron los pelos de punta. Tener que abandonar el asfalto para visitarme a mí, a la hortelana. Bien quisiera ser ahora el hortelano de Miguel Hernández, para desamordazarte y regresarte, aunque no valdría para nada, porque te has vuelto el polvo enamorado. Hasta para irte has sido divina.
De la feroz injusticia de tu derrota sólo me queda el infinito abismo de tu ausencia y cuánto, cuánto, cuánto te quise, bruja.
http://www.lne.es/occidente/2009/12/31/unico--despedirtebr/854357.html
CELSA DÍAZ ALONSO A mi hermana.
Para Carlos y Lucía.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte
Miguel Hernández
Su cuerpo dejará no su cuidado / serán ceniza, mas tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo
Siempre me parecía que tu vaso tenía más refresco cuando, domingo tras domingo, teníamos que repartirlo. Tú eras más quisquillosa y yo atizaba más fuerte; tú sabías el gran secreto de los Reyes Magos, que sólo deben saber los hermanos mayores y nunca deben revelar. Y lo revelaste. Y entre confidencias y peleas, yo rompiéndotelo todo y tú siendo una latosa, verano tras verano, pisando juntas la arena fueron creciendo nuestros pies. Y un buen día los tuyos tenían zapatos de tacón y los míos botas ¡Qué mundos tan distintos! Yo al Este, tú al Oeste. Tú falda, yo pantalones. Tú rubia y yo morena. Y velando cada una su universo nos fuimos quedando solas. Supimos que teníamos que cuidarnos, yo preguntaba por tus niños y tú leías mis artículos. Cuánto echaré de menos tu llamada de los jueves, y más por este que nunca leerás.
Como no podía ser de otra forma más tarde nos cambiamos; tú te fuiste al Oriente, yo a Occidente ¡Mira que venir con tacones a ver mis gallinas! Elvira no daba crédito. Claro que ya cuando me vine al pueblo se te pusieron los pelos de punta. Tener que abandonar el asfalto para visitarme a mí, a la hortelana. Bien quisiera ser ahora el hortelano de Miguel Hernández, para desamordazarte y regresarte, aunque no valdría para nada, porque te has vuelto el polvo enamorado. Hasta para irte has sido divina.
De la feroz injusticia de tu derrota sólo me queda el infinito abismo de tu ausencia y cuánto, cuánto, cuánto te quise, bruja.
http://www.lne.es/occidente/2009/12/31/unico--despedirtebr/854357.html