24 diciembre, 2010

LA NUEVA ESPAÑA 24-12-10 El paraíso es alto y plano

El economista Joaquín Lorences revive su niñez de joven explorador en la llanura elevada de La Espina, con su riqueza natural y su carácter colectivo «solidario y emprendedor»

El busto del doctor Manuel González Suárez, «vigilando» La Espina.





el «grupo de salas». Joaquín Lorences, a la derecha, junto a César Rodríguez y Emiliano Carluccio, economistas del denominado «Grupo de Salas», en la sede del aula universitaria Valdés Salas.











el «grupo de salas». Joaquín Lorences, a la derecha, junto a César Rodríguez y Emiliano Carluccio, economistas del denominado «Grupo de Salas», en la sede del aula universitaria Valdés Salas. miki lópez

La Espina (Salas), Marcos PALICIO
No importa de dónde se venga, para dar con La Espina hay que llegar subiendo. A lo mejor por eso a Joaquín Lorences siempre le ha parecido «cerca del cielo». Esta penillanura, un terreno casi plano labrado por la erosión a 650 metros de altitud, es el sitio donde al fin se destapa el paisaje y culminan siempre ascensos encajonados en gargantas estrechas. Aquí se ensancharon también un día los horizontes de Lorences, que fue niño aquí, hoy es catedrático de Economía en la Universidad de Oviedo y se rinde orgulloso a la certeza de que «todas mis virtudes se han fraguado en esta zona. La Espina está muy viva dentro de mí».
La memoria reproduce de inmediato un decorado bucólico, evocador hasta el extremo para la mente infantil de un explorador infatigable. Brotan cinco ríos, hay un dolmen policromado casi único en Asturias y sobrevive un viejo humedal sobre el que, dice una leyenda, se asentaba una ciudad palafítica que fue castigada a hundirse en las aguas cuando sus habitantes se negaron a auxiliar a unos peregrinos. Porque por aquí siempre se han cruzado muchos caminos y también hay corzos, zorros, ardillas, jinetas, aves rapaces, algunas veces lobos y por todas partes gente que sabe de qué casa es cada niño. Ellos creen que los vigilan, pero en realidad los protegen. Así son La Espina y su entorno idílico a los ojos de la memoria del niño «privilegiado» que fue aquí Joaquín Lorences, nacido en Bodenaya, criado en La Espina y hoy catedrático de Fundamentos del Análisis Económico. Tal vez se haya dado cuenta después, pero ahora ya sabe que no olvidará de su pueblo «aquel contacto directo con la naturaleza y la historia, con una sociedad abierta y cooperante y un espíritu de emprendimiento que ha dejado un sello imborrable en mi carácter».
Hasta sus diez años esto fue el paisaje siempre. Desde que los estudios le reclamaron fuera lo siguió siendo a tiempo parcial, de manera interrumpida y con restricciones hacia los veranos o los fines de semana. Para mirarlo, Lorences prefiere la perspectiva del niño que bordea la adolescencia en torno a los años sesenta y se divierte en esta planicie elevada a setecientos metros que hace centro en La Espina y se define «lugar privilegiado desde el punto de vista natural, prehistórico, histórico, antropológico y humano». Aquí el niño se siente rico, tiene ingredientes de sobra para cansarse de «desarrollar su imaginación y su curiosidad» y cuando tenga que elegir un decorado permanente va a regresar a Peñausén. Saldrá de La Espina hacia el Sur, pasará lo que hoy es el polígono industrial de El Zarrín y «cerca de Cueva», «sobre una gran peña», volverá a encontrar el dolmen policromado -«con el de la Santa Cruz de Cangas de Onís el único que tiene Asturias así»- y a observar «aquella alineación de montañas que cautiva y revela el carácter observador de los antiguos, que escogían sus asentamientos de manera razonada y meditada». Y el joven explorador entra otra vez en la historia de su pueblo por las puertas que abre el doctor Ángel González, que con su cordial inteligencia «sabía llevarnos suavemente por ese universo antiguo, ayudándonos a que la curiosidad creciera». Él, hijo del médico al que aún homenajea un busto junto a la iglesia de La Espina, acompañó muchas expediciones infantiles y «nos ayudó a localizar muchos túmulos y a penetrar en la historia antigua de esta zona».
Pero no va a ser todo historia oficial y a ese niño que vive en la casa del número treinta, a la entrada de La Espina según se asciende desde Salas, le impresiona sobre todo la leyenda de los Muelles de La Molina. Estuvieron cerca de Peñausén, en lo que hoy es charca y antes «un embalse del que se captaba agua para las explotaciones auríferas de la zona de Ovanes a través de tres canalizaciones cuyos restos son todavía visibles». Esa es la historia, pero el niño va a preferir el cuento que dice que aquí se asentaba, según la leyenda, la ciudad maldita de Remolero, erigida sobre el agua y desaparecida debajo de ella cuando fue condenada «porque sus habitantes no quisieron dar auxilio a unos peregrinos». «Los viejos decían que una gran viga de cierno, el corazón del roble, todavía se veía emerger cuando llovía mucho y el fondo de la charca se reblandecía».
Aquel pueblo daba mucho de sí para palpar la historia, rememora Lorences, también los restos del «Camino primitivo» que llevó a Alfonso II a Compostela o los ya invisibles de la leprosería que La Espina tenía en el barrio de La Malatería, casi en la salida en dirección a Tineo, y que gestionaba la Casa de Alba «bajo la advocación de Nuestra Señora de Bazar». A aquella pandilla infantil, Joaquín con Ángel y Alfredo -sobrinos de Ángel González-, Enrique, Toni, Angelín y Pepe Luis, «nos asustaba el riesgo de caer leprosos; nos entusiasmaba sentirnos identificados con ese pasado tan importante y nos impresionaba aquella penillanura que se derretía en cinco grandes ríos» que iban a caer a diferentes vertientes. Por estas sierras se localiza el nacimiento del Esva, en la sierra de Bodenaya están las fuentes del Nonaya, brota el río Casandresín, luego San Vicente, y en La Molina el Lleirosu. Y el joven Joaquín va con su padre, que fabrica mantequillas en La Espina, a pescar truchas al Esva y después las lleva en cubos, en moto, a «echarlas vivas a las fuentes del Nonaya».
Pero esa geografía delimita además, o sobre todo, un «paisaje humano» con una forma de ser colectiva muy peculiar, forjada al borde del camino. «Abierta, colaboradora, muy propensa al asociacionismo espontáneo y al espíritu emprendedor de los grandes retos». Hay un pasado como braña vaqueira que «acentúa ese carácter abierto al cambio» y una lenta recolección de influencias al paso de los viajeros. De ahí el temperamento activo y audaz del que Lorences multiplica los ejemplos. Uno cotidiano acude a la «gran admiración de ver cómo se construía aquí la primera pista de tenis en el Occidente y cómo venían a jugar de todas las villas de alrededor». Hoy sigue ahí, igual que la escudería automovilística Orbayu Competición, que ha cumplido 35 años y fue una guía «fantástica» para los jóvenes espinenses que nacieron en los años sesenta y ejemplificó el carácter «emprendedor, solidario y protector» del pueblo. «Donde vieras una panera», recuerda Joaquín Lorences, «seguro que debajo había un chaval preparando un coche de carreras». La simbiosis de La Espina con el club tiene parte de la culpa de que en La Espina, en aquellos años difíciles, «hubiera casos de droga cero».
En el mismo saco viaja otra iniciativa visible todavía hoy en el paisaje de la penillanura que domina La Espina, el polígono industrial de El Zarrín. También es ejemplo, y ahora habla ya el economista, «de la colaboración entre la iniciativa privada y el Ayuntamiento. Es difícil encontrar ejemplos tan tempranos donde una administración haya entendido tan fácilmente el papel del sector público de apoyo a la iniciativa privada sin suplantarla». O la comisión de festejos, «madre» de La Festona de todos los comienzos de julio, y el protagonismo de Ángel González, aquel médico que volvió de Estados Unidos para ocupar la plaza de su padre, Manuel. Y que asumió «la iniciativa popular, la capacidad de consenso y el dinamismo colectivo» de esta sociedad que ha guardado hasta hoy, concluye Lorences, un carácter propio con adjetivos muy concretos unidos a «lo que significa ser espinense: colaborador, abierto a lo colectivo, solidario, protector y emprendedor, siempre dispuesto a asumir riesgos y a tomar iniciativas...».

http://www.lne.es/asturias/2010/12/24/paraiso-alto-plano/1011827.html

LA NUEVA ESPAÑA 24-12-10 El PP duda de que las obras del monasterio de Cornellana se inicien el próximo año

«Con 80.000 euros de inversión para 2011 es lógica la desilusión de los vecinos», afirma el diputado Emilio Pérez Cueva







Parte posterior del monasterio de Cornellana.
Parte posterior del monasterio de Cornellana. l. valdés
Salas, L. VALDÉS
El PP tilda de «lamentable» que el Presupuesto del Principado para 2011 destine solamente cerca de 80.000 euros a la rehabilitación del monasterio de San Salvador de Cornellana (Salas), después, además, de numerosos años de prórroga esperando por la partida. «Es lamentable el mal trato del Gobierno regional a este monumento, único en la comarca», sentencia el diputado popular Emilio Pérez Cueva, que considera que «la desilusión de los vecinos ante este proyecto es más que comprensible, sobre todo al conocer estas desoladoras previsiones».
El PP pone en duda que los trabajos en el cenobio comiencen finalmente en el primer semestre del próximo año, tal y como anunció el Principado después de que en el convenio firmado por el Ministerio de Vivienda, el Principado y el Ayuntamiento de Salas en julio se produjese un deslizamiento en las partidas a 2011, 2012 y 2013. «Mucho nos tememos que el monasterio se venga abajo sin que nadie hace nada», vaticina el diputado.
El nuevo retraso en las ayudas para la recuperación de este histórico inmueble ha desesperado incluso al alcalde de Salas, José Manuel Menéndez, también socialista como el ejecutivo central. «No me vale ya ni la publicación en el Boletín Oficial del Principado (BOPA) de la licitación de la obra, hasta que vea las máquinas trabajando no me creeré nada», indica ácidamente el regidor.
La inversión prevista en el cenobio para 2011, entre la aportación del Gobierno central y la del Principado, es en total de 341.000 euros, aproximadamente. Una cuantía con la que se iniciaría la rehabilitación del claustro y de la parte este del monasterio, que albergará un hotel y el centro documental del Camino de Santiago del Norte. La partida más abultada del proyecto se reservaría para 2012 con 4 millones de euros para la recuperación de este tesoro de estilo románico, actualmente en ruinas. El proyecto concluiría en el año 2013, con una última partida de 1,5 millones de euros.

http://www.lne.es/occidente/2010/12/24/pp-duda-obras-monasterio-cornellana-inicien-proximo-ano/1011794.html