01 julio, 2006

LA NUEVA ESPAÑA 01-07-06 Asturias siglo XXI. Tapia de Casariego

LA NUEVA ESPAÑA recoge hoy, en su edición impresa, un extracto de las opiniones que, a lo largo de toda la semana, se han ido remitiendo a la edición digital de este periódico sobre el municipio de Tapia de Casariego y sus posibilidades de futuro. A lo largo de la publicación de la serie "Asturias Siglo XXI", la edidión digital de este diario (lne.es) mantendrá sus foros abiertos.

Oro parece, casa no es

Los lectores que participaron en el foro de lne.es expresaron su rechazo a la mina de Salave y su preocupación por el efecto del "boom" inmobiliario.
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Rodrigo García González
"Un crecimiento desproporcionado"
El crecimiento urbanístico me parece totalmente desproporcionado. No existen equipamientos ni infraestructuras que lo respalden. Considero que deberíamos ser más consecuentes y no repetir los errores que se han cometido en muchos puntos de la geografía española.
Con relación al turismo quizás convendría menor cantidad y mayor calidad, por el bien de todos.
Respecto a la mina de Salave, eso ni mentarlo ¿No basta con los ejemplos de Belmonte y Salas? Parece mentira que a estas alturas nos queiran meter esos goles...
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Nota de Amisalas: El comentario reproducido en esta sección es uno de los nueve que figuran hoy en el diario La Nueva España. Lo incluimos como representación de lo manifestado en los otros ocho y porque en el se hace mención a Salas.

LA NUEVA ESPAÑA 01-07-06 Aldeas con ordenadores


JOSÉ DE ARANGO

El Gobierno del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Salas acaban de inaugurar tres telecentros en las parroquias de Malleza, Lavio y San Justo. Asisto, muy feliz, al acto de apertura del primero de ellos, con presencia del alcalde del municipio, José Manuel Menéndez, y del concejal de Obras, Alberto Díaz de Tejada. Palabras de ambos y vecinos atentos, sin pestañear, a lo que decían los dos ediles salenses. A pie de obra estaba la monitora Beatriz, que es la encargada de enseñar desde cero a algunos de los alumnos -de las más variadas edades- y a que se perfeccionen otros que no hace falta decir que son los más jóvenes porque ya en el Instituto de Salas pueden aprender las primeras letras -y también las segundas- de la informática. Fue un acto muy sencillo, una charla amistosa entre los representantes de la Corporación municipal y un vecindario en el que predominaban las mujeres, entre las cuales había alguna incluso del «río allá», es decir, de la otra ribera del Aranguín y un tanto alejada de la capitalidad parroquial. Una de las dos escuelas de Malleza fue acondicionada para acoger toda la instalación del telecentro. Me dice el Alcalde que actos similares se desarrollaron en las parroquias hermanas de Lavio, en la montaña, y de San Justo, ya en tierras más cercanas a la vega del Narcea.
Ya están confeccionados los calendarios de las clases y la misma monitora atiende, dos días a la semana, cada uno de los telecentros. Beatriz Peláez Álvarez es una chica joven, con una sonrisa permanente, amable, suave en la expresión. Una de esas personas que infunden confianza, amistad y de carácter muy abierto. Son cualidades que las considero fundamentales para que los de por sí un tanto tímidos alumnos de nuestras aldeas se abran a las preguntas sin tapujos y sin temor a molestar.
Cuando esta croniquilla salga en letra impresa ya se habrá desarrollado la primera clase en estos tres telecentros. La primera jornada fue de toma de contacto -ampliación de lo ya tratado en el acto inaugural- y ahora ya se está en pleno desarrollo del curso. Es de destacar que todos los ordenadores instalados, dieciocho en los tres telecentros del concejo, están en plena actividad y con turnos para atender a todo el alumnado.
Y como estamos con algo que resulta una novedad en la zona rural y que además ha llegado como una buena nueva a cada pueblo y recibido todo ello con alegría, uno se toma la licencia de incluir una anécdota ocurrida a un matrimonio, ya prejubilado, del sector agrario. La mujer le dice a su marido que se marcha a Malleza y que viene pronto a hacer la cena. Él le pregunta a qué va a ese pueblo y ella le contesta que a aprender a escribir en un ordenador. Sorprendido el hombre le espeta la pregunta de que para qué quiere ella «doctorarse» en esa disciplina, a lo que la buena mujer le contesta: «Para mientras tú vas a echar la partida yo quedar en casa, como siempre, peroÉ !navegando¡». Y acompañaba la respuesta balanceándose como si fuesen un velero en alta mar.
Esta llegada de los ordenadores, de internet y de la comunicación con todo el mundo desde un pueblo es algo que habría que celebrar con una gran fiesta. Si el primer teléfono público de rabil, hace más de cincuenta años, fue recibido con cohetería y una romería en cada pueblo, la puesta en marcha de estos telecentros debería de ser motivo, cuando menos, de una conmemoración tan sonada como la de hace medio siglo. Algo habrá que hacer al respecto. Aún estamos a tiempo.
Para que estos telecentros funcionen ha sido necesario conectarlos vía satélite. Y el alcalde de Salas adelantó, además, que, en un plazo relativamente breve, los ordenadores estarán dotados de la banda ancha. Ahora, en las aldeas con estos telecentros se escucharán por los caminos definiciones nuevas que jamás fueron oídas en el medio, tales como correo electrónico -el único conocido era hasta ahora cuando llegaba Elena, la cartera, y te dejaba la correspondencia- navegar, chatear y cosas por el estilo. Y otra cuestión fundamental es que la utilización de estos ordenadores no está blindada a cal y canto, ya que hay llaves del telecentro en varias casas y se tiene plena confianza en que nadie va a acceder a ellos de mala fe o con intención de causar desperfectos.
La realización de papeleos que son necesarios gestionar en el mundo rural obligaban, hasta ahora, a viajar a la capital del concejo o a Oviedo. Pero la informatización de todos los servicios del Principado de Asturias ha traído como consecuencia que desde un ordenador situado en cualquier aldea, pero conectada a internet, simplemente con acceder a Princast ya entras en toda suerte de servicios de las distintas consejerías y que abarcan desde la guía para el transporte de una vaca hasta una licencia para irse al río a pescar truchas o la solicitud de una beca o una subvención. El avance en las comunicaciones desde el mundo rural, por tanto, es estratosférico. La llegada de la banda ancha para estos ordenadores será ya algo que ni se soñaba.
Del acto inaugural del telecentro de Malleza al que suscribe le han quedado grabadas varias imágenes que tardarán en ser olvidadas. Pero la más entrañable y emotiva ha sido la de un grupo de niños, de muy corta edad, que nada más que se les invitó a sentarse a pie de ordenador salieron en tromba del grupo de invitados y sin cortarse un pelo se dispusieron a recibir la primera clase de la monitora. Cuando aún los futuros alumnos de mayor edad estaban pensando si ese mundo de la informática sería abordable para ellos, ya los infantes estaban dispuestos a no perder tiempo y comenzar a trabajar en los teclados. Serán también, posiblemente, los primeros en aprender. Tienen los dedos ágiles, saben latín y terminarán ellos aclarando dudas a los mayores cuando éstos anden titubeando en la «navegación» informática.
Hay algunas fechas en la vida y en la historia de un pueblo que deberían de figurar en las efemérides locales. La de la víspera de la foguera de San Juan en Malleza, una parroquia de Salas -como días cercanos lo fueron San Justo y Lavio- hay que incluirla en los archivos históricos para que las nuevas generaciones sepan que tal día como ése, al atardecer, la parroquia quedó comunicada con todo el mundo a través de una pantalla, un teclado y de un satélite que anda por ahí arriba haciendo posible escribir una importante página de progreso y de modernidad. Este logro de Princast -digo del Principado- y del Ayuntamiento de Salas marcan un antes y un después en la vida de nuestros pueblos, que están de enhorabuena. Y esto hay que celebrarlo.