11 enero, 2011

LA NUEVA ESPAÑA 11-01-11 La OCDE y sus propuestas de emprobrecimiento

José Manuel Menéndez Fernández (SALAS)
En el territorio peninsular español la abolición legal de la esclavitud se produjo en el año 1837, si bien de hecho había terminado bastantes años antes con la liberación de los esclavos musulmanes mediante la compra de su libertad por parte del embajador del Sultán de Marruecos.

Transcurridos casi dos siglos, la OCDE hace propuestas para retrotraernos a aquella situación, lo hace sin aparente rubor, sin ningún sentimiento de culpabilidad, pues da a entender que el bien de los elegidos perfectamente se merece la esclavitud del populacho.

¿Qué es la OCDE? (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico): es un ente creado en 1960, su sede está ubicada en Chateau de la Mutte en Francia y su función, dice, es coordinar políticas económicas y sociales en los países asociados; es la prolongación de la OECE, órgano creado en 1948 con el fin de supervisar el llamado Plan Marshall, proyecto de ayuda puesto en marcha por los Estados Unidos para la reconstrucción de la Europa devastada por los efectos de la II Guerra Mundial recién concluida.

En la actualidad, la secretaría general de la OCDE la ocupa el mexicano José Antonio Gurría Treviño, destacado miembro del PRI desde 1968, meritoria carta de presentación para disipar cualquier duda acerca de la transparencia, eficacia y buen hacer.

Con estos antecedentes, para España, 5.º país europeo en producto interior bruto en la actualidad, la OCDE hace una serie de recomendaciones cuya puesta en práctica según su criterio resolvería los problemas de la economía española: subida del IVA y los impuestos especiales, bajada del impuesto que grava los beneficios empresariales, reducción de la cotización de las empresas a la Seguridad Social, reducir los costes por despido, endurecer la regulación para transformar en fijos los contratos temporales, el no sometimiento al control de la justicia de las decisiones de los empresarios en materia de despido, el endurecimiento de las condiciones para que el trabajador pueda acceder a las prestaciones por desempleo, así como la supresión de cualquier subsidio suplementario tras la conclusión de dicha prestación, la eliminación de las cláusulas de salvaguardia de los convenios colectivos destinadas a mantener el poder adquisitivo de los trabajadores en los supuestos en los que la inflación supere las previsiones del gobierno en esta materia. En el supuesto de que el trabajador supere estas durísimas condiciones laborales y sobreviva a la etapa laboral activa, la OCDE le tiene reservadas aún las mejores perlas: alargar la edad de jubilación, incluso hasta los 70 años, que el cómputo para fijar la pensión abarque el total de la vida laboral, que no sean suficientes 35 años de cotización para tener derecho al 100% de la pensión, que el derecho para acceder a pensiones de viudedad, o de otro tipo de supervivencia, se restrinja al máximo.

Con la puesta en práctica de todas estas medidas seguro que un buen puñado de españoles pasa a engrosar las prestigiosas listas de la revista «Forbes», eso sí, decenas de miles, millones de otros españoles entrarían en otra lista, la de los desprotegidos, la de los olvidados, la de los que sufren enfermedad, hambre y miseria, la de los que no pueden educar a sus hijos, la de los seres humanos- mercancía barata al sevicio de un sistema económico profundamente injusto.

José Manuel Menéndez Fernández

Alcalde de Salas

http://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/5941/ocde-propuestas-emprobrecimiento.html


LA NUEVA ESPAÑA 11-01-11 «Jazz Bahía»: los compases de una vida

El salense Benjamín Balsera, de 86 años de edad, lideró durante décadas un conjunto musical fundado en la posguerra con el que recorrió toda Asturias







Benjamín Balsera pulsa uno de sus acordeones en su domicilio de Pando.Pando (Salas), Ignacio PULIDO

La vida de Benjamín Balsera, de 86 años de edad, está vinculada a la música desde su más tierna infancia. Cada día, en el desván de su domicilio de Pando, Benjamín Balsera toca su acordeón durante una o dos horas. Sus dedos ya no se mueven tan rápido como antes, pero el sonido de su instrumento le reconforta. Le hace evocar los viejos tiempos, cuando era líder de la banda «Jazz Bahía», un conjunto con el que amenizó, durante décadas, las fiestas de media Asturias.
Benjamín Balsera nació para la música. «De pequeño, siempre que iba a una fiesta, me escapaba para estar cerca de las orquestas», confiesa este músico, que ya era capaz de sacar ritmo a unas latas siendo apenas un niño. «Cuando tenía 12 años, mi tía Amalia me regaló un acordeón que aprendí a tocar por mi cuenta. Fue mi primer instrumento», comenta. Años más tarde, al finalizar la Guerra Civil, Balsera compró un trombón por cuarenta duros. «Un ex combatiente de Láneo lo encontró en el frente, dentro de su estuche entre los escombros de una casa en ruinas. A su regreso me lo vendió», subraya.
La orquesta «Jazz Bahía», durante una actuación en el salón de Belmonte. reproducción de ignacio pulido


Fue, precisamente, tras la contienda cuando Benjamín Balsera comenzó a ejercer como músico profesional. Por entonces, la banda «Los Amadeos», de Cornellana, trataba de volver a la palestra. Durante el conflicto, dos de sus miembros habían muerto y buscaban artistas para suplir sus bajas. «Ellos sabían que yo tocaba y vinieron a buscarme en 1941 para que me uniese a su orquesta. Eran muy conocidos y, al principio, rechacé su oferta por miedo a no estar a la altura de las circunstancias. Al final, acepté su propuesta», matiza. Ese mismo año, Benjamín Balsera debutó sobre el escenario en las fiestas de San Juan de Piñera. «Gané seis duros. Estaba muy contento».
Durante su etapa en «Los Amadeos», Benjamín Balsera aprendió a tocar el bombardino. Asimismo, su hermano Pepe, 11 años más joven que él, se unió a la formación para tocar la batería. «Toqué con ellos durante unos cinco años, pero comenzaron a surgir problemas. Varios miembros comenzaron a beber. A veces se emborrachaban para actuar. Aquello era un desastre. Fue entonces cuando decidí crear mi propia banda», afirma.
Así, en 1947 nacía «Jazz Bahía». «Al principio éramos cinco jóvenes procedentes de San Bartolomé de Miranda, Láneo y Pando. Yo tocaba el trombón, el acordeón y la trompeta», señala el músico salense, quien, durante décadas, combinó su trabajo como labrador con los escenarios. Eran tiempos de escasez. Su banda ni siquiera contaba con equipos de amplificación y ninguno de sus miembros sabía interpretar una partitura. «Todos tocábamos de oído», recalca. Y añade: «A pesar de todo, nuestro repertorio era amplio, interpretábamos desde pasodobles hasta vals o cumbias».

Benjamín Balsera, de pie, junto a su hermano Pepe, a la batería.

Relata que «tocar en aquellos tiempos era difícil. Para nuestros desplazamientos, a veces contábamos con coches alquilados que nos facilitaban las comisiones de festejos. Otras veces nos movíamos en el Alsa o con camioneros que nos llevaban en sus camiones mientras hacían sus portes». Se las apañaban como podían. «Con respecto al dinero, empezamos cobrando 600 o 700 pesetas por bolo», precisa.
No obstante, ni siquiera las dificultades impidieron que Benjamín Balsera sacase adelante a su banda, que vivió su época dorada durante la primera mitad de los años 80. «A lo largo de los años, por la formación se fueron sucediendo varios músicos, incluso mi hijo pequeño, Juan Carlos, que estudiaba en el Conservatorio de Oviedo. Con él, la banda vivió su mejor momento», advierte. Por desgracia, en 1986, Juan Carlos falleció en un accidente de tráfico en las inmediaciones de Grado cuando aún contaba 21 años de edad. «A partir de ahí, la "Jazz Bahía" comenzó a deshacerse hasta su desaparición, en 1988», lamenta Benjamín Balsera.
Él se despidió de los escenarios en 1994, siendo miembro de la también salense orquesta «La Estrada». Sin embargo, nunca ha dejado de ser músico. Todos los días, mientras su mujer, Azucena Ávarez -con la que está a punto de cumplir 57 años casado-, ve la tele, Benjamín Balsera se refugia en su desván, donde conserva dos acordeones, un teclado y un trombón. Allí, iluminado por la luz que penetra a través de una claraboya, interpreta viejos boleros, pasodobles o canciones populares sin más público que sus propios recuerdos. Y es que, tras la mirada de Benjamín Balsera, se esconde aún la inocencia de aquel niño que un día decidió ser artista.

http://www.lne.es/occidente/2011/01/11/jazz-bahia-compases-vida/1017947.html