14 noviembre, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 14-11-07 El suicidio de Asturias


ALBERTO CARLOS POLLEDO ARIAS
La seronda, sin prisa, quizás el lapso más bello del calendario, fija su impronta por todos los rincones, aunque, sin duda, donde el otoño echa los restos es en esa paleta mágica y multicolor con la que día tras noche, insatisfecho en busca de la belleza total, retoca el techo del bosque. Los colores se adueñan de los pinceles; ocres y pardos esclavizan al verde mientras el oro se adueña del resto. Pero el caos es total cuando el invierno pica a su puerta; los dedos, ateridos, no soportan la rebelión insufrible del espectro que agoniza. Hartas de la vida, las hojas se columpian sobre la brisa o enloquecen con el viento precipitando, con su suicidio, el sueño de la enramada.
Eran las últimas bocanadas de la berrea. Sentado a mitad de la ladera, escondido tras una peña, contemplaba los escarceos postreros de un venado presumido rodeado de hembras y el renacer del arco iris sobre el monte hasta que, la felicidad nunca es completa, la mente villana me obligó a poner los pies sobre la tierra. Uno tras otro desgranó, sin tapujos y a borbotones, los terribles problemas que se ciernen, de inmediato, sobre la autonomía asturiana (tenía que decir naturaleza asturiana, pero, como para una gran mayoría éste es un vocablo etéreo, no queda más remedio, para mejor entendimiento, que hablar en términos políticos).
Corren tiempos difíciles para el medio ambiente asturiano, porque el cartel de «Asturias, Paraíso Natural», si alguien no lo remedia, se encuentra en peligro de extinción. El territorio astur es mínimo, pero es bocato di cardinale para los tiburones del gran capital, a los que, al igual que siempre, lo único que les interesa es la cuenta de resultados. No importa aniquilar el porvenir de la región si el balance es favorable.
Qué más da seguir convirtiendo nuevos espacios del territorio astur en Reserva de la Biosfera si luego permitimos instalar en ellos parques eólicos, en la comarca Oscos-Eo, y la innecesaria línea de alta tensión Lada-Velilla, a pesar de que el Fapas la apoye. Por no hablar de la autovía La Espina-Ponferrada, que arrasará gran parte del occidente asturiano, o el embalse de Caleao, necesario tan sólo para las grandes industrias, que pagan el agua potable a precio de saldo. Qué les voy a contar que ustedes no sepan sobre la destrucción de nuestro litoral a manos, fundamentalmente, de empresas constructoras madrileñas y vascas; de la cantera de sierra Sollera, de las balsas de cianuración que Narcea Gold Mines mantiene en Boinás o de las quemas controladas que la Consejería de Medio Rural y Pesca pretende realizar en Proaza. Podría seguir hasta mañana nombrando males, daños que tan sólo cesarán cuando el pueblo asturiano despierte y salga a la calle a decir ¡basta!
Comprometida papeleta la de Belén Fernández, consejera de Medio Ambiente y Desarrollo Rural, y la de todo su equipo, que, si de verdad hacen honor al medio que representan, tendrán que luchar con todas las armas a su alcance contra todos estos proyectos para salvaguardar el hábitat de los hijos de nuestros hijos. Por mi parte, doña Belén, aunque sin mucha convicción, le doy un voto de confianza. De no ser así, en un futuro, la historia demandará lo que hoy podemos llamar el suicidio de Asturias.