10 octubre, 2007

LA NUEVA ESPAÑA 10-10-07 Se acabó la fiesta


CELSA DÍAZ ALONSO
Un exitazo, todo un exitazo. Las fiestas de nuestro gallinero han sido las más sonadas de la temporada. Y tú, Elvira, estabas monísima.
-Sí, sí, monísima -cloquearon al unísono todas las reunidas.
-¡Y cómo bailaste! Llevas el ritmo en las mollejas.
Elvira reconocía con ligero rubor:
-Está mal que yo lo diga, pero me marqué unos merengues que arrancaron aplausos entre el público asistente. Y mi cresta y plumas lucían estupendas, y eso que estaba un poco tristona, porque días antes había muerto Pablo Palazuelo, uno de los mejores artistas españoles contemporáneos. Era ancianito, pero así y todo
-¿Y en qué serie dices que actuaba?
-¡Ignaras! ¡Cabezas de chorlito! Era artista plástico. Pintor, escultor, grabador. Ganador del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999 y del premio «Velázquez» en 2004. A ver si por una vez os enteráis de algo que no salga en el «Lecturas Avícolas».
-Ya está la intelectualoide.
-Venga, dejadlo ya -terció pacifista la gallina Remedios-, que ayer mismo estábamos pasándolo en grande todas juntas, zampando un exquisito cucurucho de maíz relleno y refrescándonos en rumorosos bebederos mientras bailábamos y criticábamos a Fermín y los demás gallitos, y ya estamos de nuevo tirándonos los trastos a la cabeza. En este gallinero debería reinar más armonía.
-Tienes razón, Remedios. Así se habla.
-Pero para ello tenemos que dejar a un lado nuestras diferencias, ser un equipo. Y tú, Elvira, no exaltarte con tanta facilidad.
-No lo puedo evitar, son tanÉ EstoÉ Quiero decir, que lo llevo en los genes. Mi padre era un gallito de pelea. Pero lo intentaré.
Durante uno o dos días, el gallinero fue una balsa de aceite. Las noticias se comentaban con espíritu jocoso y en ambiente distendido. Elvira continuaba con una cresta perfecta y su humor era excelente.
Pero ocurrió lo inevitable. Una mañana temprano, mientras el grupito de íntimas intercambiaba mañaneros y joviales saludos, apareció Osgüal con presuroso trotecillo.
-Elvira, Elvira, te has enterado de
-¡No se ha enterado de nada! ¡No quiere enterarse de nada! ¡Vete con tus historias a Ramiro!
-De Ramiro no sabemos nada, se lo ha tragado la tierra.
-Pues vete a buscarlo a las profundidades y deja a Elvira. ¿No ves qué buen aspecto tiene desde que dejó de preocuparse por todo lo que pasa en Paraxes? No fastidies Osgüal.
Inevitablemente, tentada por su particular carácter, Elvira se acercó rauda y veloz a Osgüal, y aunque la gallina Remedios hizo todo lo que pudo por cortar el posible coloquio, fue inútil. Elvira, con gesto amurriado, recibía información sobre el terrible destino que les esperaba a los gallineros de Sierra Sollera, en Cabruñana, de seguir adelante los planes de la empresa extractora de minerales.
-Y Fermín ¿qué dice?