09 febrero, 2011

LA NUEVA ESPAÑA 09-02-11 Tras los pasos de Almanzor


Salas guarda el secreto del camino real de Lavio, que une La Espina con la costa y, según la tradición oral, fue seguido en 997 por el caudillo cordobés tras saquear Santiago de Compostela







Caballos en las inmediaciones del camino.
Caballos en las inmediaciones del camino.

LAVIO (SALAS), IGNACIO PULIDO

La tradición oral de la parroquia salense de Lavio se remonta a tiempos muy antiguos. Sus vecinos han conservado, generación tras generación, viejos relatos que hablan de moros y de tesoros escondidos bajo peñas. Sin embargo, en este rincón del occidente no todo son leyendas. También hay realidades palpables, como un camino real que une a la costa con La Espina. Su trazado está jalonado por varias ventas, las ruinas de un hospital de peregrinos, fuentes, restos de una explotación minera romana o yacimientos prehistóricos.
Cuenta la leyenda que, en el año 997, Almanzor «El Victorioso» y sus tropas pasaron por el camino real de Lavio tras saquear Santiago de Compostela. En su regreso al califato cordobés, las tropas musulmanas obligaron a los prisioneros cristianos a portar a hombros las campanas de la iglesia prerrománica santiaguesa, donde tan sólo se salvó de la destrucción la tumba del apóstol. Durante dos siglos y medio, las campanas fueron empleadas como lámparas de aceite en la mezquita de Córdoba hasta que, en época de Fernando

III «El Santo», el califato fue reconquistado. El rey castellano ordenó que fuesen devueltas y obligó, en esta ocasión, a que decenas de cautivos moros las cargasen hasta su lugar de origen.

Hoy día, parte del trazado del camino real de Lavio estásepultado por el asfalto. Sin embargo, en otros lugares se conserva prácticamente intacto. José Feito Fernández, Joaquín García Cuervo, Jesús Menéndez Peláez y Vicente Riesgo Alonso, colaboradores de la «Asociación de Amigos del Paisaje de Salas», señalan que «el camino describe un arco muy abierto y siempre cercano a las cimas entre La Espina y el límite con el concejo de Valdés, situado cerca de la aldea de Biescas».
El camino se interna en la parroquia de Lavio a través del pico La Cuerva y continúa sobre las aldeas de El Cándano, L'Acebal y Bustouto hasta llegar a Las Gallinas. En esta braña permaneció activa hasta hace apenas unos años una venta, regentada por la familia Garrido, donde se servían comidas.
Siguiendo hacia el norte, el trazado deja al Este un dolmen antes de alcanzar la población de Buscabreiro, en cuyas inmediaciones se erige la venta Carlones, propiedad de Dámaso de Cá Salustiano. Esta posada, cerrada definitivamente hace décadas, solía abrir sus puertas con motivo de alguna fecha señalada. «Recuerdo que el día de la feria de San Pedro de Mallecina la gente que iba a caballo o a pie hasta el mercado paraba en la venta a tomar un vino», comenta José Feito.
Ya en la falda del Aguión, a casi 921 metros de altitud, el camino inicia un ligero descenso en dirección al concejo de Valdés. El sendero transcurre en este tramo a través de un paisaje agreste, tan sólo alterado por la presencia de los aerogeneradores instalados durante el último lustro. A ambos lados del sendero, decenas de caballos y de reses pastan en libertad en praderías donde es palpable la tradición ganadera de los vaqueiros, testimoniada por las numerosas cortes -cuadras- que salpican los montes. Asimismo, el trazado conserva en esta zona parte de su empedrado.
Antes de llegar a los contornos de la braña de Faeo se encuentran los que parecen ser restos de una explotación minera romana. Cabe destacar que, a pesar de la altitud por la que transcurre el camino, son frecuentes las fuentes de agua. Actualmente, estos manantiales son empleados por el ganado y vierten su agua ladera abajo dando lugar a pequeñas charcas.
Quizá uno de los puntos con mayor peso en el camino sea el lugar donde se situaba el hospital de Las Cruces, hoy desaparecido. «Los vecinos de la braña de Faeo eran los que, según servidumbre establecida en tiempos del medievo, debían mantener el aprovisionamiento de leña y su limpieza», subraya Feito. Durante décadas, los restos de este hospedaje fueron utilizados como cantera y sus sillares fueron a parar a los muros de las casas de la zona. No obstante, aún es posible encontrar en sus alrededores alguna piedra de caliza roja labrada.
Finalmente, cerca de la braña de La Espiniella se encuentra la venta de Las Cruces, perteneciente a «Los Casildos». Esta familia vaqueira, de gran tradición comerciante, sigue regentando un negocio en la braña de Faeo. A partir de este punto, el trazado del sendero se interna en el concejo de Valdés y desciende hasta el litoral, donde entronca con el camino del Norte.

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