El colectivo exige conocer la procedencia y el volumen del mineral que se tratará en Boinás, y denuncia el actual sistema de lixiviación con cianuro La Coordinadora Ecologista d'Asturies exige al Principado que no autorice a Kinbauri, actual propietaria de las instalaciones de Río Narcea Gold Mines en Boinás (Belmonte de Miranda) y en
Carlés (Salas), a lavar oro extranjero en dichas instalaciones. Asimismo, reclama que la empresa canadiense garantice el uso de un sistema de lixiviación del mineral extraído que entrañe menos riesgo que el actual de cianuro, el cual genera residuos peligrosos.
Belmonte de Miranda, Alejandro ÁLVAREZ
La Coordinadora Ecologista d'Asturies (CEA) ha presentado alegaciones a la autorización ambiental de la planta de tratamiento de mineral del complejo del valle de Boinás (Belmonte), antigua explotación de Río Narcea Gold Mines, para que no se le conceda autorización a la nueva compañía que se ha hecho cargo de las instalaciones, Kinbauri España, mientras no acredite que no importará minerales de terceros países, como se venía haciendo hasta ahora, y garantice la utilización de un sistema de lixiviación del mineral extraído de menor riesgo que el de cianuro que se usa a día de hoy y que genera residuos peligrosos.
«Fundamentamos nuestra oposición en que en los documentos presentados por la nueva sociedad se sigue diciendo que se tiene previsto tratar los minerales que provienen de las minas adyacentes de Boinás Valle (Belmonte de Miranda) y de la de
Carlés (Salas); también partidas de mineral importado, actualmente de Nalunaq (Groenlandia)», señalan fuentes de la Coordinadora, que se dicen sorprendidas «porque no se concreta cuáles van a ser las cantidades de mineral de aquí y cuáles las importadas, ni tampoco la procedencia del mismo, porque hay que recordar que una de las razones de la anterior propietaria para paralizar la explotación de Belmonte es que ya nos les enviarían mas minerales de Groenlandia y los yacimientos asturianos no eran rentables para seguir operando».
Asimismo, señalan que cuando el Principado autorizó, en 1996, la explotación de la mina de Boinás y la planta de tratamiento por cianuración, sólo se hablaba de tratar el material del propio yacimiento o del de
Carlés, en el concejo de
Salas, y nunca se citó que la explotación pudiera tratar materiales procedentes de terceros lugares, como el proveniente de Groenlandia, que «se estuvo tratando durante varios años en Belmonte con el correspondiente impacto ambiental. Hay que recordar también que en el actual proceso de la planta de tratamiento, para la obtención de oro y otros metales, se obtienen importantes cantidades de residuos y estériles, algunos muy peligrosos por el procedimiento de lixiviación con cianuros».
La Coordinadora Ecologista también denuncia que, según la memoria presentada ante la Administración, la zona presenta una alta permeabilidad y una fuerte pendiente, lo que, argumentan, «dificulta la estabilidad de los actuales sistemas de almacenamiento de los lodos en las dos balsas construidas, una de ellas de 4,7 millones de metros cúbicos de capacidad, realizada irregularmente en 2005 sin las correspondientes licencias. Aunque la empresa dice que la planta de tratamiento no tiene vertidos como tales, nosotros creemos que el agua que vuelve al proceso después de decantar en la balsa por su elevada carga contaminante siempre tiene riesgo de escapes y fugas, por lo que se debe considerar ese riesgo por la ubicación en una ladera y en una zona de alta permeabilidad, en la cuenca del río Narcea», afirman.
Con anterioridad, los ecologistas ya habían advertido del deterioro de la calidad de las aguas del río Cauxa, tanto durante las obras como durante la fase de explotación, lo que, según ellos, provocó una pérdida de calidad por efluentes residuales de la estación, así como varios episodios de contaminación accidental sin que hasta la fecha se haya estudiado adecuadamente la influencia de estas alteraciones y la contaminación en el ciclo del agua de los torrentes del entorno.
Para concluir, los ecologistas advierten del impacto sobre la fauna protegida. «No debemos olvidar que la zona de la explotación está dentro del área de distribución actual del oso pardo, según la cartografía del plan de recuperación, y es una zona clave de comunicación con el núcleo reproductor del Couríu, donde hay numerosas observaciones de hembras con crías».
Una operación de cinco millones de dólares Belmonte de Miranda, A. ÁLVAREZ
La empresa canadiense Kinbauri Gold Corp adquirió las instalaciones de Río Narcea Gold Mines, situadas en los concejos de Belmonte y
Salas, el 2 de marzo pasado.
El precio final de la transacción fue de 5 millones de dólares americanos, es decir, 3,7 millones de euros, por las minas de Boinás y
Carlés, así como por las exploraciones de
Godán y La Brueva, también en la zona conocida como el «cinturón de oro» del Narcea.
La empresa canadiense emitió, con el visto bueno de la Bolsa de Toronto, más de 18 millones de activos, que sirvieron para conseguir la financiación necesaria para la compra de las instalaciones mineras, clausuradas en diciembre por Río Narcea Gold Mines.
Kinbauri es una empresa de exploración minera orientada al desarrollo de propiedades, principalmente auríferas, en el noroeste español, en Nevada y en Canadá.
El propio presidente de Kinbauri, Vern Rampton, tal y como publico en su momento LA NUEVA ESPAÑA, señaló que, una vez que su compañía ya era propietaria de Narcea Gold Mines, tenían la oportunidad de convertirse en un productor medio de oro en un futuro próximo, tal como parece que va a ocurrir. Asimismo, Rampton destacó que es consciente de que el proyecto de El Valle puede reportarles operaciones provechosas.
El inicio de esta operación se remonta a finales del año 2006, cuando Río Narcea Gold Mines cesó su actividad en estas instalaciones. Varias empresas se interesaron por la compra de las minas de oro de Belmonte y de
Salas, aunque fue la empresa canadiense Kinbauri la que, finalmente, siguió adelante con las negociaciones, al hacer efectivo un adelanto en señal de su interés por las mismas.
Río Narcea Gold Mines decidió echar el cierre a sus instalaciones en Asturias en un momento en el que el oro estaba viviendo su récord histórico. El pasado 15 de febrero, escasas semanas antes de la venta de la empresa, la onza se cotizaba a 572 dólares, lo que representa más del doble del precio (252,80 dólares) que se llegó a pagar por cada onza en julio de 1999. De hecho, el valor de la onza de oro se ha disparado a su máximo de los últimos 24 años y cuando el oro brilla más que nunca la empresa ha decidido presentar el cierre esgrimiendo cuestiones económicas, así como la negativa del Principado a permitirles el inicio de una nueva explotación en Salave (Tapia).