LA NUEVA ESPAÑA 01-10-07 Sierra Sollera
LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES
Pravia, Candamo, Salas y Grao la contemplan. Hablamos de sierra Sollera, rica en manantiales que dan agua a poblaciones cercanas. Hablamos de sierra Sollera, guardiana de testigos de la prehistoria y de la historia. Hablamos de sierra Sollera, emplazamiento muy conocido por los cazadores. Pues bien, según se desprende de la carta que firma en este periódico don Miguel Ángel Lastra, la Consejería de la cosa concede permiso para la explotación de minerales en este lugar. Al paso que vamos, el occidente de Asturias terminará por ser un paisaje destripado y despanzurrado, parada y fonda de un singular movimiento «okupa» que toma el territorio al modo de los topos.
Según lo expuesto por don Miguel Ángel Lastra, todos los ayuntamientos implicados informaron negativamente acerca de la explotación minera de esta zona. Aun así, se da vía libre a lo que venimos diciendo. ¿Tienen las instituciones autonómicas alguna política medioambiental para el occidente asturiano? ¿No parece sarcástico que un día se declaren oficialmente ciertas zonas como Reserva de la Biosfera y al otro conozcamos noticias como ésta?
Si lo que se cierne sobre la costa es una fiebre inmobiliaria preocupante, lo que amenaza al Occidente son las concesiones continuas de canteras y explotaciones mineras sobre unos territorios que tienen precisamente como mayor tesoro su riqueza medioambiental.
Y, no nos engañemos, aquí no se abrirá una minería de larga duración. Aquí de lo que se trata es de coger el dinero de las subvenciones, generoso a más no poder, perforar las montañas, obtener beneficios lo más rápidamente posible, dejando tras de sí no sólo el paisaje después de la batalla, sino también el deterioro medioambiental que nadie tiene a bien valorar. Deterioro medioambiental que en más de un caso puede ser irreversible.
¿Qué quieren hacer del occidente de Asturias? ¿Un paisaje de minas y canteras, que no tardarán en ser una especie de osamenta industrial difícilmente reversible?
¿Qué puede estar pasando en momentos como éste por la privilegiada mente de la dos veces consejera doña Belén Fernández? ¿Será conocedora de esto? ¿Está mínimamente interesada en ello? ¿Por qué en el occidente asturiano hay vía libre para casi todo en materia medioambiental? ¿Por qué nadie da la voz de alarma?
¿Alguien piensa en los ciudadanos que se pueden quedar sin agua potable? ¿Alguien tiene en cuenta que hay que preservar yacimientos arqueológicos ya detectados? ¿Alguien se toma la molestia de caer en la cuenta de que en esta Asturias, para mayor sarcasmo gobernada por la izquierda, los ciudadanos no somos dueños de nuestras montañas y de nuestros ríos, que nuestro patrimonio medioambiental está a disposición de las empresas que de él se benefician? ¿Alguien se ha preguntado de quién es el río Narcea? ¿Se lo pregunta usted, doña Belén?
En su momento, nos ocuparemos de ello con la extensión que el asunto merece. Me permito tan sólo adelantar que los habitantes del occidente asturiano estamos en una situación muy similar a la que viven y sufren los personajes de un magnífico relato de Cortázar que tiene como título «Casa Tomada».
Quede, de momento, constancia de que lo denunciado por don Miguel Ángel Lastra López es una agresión en toda regla. Una más, doña Belén.