08 agosto, 2006

EL COMERCIO DIGITAL 08-08-06 El Principado fija en 2011 la finalización de la autovía que unirá Cangas y La Espina


Areces asegura que todos los tramos de la vía que comunicará el Suroccidente con la provincia de León estarán adjudicados en los próximos cuatro años

J. M. AZCÁRATE/CANGAS DEL NARCEA

INFRAESTRUCTURA. Puerto de Rañadoiro, por donde pasará la autovía a Fonsagrada. / J. M.

El Principado no sólo ha estimado el coste de la futura autovía que comunicará La Espina con la localidad leonesa de Fonsagrada, también ha dado plazos de ejecución de las obras. El presidente del Ejecutivo regional, Vicente Álvarez Areces, había advertido en más de una ocasión que las actuaciones empezarían «cuando antes», pero ahora ya ha dado plazos concretos: entre 2007 y 2011 todos las obras estarán adjudicadas, al menos, las de los tramos que unirán La Espina con Cangas del Narcea.
El jefe del Ejecutivo regional ha ido incluso más allá. El objetivo del Ejecutivo asturiano, según sus palabras, es poder ejecutar los 35 kilómetros que separan estos dos núcleos antes de que concluya 2011. «Deberemos de estar pendientes de los plazos de ejecución que fijen los proyectos, pero, como mínimo, en estos cuatro años se podrán en marcha todos los proyectos y serán adjudicados», ha indicado.
Areces quiso dejar claro que los proyectos de esta nueva vía entre La Espina y Fonsagrada se tienen que someter a rigurosos trámites ambientales que no sólo dependen del Gobierno regional sino también de la Unión Europea. Sin embargo, ha indicado que los estudios y el diseño «están muy avanzados» y que, a partir de 2007, una vez que se asigne la partida correspondiente a los fondos mineros, «se podrán poner en marcha. «En cuatro años todos los proyectos del trazado serán una realidad».
El gasto de esta nueva autovía que vertebrará el suroccidente asturiano y llegará a la provincia de León, será compartido entre el Gobierno estatal y regional. El primero destinará 500 millones de euros procedentes de los fondos de cohesión, tal como comprometió José Luis Rodríguez Zapatero, mientras que el Principado aportará los 200 restantes. Una montante, este último, procedente en su mayoría de los fondos mineros, que se harán efectivos a partir de enero de 2007, momento que se empezará a desarrollar la vía.
El proyecto del trazado de la autovía que se considera más viable se encuentra en fase de estudio. Aún no hay una resolución medioambiental positiva. El jefe del Ejecutivo regional desveló el pasado mes de mayo en la reunión posterior al consejo de Gobierno que tuvo lugar en Pola de Allande, por dónde discurre el proyecto de la vía en fase de estudio. Desde La Espina llega a Tineo y alcanza los valles de Gera y Arganza -donde se construirán ocho kilómetros de túnel- ; llega hasta la villa de Cangas del Narcea una vez que pasa por El Puelo. La travesía continuará por la cuenca del Narcea, atravesará el Rañadoiro gracias al túnel que tiene previsto construirse y alcanzará Degaña. Llegará a la provincia de León por el alto de Valdeprado. La vía comunicará esta zona con Páramo del Sil y llegará a Toreno. Allí comunicará con la autovía ya existente para llegar a Fonsagrada.
La longitud estimada del trazado, que acortará las distancias entre un concejo y otro del Suroccidente asturiano hasta un 60%, es de 130 kilómetros.

LA NUEVA ESPAÑA 08-08-06 Estos ríos nuestros


JOSÉ DE ARANGO

En los últimos tiempos he bajado con alguna frecuencia hasta tierras alicantinas. Según viajas camino del Mediterráneo, por los pueblos de la Mancha, ya te vas concienciando del grave problema que tiene esa parda tierra: la sequía. O la falta de agua. O la escasez de lluvia. O todo a la vez porque lo uno está relacionado con lo otro. Secarrales que no dan fruto alguno. Plantaciones de tomates que se riegan con un gota a gota, en contraste con la turbulencia con la que uno inunda sus propias tomateras al lado del río Noreña, en la zona rural de Siero. Y haciendo comparaciones casi no se entiende que aquellos frutos manchegos y alicantinos puedan desarrollarse con tanta sed en sus raíces. El gota a gota puede que sea eficaz pero tal parece que los tomates lloran cuando al mediodía están medio agostados por el sol canicular.
En la comarca alicantina, ya en el límite con Valencia, el cronista subió hasta el hermoso pueblo de Lorcha, que era bañado, hasta no hace mucho tiempo, por un caudaloso río de más de treinta metros de anchura. El cauce dividía a la aldea campesina en dos zonas y el río cruzaba, majestuoso, a pie de los caseríos. Cuando uno llegó a Lorcha se encontró con una calle ancha, recién urbanizada, lustrosa, con jardines, con bancos rebosantes de hombres y mujeres -los niños, a lo suyo, jugando por allí- y hubo que preguntar qué había pasado con el río. El médico del pueblo, con el que hubo larga conversación, ecologista él, fue dramático en su respuesta: "El río se ha muerto en la montaña y ya no tenemos agua".
A Lorcha, que apenas si viene en el mapa, le han secado su río. Construyeron, monte arriba, un embalse para llevar al agua a tierras y pueblos de Valencia y a una zona de la propia Alicante. De nada han servido las protestas, las manifestaciones, la rebelión del pueblo en defensa de su río. Ya no hay río. En su cauce, seco por el embalse, han construido una moderna calle primorosamente asfaltada. Del río no queda ni un solo regodón.
Y hay que contar todo esto porque al regreso, ya en la propia parcela asturiana, uno no ha podido por menos de sentarse en la ribera del Aranguín y estar largo tiempo contemplando sus aguas limpias, primorosas, transparentes, incluso abundantes. Y se asomó uno también a la zona alta del río Aller para encontrarse con una artesanal "playa" construida en la ribera, aguas arriba de Collanzo, donde la grey infantil se lo estaba pasando en grande. Un bien cuidado merendero situado en la margen izquierda da opción al visitante a pedir una tortilla y una botella de sidra. Una delicia. Y aguas también limpias, cristalinas, incluso cantarinas al rebasar las piedras del pequeño embalse y hacer cascada río abajo.
Pero no todo es bucólico en nuestros ríos. No todo está como debería de estar. Un recorrido por el cauce del río Noreña, desde su nacimiento en La Collada, hasta la misma villa Condal es suficiente para encontrar toda suerte de basuras, de plásticos, de troncos a la deriva, de lodos, de escombros, de basureros pirata, dando todo ello la impresión de que el río es víctima de muchos desaprensivos que no dudan en arrojar incluso animales muertos al cauce. Si seguimos hacia el occidente, el río Aranguín, que nace en las estribaciones del Pico Aguión, en tierras de Salas y desemboca en el padre Nalón a la altura de Agones, en Pravia, los plásticos que por sus riberas han quedado enganchados en las crecidas de primavera convierten sus márgenes en un variopinto paisaje donde lo negro y lo blanco de esos desperdicios de los embalajes de forrajes ganaderos se combinan de tal forma que hieren nuestras retinas.
Y llegamos, por supuesto, al río Narcea donde el paraje que se ofrece desde su nacimiento hasta su desembocadura en las cercanías de Pravia, es de los más sugestivos de la Asturias suroccidental. Pero este río, según cuentan guardas, pescadores y amigos del paisaje, también recibe toda suerte de basuras ya en pueblos, ya en territorio abierto donde surgen, asimismo, basureros piratas. Tal parece que nuestros ríos asturianos -lo mismo que se dice aquí del Aranguín y el Narcea se podría extrapolar a otros de nuestros ríos ya sean modestos o emblemáticos- son el destino de muchas de las basuras que se generan en los pueblos y sobre todo de esa plaga ecológica que significan las envolturas de los rollos de hierba. Y me dicen los ganaderos que está prohibido quemar los plásticos. También añaden que está prohibido enterrarlos. Se les recomienda que se depositen en los contenedores. Pero dada la dimensión que tienen actualmente muchas de nuestras ganaderías los servicios de recogida de basuras en los pueblos, mediante los consabidos contenedores municipales, son totalmente insuficientes además de que la retirada no se hace a diario. Una sola ganadería podría llenar de plásticos varios contenedores en veinticuatro horas. De ahí que estos plásticos suelen "perderse" por los caminos y terminan, con las lluvias y el viento, en los cauces de nuestros ríos.
Es probable que si el Principado de Asturias -la consejería de Medio Rural y la de Medio Ambiente- organizase viajes divulgativos hasta La Mancha y hasta las tierras de Alicante, por donde uno vivió lo que ya queda descrito más arriba, nos concienciásemos en Asturias de la extraordinaria riqueza que tenemos al disponer de las aguas del Cares-Deva, Sella, Narcea, Nalón, Aranguín, Negro, y resto de nuestros hermosos e impresionantes ríos que algunas veces nos dan algún susto con las avenidas pero que están ahí siempre con sus aguas dispuestas para mover turbinas, para dar vida a los salmones, para regar, para abastecer del preciado elemento a más de la mitad de las poblaciones asturianas. Algo habrá que hacer para que se respeten, escrupulosamente, nuestros ríos. Allá abajo, los lorchanos lloran por la muerte de su río, que cruzaba el pueblo y regaba las bien cuidadas vegas de hortalizas. No estaría de más aprender de lo que les ocurre a los demás. Es cierto que Lorcha, Alicante, La Mancha y esas tierras convertidas en secarrales nos cae un poco a trasmano pero solo está a seis horas de coche. Dicen que el viajar ilustra mucho. Y aquí la frase viene como muy ajustada para estudiar una asignatura que me temo tenemos un tanto abandonada, que no somos muy conscientes de lo que nos estamos jugando. Estos ríos nuestros son un auténtico lujo, son la joya de la corona, son el pulmón de nuestras tierras y de nuestras urbes. Si no los cuidamos adecuadamente igual un día tenemos que llorar como ahora lo hacen los hortelanos de Lorcha. Pero a lo peor todo esto que dejamos aquí impreso no sirve absolutamente para nada. Suele suceder con excesiva frecuencia.

LA NUEVA ESPAÑA 08-08-06Asturias es la segunda comunidad con más pueblos abandonados

El Principado tiene 1.373 aldeas deshabitadas o con menos de 4 habitantes, cifra que sólo supera Galicia

Oviedo, María ALONSO

Asturias es la segunda comunidad autónoma con más pueblos abandonados. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la región tiene 1.373 núcleos deshabitados o con menos de cuatro vecinos. Sólo Galicia, con 3.977 aldeas despobladas, supera las cifras del Principado. Estadística estima que en España existen 7.500 pueblos en esta situación. El Occidente y las cuencas mineras aglutinan la mayor parte de núcleos abandonados de la región. El Caudal tiene más de 150 y en el Nalón ya superan el centenar. La despoblación en las comarcas mineras se ha acentuado en los últimos diez años. Los asturianos se concentran en las principales ciudades y los pueblos pequeños siguen un proceso de continuo despoblamiento. Mieres tiene 68 pueblos deshabitados. La lista la continúan Lena, con 41; San Martín del Rey Aurelio, con 40, y Langreo, donde hay contabilizadas 36 núcleos deshabitados.
Teniendo en cuenta el alto número de pueblos deshabitados que existen en Asturias, el Gobierno autonómico ha iniciado en algunas zonas proyectos de recuperación. Es el caso de la comarca Oscos-Eo, donde se lleva a cabo un plan especial para rehabilitar núcleos rurales despoblados. Los primeros concejos que se beneficiarán de esta medida son Taramundi, Villanueva, Santa Eulalia y San Martín de Oscos. En estos municipios existen muchas casonas de alto valor arquitectónico que se encuentran en estado de abandono.
Cada concejo rehabilitará una de sus aldeas abandonadas más emblemáticas. En el caso de Villanueva de Oscos, el núcleo rural elegido es San Cristóbal; en San Martín, el núcleo de Piorno y, en Santa Eulalia, el de Ferreira, un pueblo que ya está siendo objeto de una recuperación integral. El objetivo principal de la iniciativa es que los núcleos rurales que en la actualidad sufren abandono en las zonas más deshabitadas de Asturias puedan recuperar vecinos. Además, con el plan se pretende conservar la estructura original de los enclaves y la arquitectura de las edificaciones más antiguas, como las existentes en Oscos-Eo.

El éxodo rural
Desde principios del siglo pasado los asturianos empezaron a concentrarse en las comarcas urbanas de Ciudad Astur. Avilés, Gijón, Oviedo, Mieres y Langreo crecían al ritmo de doscientos mil habitantes cada treinta años. Un crecimiento perfectamente acompasado y con un esquema que se repetía de forma continua. Así, en 1900, los municipios del centro tenían 256.209 habitantes; en 1930, un total de 416.336; en 1.960, hasta 634.996, y en 1981 se alcanzaban los 854.924. Con los ochenta llega el cambio y la situación empieza a variar. Los pilares que sustentaban el sistema cambian: la construcción naval, la siderurgia y la minería empiezan a fallar, Asturias se reconvierte y lo hace hacia el sector terciario. La población del centro se estanca y abandona su crecimiento, pero la sangría en los pueblos y aldeas más pequeños continúa y siguen perdiendo vecinos. La emigración ya no se produce hacia Oviedo o Gijón, sino que es interna. Las aldeas se despueblan y muchos de sus habitantes se concentran en las cabeceras de sus comarcas, que comienzan a crecer a fuerza de aglutinar la población que van dejando los pueblos. De 1960 a 2001 la población de Pravia crece un 128 por ciento; la de Nava y Salas, un 104 por ciento, y la de Grado, un 76 por ciento. Y aunque los concejos, porcentualmente decrecen, entre otros motivos por el envejecimiento de la población, las villas se refuerzan en el cambio. El lento goteo continúa hoy y las aldeas más pequeñas y remotas van quedando en el olvido.