LA NUEVA ESPAÑA 24-06-09 Rescate de libro en La Arquera
La aldea de Salas nutre su biblioteca con mil ejemplares recuperados por Cogersa de los contenedores
Arango, Elena Fernández y Begoña Honrado, en la biblioteca de Cogersa. ignacio pulido
Serín (Gijón) /La Arquera (Salas), Ignacio PULIDO
Serín (Gijón) /La Arquera (Salas), Ignacio PULIDO
La pasión por la lectura nació en José de Arango -periodista jubilado y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA- a una edad temprana. Cuando apenas era un niño, Arango trabajaba toda la semana haciendo sillares junto a su padre, el cual le premiaba cada domingo con el privilegio de ir caminando hasta Pravia o Salas para adquirir un periódico. Fue por aquel entonces cuando el incansable lector comenzó a barajar la posibilidad de crear en el pueblo una biblioteca que saciase las inquietudes culturales de los vecinos. Ayer, Cogersa cedió a los anaqueles de La Arquera un lote compuesto por un millar de libros recuperados en sus instalaciones de Serín.
Impulsado por el deseo de que ningún niño de la zona experimentase esa misma impotencia de sentirse privado de un acceso a la cultura, Arango inició hace unos meses una campaña de recogida de libros por todo Asturias. «A través de un artículo que publiqué describiendo el problema la gente comenzó a ponerse en contacto conmigo. Llegué a recorrer incluso 200 kilómetros para buscar tres libros», señala Arango, que ayer despertó a la comarca con una buena nueva: la llegada de mil volúmenes procedentes de Cogersa. A primeras horas de la mañana, a bordo de una furgoneta, Arango viajó hasta Cogersa para recoger las nuevas incorporaciones de la biblioteca.
Cada año, el centro de reciclaje y de tratamiento de basura de Serín recupera entre tres mil y cuatro mil ejemplares. «La gente tira muchos libros. Aquí nos encargamos de separarlos, limpiarlos y clasificarlos. También hacemos campañas itinerantes para acercarlos al público», afirma Begoña Honrado, monitora de educación ambiental en Cogersa, donde hasta hace tres años se reciclaban todos los volúmenes. «Iniciativas como las de Arango sirven para poner en valor algo que otros no quieren y al mismo tiempo se cumple una labor solidaria», destaca Honrado.
«Cuando era niño, cada domingo recorría a pie dieciséis kilómetros para comprar un periódico. Mi padre sólo me permitía adquirir uno pero yo me hacía con dos ejemplares distintos», recuerda Arango, mientras con una sonrisa añade que tenía que esconder uno de los dos para no ser descubierto por su progenitor. «Leía una o dos páginas al día para que me durase durante toda la semana. Cuando nevaba, La Arquera quedaba incomunicado. Lo pasaba fatal sin poder leer durante esos días», enfatiza.