22 noviembre, 2011

EL COMERCIO 22-11-11 Fallece un trabajador de una mina en Salas tras ser atropellado

EFE | OVIEDO
Un ingeniero técnico de Minas de 36 años, Roberto Fernández García, natural de Levinco (Aller), ha fallecido hoy tras quedar atrapado entre dos vehículos cuando trabajaba en el interior de la mina de oro de Carlés, en el concejo de Salas.
Según los datos facilitados por el Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU), los servicios sanitarios desplazados al lugar, el equipo de Atención Primaria de Salas, sólo pudieron verificar su fallecimiento.
El Centro de Coordinación de Emergencias del 112-Asturias recibió a las 05.26 horas de hoy una llamada realizada por el vigilante de la explotación en la que indicaba que un hombre había resultado herido tras ser atropellado por un vehículo, denominado "lagarto", en el interior de la mina.
En el primer aviso, el vigilante indicaba que el trabajador había resultado atrapado por las piernas, y posteriormente, que había podido ser evacuado por sus compañeros, pero que estaba gravemente herido.
En un comunicado, la empresa Kinbauri, propietaria de la explotación y que mañana suspenderá su actividad en señal de luto, señala que los primeros datos de la investigación indican que el accidente se produjo por atrapamiento entre dos vehículos de operación minera, aunque será necesario finalizar la investigación para conocer con exactitud las causas.

http://www.elcomercio.es/20111122/asturias/fallece-trabajador-mina-salas-201111220801.html

LA NUEVA ESPAÑA 22-11-11 Amarga amargura







CELSA DÍAZ Conducía un poco nervioso. Temía llegar tarde al mitin de cierre de campaña y perderse alguno de esos momentos de exaltación que provocaba el líder más carismático, el que con mano firme había llevado al partido a sus mejores resultados, a épocas de gloria ¡Ay, qué tiempos?! Pero la culpa no era suya, se había comprometido a llevar a los compañeros y, como siempre, habían llegado tarde; tampoco se trataba de que en esta ocasión, y por primera vez en veinte años, no fuese en el coche oficial del que tan injustamente le habían apeado. No. Era una desazón que desde hacía unos días tenía en la boca del estómago y que no le dejaba dormir. Eran las malditas acusaciones vertidas por ese niñato? El sonido del teléfono le pilló en medio de sus cavilaciones y descolgó molesto. Sin más miramientos ni presentaciones una voz de sobra conocida le espetó «¿Estás conduciendo? Pues agárrate fuerte al volante». Los ocupantes del coche intercambiaron miradas inquietas. Otra vez el niñato, seguro.

http://www.lne.es/occidente/2011/11/22/amarga-amargura/1160161.html